martes, 31 de mayo de 2016

Al subir el puente

A ras del suelo, fijando un punto sobre él, vibra el insecto : las rápidas alas, minúsculo compás, hacen bascular su cuerpo nuevo. No vio al animal quien manejaba el carro que pasó primero, no lo ve quien maneja el segundo carro que ahora pasa, y no lo verá un tercer, próximo carro que desde allá atrás viene. Llevado por el curso del camino, un ciclista que madruga a través del puente Cobija no sabe, no sabrá si el insecto sigue o se fue, si vive o ya no.

Primera semana de mayo de este año.

lunes, 30 de mayo de 2016

Este sentir

Tengo cincuenta y un años. Una vez cada dos semanas, cada semana, sin que la llame, y cada día, una o hasta dos veces, llamándola, es decir, esforzándome a propósito, un rato, viene la sensación ¿ falsa ? de tener diecinueve o veintitres o treintaiuno o cuarentaisiete. Sí falsa, porque no tengo menos que cincuentaiún años. Pero a ver ¿cómo es que traigo este sentir, vivirme otro, menor? Sudando, al trabajar, o sudando en bicicleta, o cuando, proponiéndome llegar a una conclusión, en medio del trabajo, o sobre la bicicleta, descarto las diversiones, la distracción, junto los materiales, hurgo los temas, los acomodo, los trabajo, aquí adentro ¡ es en el pecho, es en la cabeza, con las piernas, en el vientre, con las manos ! los trato con los reactivos de las lecturas, con los útiles de las experiencias pertinentes, y voy comprendiendo los temas, los ordeno, deslindo, los enmarco, ¡boto un tema, es que en rigor está incluido en otro!, vaya, simplifico las cosas... enumero, recapitulo, y, aquí está, la conclusión, o un camino que hoy parece cierto hacia ella. ( En medio, últimamente, mucha pena por el cultivo de la desilusión, la ansiedad, el encerrarse en ellas, por parte de gente a la que he leído, con los que he hablado, a los que he oído.) La conclusión : ahora ya sé, esto es lo que haré, así encararé esta cuestión, esto otro es lo que ni en chiste he de hacer. Entonces, de salida de este hacer ¿mental, sentimental? ético, me siento, no exactamente menos viejo, sino como si mi edad no importara. Soy viejo, pero me siento sin edad, eso, o mejor, me siento yo, este yo nomás, cuando las cosas me salen, me van saliendo.

¿A cuál ser viejo o sentirme viejo es que le tengo miedo? A la falta de ganas, que siendo no tan viejo aun, hay días que siento. A la derrota, a no saber a dónde voy, a no querer saberlo. ¿Ganas de qué? De ser como soy, así : el que escribe palabras, y las dice, el que pedalea bicicleta, a veces lejos, el que quiere mirar y ve a la gente, el que abraza a quienes quiere, el que suda trabajando, el que bebe piedras, el que vive las plantas que toca, vive a los animales que no entiende...

