miércoles, 15 de febrero de 2017

Poeta acosado en Nicaragua

El escritor uruguayo Fernando Butazzoni, que de 1978 a 1980 fue integrante y combatiente del FSLN, publicó una carta que ha recibido apoyo y difusión de otros intelectuales y artistas, y cuyo texto se reproduce a continuación:

Carta abierta a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua

Montevideo, 12 de febrero de 2017.

Daniel: ¿Te acordás cuando me dijiste, allá en El Chipote, que admirabas a Ernesto Cardenal y que él era una gloria de Nicaragua? En aquel momento todos estábamos felices porque El Chipote, en el mismo corazón de Managua, ya no era un lugar siniestro. Estaba por fin lleno de luz, de muchachos y muchachas que no tenían miedo. Hasta las aguas de la laguna de Tiscapa parecían menos oscuras.

Eso fue por agosto o septiembre de 1979, cuando la revolución recién empezaba. Aquella tarde viniste al campamento con Javier Pichardo, el Emilio del Frente Sur, y con otros compañeros comandantes. También estaba el flaco Alejandro, y estaba la China a mi lado, un poco asustada, y estaba el Braulio, que después fue embajador, y la hermana de Marisol que parecía una niña disfrazada de soldado. ¿Te acordás?

Luego resultó que tu admiración por el poeta Ernesto Cardenal se convirtió en odio y persecución. Y ahora, casi cuarenta años después, vos y tu mujer siguen ensañados con él, y con trapisondas legales lo quieren humillar sacándole los pocos reales que pueda tener, confiscándole la casa donde vive y dejándolo en la calle. Por cierto que él es un opositor a tu gobierno, pero la revolución sandinista se hizo también para eso: para que los opositores no tuvieran que andar escondidos, para que no los persiguieran ni los torturaran allí, justo allí, en El Chipote donde vos habías estado preso. Vos dijiste que la revolción se hizo para la libertad. ¿Qué pasó, Daniel? ¿Te olvidaste de todo aquello?

En 1979 vos y yo éramos jóvenes. El flaco Alejandro, la China y el Braulio también. Pero Cardenal ya era un cincuentón de barba blanca, un cura flaquito y siempre tímido. Él ya era un patrimonio nacional. Por eso lo nombraste ministro de Cultura, porque su prestigio engalanaba tu gobierno.

Hoy él es un anciano de 92 años, y es un patrimonio del idioma y de toda América Latina. Tiene mucho más prestigio ahora que en 1979. A vos, Daniel, no te pasa lo mismo, aunque tenés mucho más poder y mucha más plata que en aquel entonces. Él es un cura decente, pobre y revolucionario, admirado en todo el mundo. Vos sos apenas un reyezuelo atrapado en su palacio, dizque casi un príncipe consorte.

Todos sabemos que bastaría un gesto emanado de tu corte para que cesen los acosos y el encarnizamiento contra Ernesto Cardenal. Somos miles los escritores y artistas que, en todo el mundo, te exigimos desde hace años que dejes en paz al poeta. Muchos piensan que reclamártelo una vez más es un gesto inútil. En todo caso es un gesto de dignidad que bien merece el pueblo de Nicaragua. Te pido que lo consideres.

Sé que una carta abierta es un método de comunicación bastante reprobable. Pero en este caso es la única manera de intentarlo, ya que tu embajador en Montevideo, el hijo de Licio Gelli, no me merece ninguna confianza, y allá en tu palacio me tienen prohibida la entrada.

Fernando Butazzoni. Ex combatiente del FSLN, ex oficial del Ejército Popular Sandinista.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/2/deja-en-paz-al-poeta/

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Ernesto Cardenal, condenado a pagar 800.000 dólares, dijo que es víctima de una “persecución política”

El nicaragüense Ernesto Cardenal, nacido en 1925, es una figura excepcional, entre otras cosas porque no son muchos, actualmente, los sacerdotes católicos con un amplio reconocimiento internacional como poetas. También tuvo una fuerte singularidad su apoyo en los años 70 al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que reforzó la imagen de la revolución sandinista como un movimiento inusualmente vinculado con las artes, y en especial con la literatura.

En 1966, Cardenal había fundado, en una de las islas del archipiélago de Solentiname, una comunidad cristiana de orientación contemplativa, que se transformó mucho con el paso de los años: por un lado, e incorporando a campesinos locales, se orientó hacia la producción artística y artesanal; por otro, la reflexión de sus integrantes acerca de la realidad del país y del Evangelio llevó a que varios jóvenes se comprometieran con la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza y participaran en el ataque a un cuartel. En represalia, Somoza dispuso en 1977 que se arrasaran e incendiaran las instalaciones de la comunidad (un cuento de Julio Cortázar, llamado “Apocalipsis en Solentiname” y publicado en 1976, recuerda una visita de ese escritor a la comunidad y anticipa su destrucción).

Cuando el FSLN derrocó a la dictadura de Somoza en 1979, Cardenal fue el primer ministro de Cultura del gobierno encabezado por Daniel Ortega, y esto le valió en 1983 una reprimenda pública del entonces papa católico Juan Pablo II, que un año después suspendió en el ejercicio del sacerdocio al poeta. Paralelamente, en 1979 la comunidad de Solentiname fue reconstruida con apoyo del gobierno alemán, y allí comenzaron a desarrollarse tareas de alfabetización, de educación artística y de formación de líderes campesinos. Según la escritora nicaragüense Gioconda Belli, en Solentiname se “creó quizás la única verdadera utopía funcional que ha logrado existir en América Latina”.

Luego de que el FSLN perdió las elecciones de 1990, crecientes discrepancias de Cardenal con Ortega y con su esposa, Rosario Murillo, lo llevaron en 1994 a una ruptura con esa organización, y desde que esta volvió al gobierno en 2006 el sacerdote suspendido no ha callado sus críticas a Ortega y Murillo, que actualmente son presidente y vicepresidenta de Nicaragua. Así se convirtió nuevamente en un símbolo, pero del malestar y la indignación de quienes depositaron grandes esperanzas en el sandinismo y hoy consideran traicionados sus ideales. “Mientras el gobierno de Nicaragua quiere empequeñecerlo, su figura y su poesía siguen siendo una inspiración en el mundo entero”, afirmó hace unos años Belli, también alejada del FSLN.

En 1990, algunas instalaciones de la comunidad de Solentiname se convirtieron en un hotel, para albergar a los numerosos visitantes que se acercaban a conocer esa experiencia. Alejandro Guevara, un campesino del lugar que había sido formado por Cardenal, quedó a cargo de la administración, y cuando falleció fue sucedido por su viuda, Nubia del Socorro Arcia Mayorga, quien tiempo después reclamó el hotel como herencia y decidió demandar a Cardenal. El representante legal de Arcia en esa demanda fue José Ramón Rojas Méndez, quien antes había defendido a Ortega cuando Zoilamérica Narváez, hija de Murillo en un matrimonio anterior, acusó al líder sandinista de haber abusado sexualmente de ella durante casi dos décadas, desde que ella tenía 11 años de edad.

Ahora, tras un largo proceso, la Justicia nicaragüense condenó a Cardenal a pagar 800.000 dólares por “daños y perjuicios, daños emergentes, lucro cesante, deterioro de bienes de propiedad y pérdida de activos ocasionados al incumplimiento de su obligación contractual”. El poeta sostiene que eso es parte de una persecución política contra él impulsada por Ortega y Murillo, con la complicidad de jueces que han perdido su independencia. Lo apoya una gran cantidad de escritores e intelectuales nicaragüenses; entre ellos, como era esperable, el célebre escritor Sergio Ramírez, ex comandante sandinista y vicepresidente de Ortega de 1985 a 1990, que rompió en los años 90 con el FSLN y es muy crítico de su orientación actual. Ramírez destacó que en La revolución perdida, un libro de memorias de Cardenal, consta su juicio “sobre quienes malversaron aquel proceso en el que él se comprometió a fondo, desde su fe y desde sus convicciones espirituales”.