domingo, 29 de mayo de 2016

¿Wañur, yo? Todavía, después

Todos beben aquí. Cuatro muchachos de entre treinta y cuarenta, dos de entre sesenta y sesentaicinco. Todos están borrachos. Por favor, mamita, regalame agua en esta botella, pido, tengo sed. Y va la también mareada vieja, luego de unos minutos en que ha de hacerse explicar qué es lo que quiero, va la señora dentro de la casa, agarrada de mi botella plástica. Yo miro el camino de entrada de la finca, es media cuadra entre la calle y este corredor externo donde, apoyado en la baranda, converso con los borrachos. Uso mi quechua elemental. ¿Cuántos autos blancos, taxis, en el patio?, miro alrededor. Son dos o tres preguntas mías, de ubicación, no comprometedoras, respondida la primera, tarda la respuesta a la segunda, y a la tercera veo ya que me equivoco. Algo falla aquí. El muchacho moreno me dice: "Y tú ¿cuándo te vas a wañur?" Es fuerte lo que dice, es inmotivado. Yo callo. Miro. Él repite, sin hablar, con la mirada, abiertamente agresiva. La vieja no vuelve con mi agua. El choco treintón, flaco, se me va viniendo. Veo lo que pasa. Retrocedo. Quedará aquí mi botella; sed, no hay ya. Estoy a tres, cinco metros del grupo. Ahora el choco me insulta. Sale de la casa la vieja y me insulta. Ahora se me vienen dos, el choco y otro más, que alimentan mutuamente su rabia. El moreno sigue sentado, y azuza a los que se me aproximan. Sigo retrocediendo, dándoles la cara, o sea, caminando para atrás. Por suerte la bicla está allá, apoyada a la reja exterior de la finca. Ahora debo apaciguarlos, sin responder a la agresión, les parezco, con la voz, firme, tranquilo, aquí no pasa nada, muchachos, ¿o qué es lo que quieren? Por suerte, sale un chango de unos veintidós, grande, sobrio, llega corriendo, y agarra al choco. Al otro no parece ser necesario agarrarlo. Ya no avanzan. Yo retrocedo, ahora doy la vuelta, doy dos pasos, tomo la bicla, subo. Me voy, me fui.

¿Me conocerá uno de ellos taxista como ciclista travieso con los motoristas en la calle, lo habré hecho enojar, le habré quitado espacio, me habrá visto jugar, pasar primero que otros motoristas, se habrá frustrado al verme? ¿O es que mi semiquechua los empluma, sienten que les digo vallunos cholos, miren cómo yo hablo un poco de su idioma, por qué no vuelven a sus raíces, qué es esto de hacerse los cochalas, si ustedes son del valle, de aquí adentro, esto es lo que mi seudoquechua les dice? O son las dos cosas juntas. Fue directa su respuesta, a partir de la incitación de uno de ellos.

Lugar: camino entre Paso y Pandoja. A fines de mayo del 2013. Acababa yo de volver a subir a la bicla (que luego pronto me robarían), después de trece meses sin bicicleta (un año a pie, yo), paseaba por uno de mis lugares favoritos, era domingo en la tarde. Me asusté de ellos. Pero me salvé. Poco después, recuerdo, en la noche de San Juán, le di una vuelta a esos lugares, una vuelta completa, entre el final de la tarde y la mitad de la noche. Qué rico es andar en bicicleta por el valle.

sábado, 28 de mayo de 2016

Salida hoy del grupo autodenominado "Masa Crítica - Cbba."

Algo menos de 100 ciclistas (hubo cruce con partido de fútbol televisado desde Europa). Algo menos de la mitad de ellas, mujeres. Unos diez niños, a cargo de sus padres. Una bici adaptada para cargar un gran parlante, que sonaba... fuerte. Solo una bicicleta como la mía (que es una china, copia de la rover safety de 1867), pero aquella era de mujer. Policías en bicicleta, 17, de los que 4 o 5, mujeres, jóvenes todos, pertenecientes al "grupo de apoyo civil a la policía", que custodiaban los costados del grupo. Al preguntar a uno de ellos, me dijo que son en parte policías y en parte civiles (habrá que averiguar de qué se trata esto). Otros 2 polis en motos, que abrían la marcha. Habrá que preguntar si la policía se brindó de motu proprio o si su presencia fue solicitada por el grupo de ciclistas.

El recorrido estaba predefinido, publicado en la página Facebook del grupo de ciclistas. No acompañé a la salida ciclista. En la reunión previa, en la plaza Constitución, hablé con R.V., uno de los iniciadores de esta actividad. Le dije que, contra su posición de redactar, presentar y presionar por la aprobación de la ley municipal de la bicicleta y el peatón, mi opinión y la de otras personas cercanas a mí, es que no se necesita ninguna ley especial para los ciclistas; que bastaría hacer aprobar (1) el derecho de los y las cochabambinas, mejor si de los y las bolivianas, de respirar aire limpio, como paraguas legal para acción, protección ciclista; (2) la clasificación de bicicletas y ciclistas como cualquier otro vehículo y cualquier otro circulante, con los mismos derechos y obligaciones que los demás; (3) el derecho de todos los circulantes (motoristas, ciclistas, peatones, y circulantes especiales, en patines, etc., en sillas de ruedas) a usar todas y cada una de las partes o segmentos de todo el viario (...); y (4) que peatones y ciclistas son eximidos de responsabilidad legal en caso de colisión con motorista.

Estaba programada la reproducción, después de la salida, de una película reciente sobre ciclismo y masa crítica, material que, se dijo, no existe aun en la red Internet.

jueves, 19 de mayo de 2016

Pesadilla

El otro día, durmiendo de día, soñaba a placer con el reconocimiento caluroso de unos muchachos por haberlos, dizqué, llevado, yendo en bicicletas nosotros, se supone, a lugares que ellos conocieron tras mi guiarlos allí. Feliz yo dormido soñando. Pero ahí la escena cambia : es una subida empinada, cargada va mi bicicleta, subo, empujando los pedales con las puntas de los pies; de pronto, un chico de unos doce a trece años, moreno, con polera blanca, recuerdo, toma un lado del manubrio, me quita el control de la bicicleta -- lo que no debe de ser fácil pero es que era un sueño -- le da la vuelta a la máquina, lo que me deja ¿dónde? no sé, pero ya no tengo yo mi máquina, que aquel se lleva de carrera abajo, mientras, ahora sí, aparezco yo en la película, me estiro, no desde el piso, no estoy caído, pero me voy cansando, sé que no podré más que intentar algo, y, estirándome, jalo el borde de la manga corta de su polera, cerca de su hombro, rompo la tela, pero el chico ya se va, llevándose lo mío, llego cerca de la esquina, y lo veo irse, ahora un camión lo tapa.

Lo que sentí, saliendo del sueño, despertado por él, fue un desvanecerme, un encogerme, una emoción física, un vuelco con caída interna, muy claro derrumbe ; por dentro yo caía ; fue como cuando, muchacho, debí arrodillarme adentro ante el poder de la vergüenza propia, al estar siendo rechazado por la niña mujer a la que me le declaraba. Despierto ya, y viendo a la bicicleta, ahí amarrada a mi lado, me fui aliviando poco a poco, me costó volver al estado normal. Pero desperté del todo, cortado, ansioso, y me dije que haría lo necesario para que eso no pasara.

martes, 17 de mayo de 2016

Taller bici gratuito en Cocha

Con el propósito de promover el uso de la bicicleta, transporte manso por excelencia, estamos explorando lugares para hacer un taller bici gratuito una vez por semana.

Una de las pocas cosas en las que tuvimos consenso absoluto (unanimidad) desde el principio fue que la mejor coordenada temporal es hacerlo los sábados por la mañana. Sobre las dos coordenadas espaciales (la tercer coordenada espacial, altitud, no tenemos mucha elección, será alrededor de los 2000 metros) hay varias alternativas. Todavía estamos en el proceso de exploración. Cualquiera de las cientos de miles de millones de personas que leen asiduamente este blog pueden participar en proponer y/o elegir lugares.

La historia hasta ahora: la primerísima vez que un ciclista y un pescau hablamos sobre hacer un taller semanal nos encontramos en la plazuela Corazonistas, sobre Heroínas. Esa misma mañana, como había poca actividad en ese lugar, decidimos ir a la plaza San Sebastián, también conocida como Esteban Arze, al pie del cerro San Sebastián. Ahí estuvimos charlando un buen rato con un colega ciclista que estuvo pedaleando por todo Cochabamba y varios otros departamentos. La plaza está muy bonita después del remodelamiento, con caminos amplios y bancos cómodos. El sábado siguiente, debido a compromisos inalienables preexistentes, este pescau no pudo asistir, pero un ciclista sí estuvo y continuó percibiendo buen fen-chui en el lugar.