DQ MP

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/2/ernesto-cardenal-condenado-a-pagar-800000-dolares-dijo-que-es-victima-de-una-persecucion-politica/

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El pasado año Ortega logró imponer su cuarta reelección tras forzar una ilegal reforma a la Constitución nicaragüense, llevando a su mujer Rosario Murillo como Vicepresidenta del país. Y debido a que esa nueva Constitución es permisible con el nepotismo como forma de enriquecimiento familiar malversando fondos públicos, la pareja presidencial ha colocado a sus siete hijos en puestos claves de la administración estatal, ante lo cual los líderes marginados del sandinismo histórico, como Ernesto Cardenal, se han puesto al frente…

© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando en Brasilia

((pie de foto)) El sacerdote y poeta sandinista en 1980, cuando su experiencia guerrillera le llevó a proclamar la Teología de la Liberación. Hoy es perseguido por el régimen que ayudó a erigir. | Foto Koen Wessing

((pie de foto)) El cura de la guerrilla sandinista junto al comandante Fidel Castro, en 1978. | Foto Archivo FSLN

“Estamos en una dictadura, soy un perseguido político de la pareja presidencial, y no te puedo hablar más”, dijo este martes el sacerdote y poeta sandinista Ernesto Cardenal Martínez, según publica hoy La Prensa de Managua, a pocas horas de conocerse la reapertura de una demanda judicial que le obliga a pagar una extorsión de $us 800.000 (casi un millón de dólares) por decisión del goberno que preside el también sandinista Daniel Ortega, por supuestos “daños y perjuicios” a una tercera persona.

Cardenal se ha distanciado radicalmente de Daniel Ortega —junto a otros destacados líderes históricos del sandinismo— por la desviación nepótica que conduce el presidente nicaragüense en su gobierno que tiende a convertirse en una dinastia similar a la de la familia Somoza antes de la revolución de 1979.

LA REVOLUCIÓN CORROMPIDA | El pasado año Ortega logró imponer su cuarta reelección tras forzar una ilegal reforma a la Constitución nicaragüense, llevando a su mujer Rosario Murillo como Vicepresidenta del país. Y debido a que esa nueva Constitución es permisible con el nepotismo como forma de enriquecimiento familiar malversando fondos públicos, la pareja presidencial ha colocado a sus siete hijos en puestos claves de la administración estatal, ante lo cual los líderes marginados del sandinismo histórico, como Ernesto Cardenal, se han puesto al frente.

El gobierno de Ortega enjuicia a Cardenal por una disputa de terrenos localizados en la isla Solentimane, donde el escritor y Teólogo de la Liberación fundó en la década de los sesenta, hace mãs de 50 años, una comunidad de pescadores y artistas ecologistas famosa mundialmente. En esa isla el poeta y sacerdote recién ordenado pasaba sus vacaciones leyendo las obras completas de Rubén Darío, dirigía la misa de Semana Santa y escribía sus primeras obras poéticas como el célebre “El Evangelio de Solentiname”. El conflicto fue generado en los años ochenta a raiz de la disputa propietaria de un hotel de la comunidad en los predios. El gobierno de Ortega reactualizó el caso para desatar una persecusión judicial contra Cardenal, según La Prensa.

El gobierno se puso del lado de una mujer que demanda a Cardenal reclamando un supuesto derecho hereditario sobre un hotel que es de propiedad comunitaria y fue construído con financiamiento de una ONG alemana. La demandante, que le exige a Cardenal el pago de $us 800.000 en una extorsión apoyada por fiscales y jueces, es representada por el abogado José Ramón Rojas Méndez que defendió a Daniel Ortega cuando, en 1998, éste fue acusado por su hijastra Zoilamérica Narváez Murillo de haberla violado. (Zoliamérica es hija del primer matrimonio de la actual vicepresidenta Rosario Murillo de Ortega, quien negó la acusación desautorizando a la víctima y defendiendo al presunto violador, lo cual “potenció” políticamente a la influyente esposa, pues Rosario defendió encarnizadamente a su marido frente a otras dos graves denuncias de violación de menores).

((pie de foto)) El faraónico canal chino de la familia Ortega

El canal proyectado destruirá en Gran Lago de Nicaragua.

El cuestionado proyecto contra el cual Ernesto Cardenal asume frontal oposición, intenta competir con el Canal de Panamá abriendo una colosal brecha sobre un extenso territorio boscoso de Nicaragua para conectar los océanos Pacífico y Atlántico. El proyecto que comenzó a ejecutarse en abril del 2015, tendrá un costo de 50.000 millones de dólares, cuatro veces más que el PIB de Nicaragua. Con 278 kilómetros de largo, será casi tres veces más extenso que el de Panamá, que tiene 77 kilómetros.

((pie de foto)) Laureano Ortega Murillo negoció personalmente con el chino Wang Jing la construcción del futuro Canal de Nicaragua. | Foto La Prensa

La obra ya fue concesionada en 2014 a la constructora china HKND que recibió una concesión de 50 años por los derechos de construir el canal y otros 50 años para administrarlo por cuenta propia. El dueño de HKND es un oscuro empresario chino llamado Wang Jing.

Aunque Ortega y su família sostienen lo contrario, connotados economistas y expertos ambientalistas advierten que esa gigante obra no generará benefícios de impacto en la economía nacional y más bien producirá un desastre ecológico al destruir la cuenca biológica del Gran Lago de Nicaragua que está en medio de la ruta trazada.

Ernesto Cardenal catalogó el proyecto como “una monstruosidad”, publicando varios artículos que escribió al respecto.

Según Ortega, el Canal de Nicaragua es una obra “anti-imperialista” ya que le permitiría a China sentar una soberanía compartida con Nicaragua para neutralizar el dominio mercantil de Estados Unidos en la zona. Sin embargo observadores norteamericanos sostienen que la obra podría más bien fortalecer el intercambio entre China y EE.UU.

El comité impulsor del proyecto está encabezado por el segundo hijo de la pareja presidencial: Laureano Ortega, quien desde el año 2009 ejerce, con rango de Ministro, el cargo de asesor de la agencia de promoción de inversiones Pro Nicaragua, y desde allí se encargó de negociar con el empresario chino Wang Jing la construcción del Canal Interoceánico, como un negocio familiar-estatal ya que el hijo de la pareja presidencial está vinculado a un conglomerado de empresas locales de servicios que esperan adjudicarse subcontratos con el consorcio chino, según revelaron disidentes sandinistas que respaldan a Ernesto Cardenal.

“Laureano es todo un personaje en Nicaragua y es conocido por sus relojes de marca y trajes finos. Además es tenor, con una activa participación en la ópera local”, escribió el periodista Alejandro Tapia en una crônica publicada por La Tercera de Santiago el 13 de agosto del pasado año.

Laureano Ortega Murillo es considerado el “sucesor nato” de su padre Daniel Ortega en la Presidencia de Nicaragua, junto a su madre la actual vicepresidenta Rosario Murillo.

La familia más feliz del mundo

((pie de foto)) El organigrama nepótico. | Elaboración Sol de Pando en base a diseño original de La Tercera

((pie de foto)) Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, después de votar en las elecciones que los encumbraría como Presidente y Vicepresidenta de Nicaragua. | Foto AFP

Pero no solamente es el hiperactivo Laureano el único vástago de la pareja presidencial que gobierna sobre el destino de los nicaragüenses junto a sus padres. Los otros seis hermanos Ortega Murillo también ejercen cargos decisivos dentro la administración “revolucionaria” y “anti-imperialista”.