Entonces decidimos inaugurar oficialmente el taller bici gratuito el 7, primer sábado de mayo, acontecimiento que fue debidamente anunciado en una entrada previa de este blog que fue leída por decenas de cientos de miles de millones de personas provenientes de todo el sistema solar, que hizo explotar las redes sociales y dejó sin internet a toda la civilización por varios miles de años. Bueno, no fue así exactamente, pero casi.

El 7 de mayo nos apropincuamos a la plaza un ciclista y un servidor con sendas bicicletas, herramientas y (terrible error) un cartel que decía "Taller de bicis gratis". En menos de diez minutos se aproximó un señor de chaqueta y pantalón negros (menciono ésto porque quizás alguien pueda hacer una conexión con los 'camisas pardas' de Mussolini) y empezó a balbucear frases apenas comprensibles donde se podían adivinar palabras como 'lugar público' 'taller' y 'para que jueguen los niños'. Como el señor no pareció cansarse rápido de su propia pantomima, se acercaron dos policías. Después de un test, parece que este individuo estaba alcoholizado (¡antes de las 10 de la mañana!) y lo invitaron a retirarse. Pero para que el ejercicio fuera equilibrado también nosotros fuimos sometidos a pedidos de documentos, y una reprimenda porque no se pueden hacer "ese tipo de actividades" sin un permiso de la alcaldía. En definitiva ¡ganó la política del borrachín!

Éste último sábado (14 de mayo) estuvimos una vez más en la plaza San Sebastián para ver cómo había quedado el terreno después de la escaramuza. No pusimos el cartel y no hubo incidentes, por lo cual consideramos que este lugar todavía puede considerarse apto para el taller.

Durante las próximas semanas, como mencionamos al principio, vamos a explorar otras alternativas antes de tomar una decisión definitiva. Para de alguna manera cerrar un ciclo (valga la redundundancia) el próximo sábado (21 de mayo) por la mañana vamos a estar en la plazuela de las Corazonistas, Heroínas entre Tumusla y Hamiraya.

Propuestas para las próximas semanas son (en ningún orden en particular; cada sábado decidiremos dónde estar el siguiente):

  • Ciclovía de la Blanco Galindo, debajo del viaducto (por la sombra)
  • Pza de los Arrieros: 27 de agosto y Ollantay (frente al Martadero)
  • Frente al estadio Capriles
  • Pza de la Bicicleta: Daniel Campos e Ingavi.
  • Algún lugar en la laguna Alalay
  • Pque del Poeta: Humboldt y Francisco Toledo (salida oeste del puente colgante peatonal)

Queremos encontrar un buen lugar. No tenemos apuro.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Gomero anillado

Gomero de hoja mediana, de veinte a treinta años, en la calle 16 de Julio entre avenida Aroma y calle Uruguay, fue anillado, por lo fresco del corte, supongo que en los últimos días.

Una semana después. Vi en el Facebook "Colectivo Arbol - No a la tala de arboles urbanos en Santa Cruz", Youtube https://www.youtube.com/watch?v=VgbNAi2STcI, una intervención en el anillado. Averiguaré más del asunto, para intervenir en el gomero referido.

Dos semanas después. Gente del grupo "No a la tala de árboles en Cochabamba" estuvo allí. Recubrieron la herida con una materia compuesta de aserrín, mínimos restos vegetales, tierra y algo más, materia que dejaron en abundancia junto a la base del árbol. Habrá que ir seguido a regarlo. Pusieron un letrero que dice (mayúsculas) "Mutilar un árbol es un crimen una vergüenza..." Copio la foto que ese grupo puso, antes de su acción curadora del árbol.