El mayor de ellos, Rafael Ortega, está a cargo de los negocios locales. Investigaciones periodísticas de la prensa independiente de Nicaragua revelaron que Rafael administra el lucrativo negocio de la distribución del petróleo. Desde que llegó al poder en 2007 el presidente Ortega ha recibido abundante apoyo del gobierno de Venezuela: una ingente cooperación petrolera que suma más de 3,500 millones de dólares, que ha permitido crear y controlar todo el sistema de distribución de combustibles del país. “Ni una gota de gasolina se vende en Nicaragua sin que genere jugosas ganancias a la familia. La Distribuidora Nicaragüense de Petróleos (DNP), que cuenta con gasolineras en todo el país, está en manos de Yarida Leets, esposa de Rafael Ortega Murillo”, informó el periodista de El País de Madrid Carlos Salinas, citando una investigación del diario La Prensa de Managua.

Los otros hijos de la pareja presidencial son empresarios de medios de comunicación. La ingente cooperación venezolana ha permitido que la familia controle los medios en Nicaragua, desde radios, televisoras hasta portales digitales. “Juan Carlos Ortega, un joven desgarbado que estudió periodismo y gustaba formar parte de grupos de rock en sus tiempos de estudiante, ahora es el poderoso director de Canal 8, un medio proclive a la nota roja, con noticias de accidentes, trifulcas en los barrios y misógino. En Canal fue comprado en 2009 por un monto superior a los diez millones de dólares salidos de los fondos venezolanos. Maurice, Daniel Edmundo y Carlos Enrique controlan también los canales 4, 9 y 13, también de la familia, y el Canal 6, supuestamente la estación pública, pero que es manejada como negocio familiar. La familia Ortega mantienen bajo su mando la Nueva Radio Ya, Radio Nicaragua y Radio Sandino, además del portal 19digital, voz oficial del Ejecutivo”, detalla el periodista de El País.

Camila Ortega Murillo es también “una boyante empresaria de las comunicaciones, además de mantener su pasión: el modejale y la moda. Ella es la voz que manda en un evento llamado Nicaragua Diseña, donde jóvenes diseñadores intentan abrirse paso, aceptando las órdenes de la joven Ortega”, refiere Carlos Salinas.

“Y para que todo quede en familia, en 2010 Maurice se casó con Blanca Javiera Díaz, hija del jefe de Seguridad Pública y subdirector de la Policía Nacional, Francisco Díaz. Hoy, Díaz ocupa la Dirección de la Policía de Managua”, añade Alejandro Tapia de La Tercera.

EL TRIUNFO DEL ESTALINISMO DINÁSTICO

“Ortega ya tiene todo el poder y un partido único”, dijo el sandinista Sergio Ramirez en uma entrevista con el periodista chileno Alejandro Tapia de La Tercera.

Sergio Ramírez es un escritor de larga trayectoria, que entre 1985 y 1990 ejerció como Vicepresidente de Nicaragua durante el gobierno sandinista del mismo Daniel Ortega. Ramirez es uno de los líderes históricos del sandinismo que respalda a Ernesto Cardenal.

“Ya tiene todo el poder”—dice el ex Vicepresidente hablando de Ortega—. “Todas las instituciones civiles y militares, sin excepción están bajo su control. En la Asamblea Nacional no queda ya ninguna voz independiente después del zarpazo que quitó la totalidad de los escaños a la oposición. Y esto incluye los poderes del Estado, y aún las universidades públicas que funcionan también bajo el control político oficial… Hasta hace poco los expertos políticos no se atrevían a decidirse si esta era una democracia limitada, un gobierno autoritario, o simplemente una dictadura. Hoy queda claro ante el más benévolo de esos analistas, que se trata de un régimen camino del partido único, a la usanza más obsoleta. Ahora se trata de seguir avanzando en el control social de la población, y anular todo espacio de vida independiente en el país. Sólo queda una estación de televisión libre, y un diario….”.

De los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que dirigió el destino de Nicaragua entre 1979 y 1990, sólo uno forma parte del actual gobierno del ex comandante y Presidente Daniel Ortega: Bayardo Arce, quien es asesor económico de la Presidencia. Del resto dos fallecieron, tres son críticos del gobierno y los otros dos “indiferentes”.

“El Frente Sandinista ha sido convertido por Ortega en un grupo de poder familiar regido, sin ningún contrapeso, por él y su esposa”, afirmó a La Tercera el ex comandante sandinista Luis Carrión, uno de los nueve miembros de la histórica Dirección Nacional del FSLN. “Ni el Frente Sandinista ni el Estado tienen instituciones. Todo se subordina a la voluntad de la familia gobernante….”.

“Es una dictadura dinástica familiar que se basa en el control total de las instituciones” planteó a La Tercera, Dora María Téllez, otra ex comandante sandinista y ex compañera de armas de Ortega, de quien tomó distancia en los 90.

Misa Guerrillera, Nicaragua 1978, Padre Ernesto Cardenal | VIDEO https://www.youtube.com/watch?v=StnBGHMoqZU

Fuente: http://www.soldepando.com/cardenal-peseguido/

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Qué piensa el viejo indígena araweté de los blancos mientras su mundo es destruido?, por Eliane Brum

El Brasil etnocida avanza en la Amazonia del Estado de Pará: primero Belo Monte, ahora Belo Sun

7 FEB 2017

((pie de foto)) Belo Monte Un indígena Araweté en una reunión en el centro de convenciones de Altamira, en el Pará (Brasil). Lilo Clareto

Era un anciano. Su pueblo, los arawetés. Tenía el cuerpo rojo de urucú. El cabello en un corte redondeado. Y estaba sentado recto, con las manos abrazando el arco y las flechas delante de él. Se quedó así durante cerca de 12 horas. No comió. No se dobló. Yo lo miraba, pero él jamás estableció contacto visual conmigo. Frente a él, líderes indígenas de los varios pueblos afectados por Belo Monte se turnaban en el micrófono para exigir el cumplimiento de los acuerdos por parte de Norte Energia, la empresa concesionaria de la hidroeléctrica, y el fortalecimiento de la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI). Él, como otros, no entendía el portugués. Estaba allí, sentado en una silla de plástico roja, en el centro de convenciones de Altamira, en Pará. ¿Qué veía? Hace 40 años, él y su pueblo ni siquiera sabían que existía algo llamado Brasil. Posiblemente eso siga no teniendo ningún sentido, pero ahora él estaba allí, bajo las lámparas, sentado en una silla de plástico rojo, esperando a que su destino sea decidido en portugués. ¿Qué veía?

No sé qué veía. Sé lo que veía yo. Y lo que vi me hizo alcanzar no una dimensión de él, sino de mí. O de nosotros, "los blancos". Siempre que escribo sobre los meandros técnicos y jurídicos de Belo Monte, y ahora también de Belo Sun, sé que pierdo algunos cientos de lectores por frase, por más que simplifique lo que es complejo. Porque el lenguaje de la justicia, así como el de la burocracia, con todas sus siglas, está hecho para producir analfabetos incluso en quien tiene un doctorado en lengua y literatura. ¿Pero qué les queda a los indígenas que se esfuerzan por expresarse en la lengua de aquellos que los destruyen en el mismo momento en que la vida es destruida? ¿Qué le queda al viejo araweté sentado allí durante casi 12 horas? No tiene elección, ya que estas son las palabras con las que le aniquilan la existencia.