Tres semanas después. Anoche, echaba la botella de dos litros y medio de agua que le llevo al árbol desde hace unos días, cuando salió un hombre de la puerta inmediata, me preguntó que qué cosa era lo que echaba al árbol, alzó la botella del suelo, y dijo, amenazante, que la haría analizar. Calmándolo, le dije que tomaría de la botella para mostrarle que no encerraba nada malo. Acercó la botella a mí, pretendiendo hacerme tomar... En mis manos tomé la botella y tomé de ella un largo trago. Me contó algo de su problema cuando los del grupo No a la tala de árboles fue a curar el gomero: hubo sospecha en su contra de ser el causante del desconchamiento o anillado del árbol. Siguió hablando: hirió al árbol un viejo en bicicleta... ¡Yo soy un viejo en bicicleta! Vaya, ¿busca este tipo incriminarme?

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Otro árbol anillado, cerca del gomero referido. Un molle, que hace muchos años me impresionó por la verticalidad de la caída de sus ramas, sito en la avenida Oquendo, menos de media cuadra al norte de la esquina con Aroma. Debe tener unos 40 años, es grande. El anillado debe haberle sido infligido hace al menos tres años; el árbol sobrevivió a él, lo superó.

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Un año después, en mayo de 2017, el gomero está sano, pronto a acabar de recuperarse de la herida que le hicieron.

martes, 10 de mayo de 2016

Feria Internacional de Cochabamba

Acaba de terminar la feria internacional.

No voy a comentar sobre la feria en sí, porque no estuve, sino sobre un fenómeno paralelo relacionado: parece que es parte de la tradición que durante la duración de la feria el circuito Bolivia, la avenida que rodea la laguna Alalay, se hace de una sola dirección a partir del mediodía. Me dicen que es porque en la feria se consumen cantidades enormes de alcohol, y luego los antisociales al volante, que ya son peligrosos sobrios, se vuelven todavía más peligrosos. Puede ser. También me dicen que desde que utilizan este sistema de dirección única los accidentes disminuyeron. También puede ser. Habría que ver las estadísticas para verificar.

Con el circuito Bolivia en una sola dirección la precariedad de la ciudadanía mansa (peatones y ciclistas) por esa zona aumenta de modo importante. Cruzar la avenida se transforma en una actividad de alto riesgo. Por alguna razón hay un acuerdo tácito entre los energúmenos conductores de esas máquinas asesinas de que en esos días y en esa zona no hace falta respetar los semáforos y de que cualquier velocidad es permitida. Para los que, por cuestiones de geografía, no tenemos más opciones que cruzarla, es una situación muy desagradable.

Es como si estos prepotentes y antisociales (repito 'antisociales' porque es una característica de los vehículos a motor que no se acentúa lo suficiente, en mi opinión) se estuvieran tomando revancha de los tres días anuales sin auto: "Ustedes tres veces al año nos obligan a renunciar a nuestros vehículos violentos por varias horas en contra de nuestra voluntad; ahora nosotros tenemos dos semanas en donde podemos sacar a pasear nuestros más bajos instintos agresivos (y antisociales, dicho sea de paso), así que no se nos pongan adelante porque la van a pasar mal."

No es difícil imaginarse una explicación no sólo plausible sino altamente probable de cómo se ha llegado a esta situación, mezcla rara de triste e indignante. Restringir el consumo indiscriminado de alcohol en la feria habría sido malo para los negocios. Aumentar el control policial para evitar conductores en estado de embriaguez, también. Aunque estas dos posibilidades son las que más beneficiarían a la sociedad, no se adoptaron. En cambio, los organizadores de la feria se las arreglaron para que se utilice un sistema que le pasa el costo a los tontos que vamos a pie o en bicicleta.

¡Qué suerte que se terminó la feria, y con ella esta situación vergonzosa!

lunes, 9 de mayo de 2016

Ciclo

Subo por la Adela Zamudio. La bicicleta está sólida de una sola pieza, rica. De vez en cuando sigo yendo a Tiquipaya en la noche. Nadie me va a quitar la subida de esta calle a esta hora, contraflecha.