Los líderes de los varios pueblos indígenas afectados por Belo Monte, los que hablan portugués, denunciaban la imposibilidad de la vida después de que la hidroeléctrica se impusiese en el Xingú. Exigían que Norte Energia cumpliese con sus obligaciones legales para restablecer las actividades productivas en las aldeas y para que pudiesen superar la situación de inseguridad alimentaria. La reunión, el miércoles (26/1), era una respuesta a la protesta de los indígenas en el Ministerio Público Federal en Altamira, seguida de la ocupación de la oficina del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) en la ciudad. Antes podían exigir el cumplimiento de los acuerdos parando las obras de Belo Monte, pero ahora que la planta ya opera el poder de presión disminuye y lo que ya era grave se vuelve aún peor. En presencia del nuevo presidente de la FUNAI, Antônio Fernandes Toninho Costa, los indígenas exigían el fortalecimiento del órgano que debería protegerlos y que desde hace a ños viene sufriendo un desmantelamiento promovido por sectores y políticos vinculados a la agroindustria, de ojo en las ricas tierras indígenas, y hoy tan íntimamente entrelazados con el Gobierno Temer.

((pie de foto)) Belo Monte Thais Santi, procuradora de la República, entre Hugo Loss, jefe de la oficina del Ibama en Altamira, a la izquierda, y Antonio Costa, presidente de la Funai. Lilo Clareto

La reunión era crucial porque la situación es desesperante. Hay relatos de hambre y de aumento de las enfermedades en parte de las aldeas. Durante la construcción de la hidroeléctrica, el llamado Plan de Emergencia debería haber fortalecido a los indígenas ante la magnitud de lo que sucedería. En vez de ello, se convirtió en un mostrador donde se cambalacheó con la vida de los pueblos originarios. Durante cerca de dos años, Norte Energia les dio una especie de paga a los pueblos indígenas afectados, 30.000 reales (9.621 dólares) en mercancías para cada aldea al mes. Era un instrumento de cooptación y corrupción de los caciques para minar la resistencia a la construcción de Belo Monte.

((pie de foto)) Belo Monte Gilberto Veronese, superintendente de Asuntos Indígenas del Norte Energía S.A., empresa concesionaria de Bello Monte. Lilo Clareto

Aldeas se dividieron. Indígenas dejaron de cultivar los campos para comer productos industrializados. La desnutrición infantil se disparó, así como los casos de diarrea. Al mismo tiempo, la FUNAI, que debería protegerlos del monumental emprendimiento en el Xingú, río sagrado para los pueblos indígenas, dejó de tener jefes de puesto en las aldeas y fue convenientemente debilitada en la región. El plan de emergencia para contener el impacto representado por la construcción de la hidroeléctrica, al convertirse en un mostrador en el que incluso indígenas de reciente contacto negociaban directamente con la empresa, se convirtió en el mayor impacto. Tanto que la fiscal de la República en Altamira, Thais Santi, presentó una demanda contra el Estado y Norte Energia por etnocidio —exterminio cultural— de los pueblos indígenas.

((pie de foto)) Belo Monte Un indígena golpeado por Bello Monte durante una reunión en Altamira. Lilo Clareto

Hoy en día, la situación es considerada por los observadores aún más grave. El río ha sido alterado por la represa y la supervivencia de los indígenas está amenazada. Pero, en vez de responsabilizar al Estado, en todas sus instancias, el Gobierno de Pará concedió, el 2 de febrero, la licencia de instalación de otro gigantesco proyecto: el de extracción de oro por parte de la empresa canadiense Belo Sun en Volta Grande do Xingú, justo al lado de Belo Monte. La región, que ya ha sufrido un impacto extremo debido a la hidroeléctrica, ahora sufrirá un nuevo impacto, en una superposición cuyas consecuencias no han sido dimensionadas. La FUNAI reiteró que el estudio que trata del licenciamiento ambiental es "inapto a su presentación a las comunidades indígenas", por no cumplir con criterios básicos, y que no hay ni siquiera "datos primarios" sobre las tierras indígenas más cercanas al lugar de explotación minera. Harían falta al menos seis años de seguimiento de Volta Grande tras Belo Monte para analizar la viabilidad o no de un nuevo emprendimiento en la región. Pero la FUNAI fue ignorada. Para los pueblos indígenas, es una especie de renovación del fin del mundo.