A la vuelta, casi medianoche, bajo desde la aldea SOS, articulando en voz baja la letra de una canción, y empiezo a cantar en voz alta, muy poca gente camina por este lugar a esta hora. Freno para eludir uno de los siete o ocho rompemuelles. Paro para acomodar la mochilla. Cuando voy a subir de vuelta, el ciclo me vence, se va al costado, se apoya sobre el piso de asfalto, al lado mismo del canal lateral. Y el tubo del ciclo lastima la tibia o peroné. Un dolor... Pero pasa pronto, en media hora... Tomo la cosa como una advertencia de ir algo más lento, de cuidarme. Reduzco la velo, me cuido.

Llego a casa. Hay todavía dos salidas en bicicleta, ya suelto sin carga, rico.

viernes, 6 de mayo de 2016

Estrella tímida

El cielo sucio opaco del lado de la ciudad donde vivo pide, para ver las estrellas a medianoche, que lo recorra lento, moviendo la cara de naciente a poniente y de vuelta al origen, y que, cuando ubique y pierda un punto de luz, siga recorriendo con la mirada, para, luego, volver al punto donde vi la elusiva cosa que brilla allá lejos arriba, o cerca de ese punto, pues si me fijo en ella de primera intención, ella se va, se apaga; en cambio si la dejo en su lugar, al volver a ella, durante un solo rato, la sorprendo y ella no tiene otra que dejarse ver. Pero luego pronto desparece. Entonces, miro el campo grande del cielo, cerca del centro del cual está la subsumiente luz, sin enfocar de frente en ella, voy llevando los ojos alrededor, a buena distancia, de ese punto medio, me apoyo en otra estrella cercana, con luz un poco más fuerte, sin quedarme en esta otra ella, y el punto luz buscado, la estrella pequeña, vuelve a verse, apenas, entre el borde exterior del centro de mi foco y la zona interna de su periferia.

Recuerdo de hace unas semanas, a eso de las ocho de la noche, la luna uno o dos días después del cuarto creciente, ubicada al nortenoroeste, y debajo de ella una estrella de brillo medio, y más abajo, alineada, otra estrella muy brillante. Rico, como representando la forma de una joya o de un arma de arrojar.

Y esas mismas dos estrellas, semanas después, me pareció que se fueron acercando, como para cruzarse. ¿Ocurre esto? Debo seguirlas viendo, a ver qué hacen, por dónde se va cada cuál.

Octubre del año pasado.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Yo busco

La estrella que veo usa un túnel entre nubes para llegarme. Busco, lanzando la vista, otra estrella. Algo brilla cerca de mí. Enfoco la mirada inmediata. Es una gota de agua, mínima, atrapada por los hilos de un tela de araña que enlaza las ramas de periferia de los dos jóvenes molles que tengo al frente. Recoge el líquido y me da la luz de alguna humana fuentecilla luminosa del barrio. Vuelvo a buscar estrellas, estirándome hacia otro costado del cielo.

martes, 3 de mayo de 2016

Una de Granada y una de Cochabamba

Después de Londres y antes de volver a América (Latinoamérica, para los que creen erróneamente que América es el nombre de un país) viví dos años en Granada, Andalucía, España, Europa, planeta Tierra. Granada tiene algunas características en común con Cochabamba. Las dos son ciudades relativamente pequeñas, relativamente planas, ideales para andar en bicicleta, rodeadas de cerros y zonas agrícolas agradables para pasear, con una universidad importante, lo que les da un alto porcentaje (también relativo) de estudiantes. En las dos ciudades hay chirimoyas y muchas calles de piedra. Granada tiene un barrio construido sobre un cerro, el Albaicín, que se levanta frente a la Alhambra, palacio árabe construido hace cientos de años. Nosotros tenemos Alto Cochabamba y Cerro Verde que se levantan frente a la laguna Alalay. Casi parecido.

Cuando llegué a Granada se acababa de realizar la primera masa crítica de la historia de la ciudad. Participé en la segunda, y en todas las demás por los dos años siguientes. Según me contaron, en la primera eran seis ciclistas. En la segunda, donde estuve yo, eramos ocho, y conseguimos convencer a dos adolescentes que estaban paseando por la plaza, lo que nos llevó a un número de diez. Por los primeros cinco o seis meses fuimos creciendo gradualmente hasta estabilizarnos en unos 40, de los cuales alrededor de la mitad éramos habitués. La metodología era similar a la descripta en la masa londinense: un lugar y día fijo, el último o primer viernes de cada mes (no recuerdo exactamente), y salir a pedalear por distintos barrios.

Luego de cuatro o cinco masas, surgió la idea de comenzar a reunirnos para hablar de temas relacionados con el tráfico, transporte, etc. En la universidad hay un lugar comunal de estudio con mesas y sillas que está prácticamente vacío los viernes. Entonces los viernes de masa íbamos a la masa, y los demás viernes nos reuníamos ahí. A las pocas reuniones formamos un grupo llamado Granada Vía Verde con un blog y actividades que se nos ocurrían. Por ejemplo, una vez el alcalde hizo declaraciones diciendo que 'en Granada no hay ciclistas'; entonces organizamos un paseo por la ciudad disfrazados con sábanas y cadenas, diciendo que éramos los 'ciclistas fantasma de Granada', y otras tonterías por el estilo.

La mejor idea que tuvimos en Granada Vía Verde fue hacer un taller semanal gratuito de bicicletas en una plaza céntrica, donde teníamos algunas herramientas especializadas y varias herramientas genéricas para hacer reparaciones y ajustes. También teníamos algún conocimiento fragmentario de los mecanismos básicos de las distintas partes de la bici, y los compartíamos entre nosotros. Siempre vienen bien para salir de un apuro.

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En Cochabamba, aunque hay bastantes ciclistas auténticos (de los que usan la bici como medio de transporte, no de los que manejan auto toda la semana y salen a pasear en bici los domingos), hace falta recuperar la cultura y orgullo ciclista que, según me contaron, existieron alguna vez en la ciudad.

Como un paso (o una vuelta de pedal) en esta dirección, este sábado comenzará a hacerse un taller gratuito de bicicletas en la plaza San Sebastián (también conocida como plaza Esteban Arze, al pie de la Colina San Sebastián) todos los sábados a la mañana. Se cobrarán los parches (muy poco) para reponer el material, pero no el uso de las herramientas, incluido inflador ("el aire es gratis" como dice uno de los colegas).

También nos gustaría comenzar a hacer paseos en bicicleta los domingos a distintos lugares de los alrededores, como a la Angostura, la Maika, Tiquipaya, etc. Lugares fáciles a ritmo tranquilo. Pasen a charlar algún sábado y ajustamos los detalles.

lunes, 2 de mayo de 2016

Moderación, el límite

Me siento en el vano de la puerta cerrada de una tienda. A mi lado una mujer de mucha edad, a la que no conozco. Fumo. Ella se pone a hablar, para mí : que estas casas (las del frente, son varias, son de tres y más pisos) se construyeron en una buena época; que entonces no habían estas barrigas (habla de los sobrantes, colgantes de dos mujeres de edad media, que pasan ante nosotros), que (a tales personas) se les va el cuerpo, que ellos comen y siguen comiendo, cuando, viendo que ya es suficiente, deberían parar, dejar de comer..., en su familia, dice, no hay, no había nadie gordo: el cuerpo así no más, como es (y llevando ambas manos a sus costados, las desliza, sin tocarse, hacia abajo, mostrándose). Luego, habla de que los campesinos... tal y tal otra cosa, en el tiempo de la revolución del emenerre; que los patrones huyeron (de sus propiedades rurales), dejando allí sus cosas, hasta tesoros, para salvar sus cuerpos (así lo dijo).

Esto me recuerda lecturas recientes sobre dónde poner uno el límite : hasta aquí, bien; más allá de aquí estará mal, pues sobra; basta, se acabó; a otra cosa, muchacho.