Hace una semana, los indígenas denunciaban el impacto de Belo Monte. Hoy se desesperan porque el impacto de Belo Sun va a superponerse al de Belo Monte en Volta Grande do Xingú. Lo peor se anuncia, y lo peor sucede. Ha sido así. Todos los mecanismos de protección de la selva amazónica y de los pueblos indígenas son ignorados —o distorsionados— y el poder judicial se ha mostrado connivente con la ruptura de la ley, como si esta fuese apenas un entramado flojo. ¿Cómo el viejo araweté puede entender eso, él que ni siquiera entiende una lengua en la que la palabra Belo (bello) puede nombrar algo que destruye y mata?

Pintado de urucú, agarrado al arco y a las flechas, sentado en una silla de plástico roja, sin entender la lengua en la que su destino es decidido y su hambre decretada, allí está el viejo araweté. ¿Cómo llegó al centro de convenciones? ¿Qué caminos lo llevaron hasta aquel momento, aquella silla, aquel escenario tan expuesto por las lámparas y, al mismo tiempo, tan encubiertos por negociaciones y subterfugios y borrados?

En opinión de los areweté, son ellos quienes amansan a los blancos

Los araweté saben de nosotros, los blancos, desde hace mucho tiempo. Como cuenta el antropólogo Eduardo Viveiros de Castro en Pueblos Indígenas en Brasil (PIB), una especie de enciclopedia viviente organizada por el Instituto Socioambiental sobre las más de 240 etnias que pueblan el territorio que llamamos Brasil, pero que ellos conocían por otros nombres desde hacía mucho más tiempo, los blancos están presentes en su mitología. Pero el contacto "oficial" tuvo lugar en la década de 1970, en el proceso de implantación de la Transamazônica, el primero de los grandes proyectos promovidos por el Estado y ejecutados por las grandes constructoras de la región. En aquel momento, la dictadura civil-militar inició un trabajo de "atracción y pacificación" de los pueblos indígenas. Según el entendimiento de los Araweté, es importante subrayarlo, lo que ocurrió fue lo contrario: fueron ellos los que amansaron a los blancos.

En 1976 la FUNAI encontró a los araweté precariamente acampados cerca de los campos de los agricultores. Estaban hambrientos y ya enfermos por el contacto con los blancos. En julio de aquel año, los exploradores decidieron iniciar con ellos una caminata de cerca de 100 kilómetros hasta un puesto de la FUNAI. En los 17 días que duró el trayecto, los adultos y los niños iban tropezando durante la marcha. Con los ojos cerrados por una conjuntivitis infecciosa, los araweté no veían ni siquiera el camino. Se perdían en el bosque y se morían de hambre. Niños pequeños, de repente huérfanos, eran sacrificados por adultos desesperados. Mucha gente, demasiado débil para seguir caminando, pedía que la dejasen morir en paz. Al final de la jornada, 73 personas ya no existían, víctimas del contacto y de la caminata. El primer censo realizado por la FUNAI registró 120 supervivientes. Eran, en aquel momento, todos los araweté del planeta.

El anciano sentado en la silla de plástico roja, agarrado a su arco y sus flechas, es uno de los supervivientes del contacto "oficial" con los blancos, 40 años atrás. Y allí está él. ¿Qué ve? ¿Qué son los blancos que negocian su vida en el escenario del centro de convenciones? ¿Qué somos nosotros?

Un salto. Ya no es la Transamazônica rasgada sobre la casa y la vida de los pueblos indígenas del Xingú. Es Belo Monte. En 2013 el antropólogo Guilherme Heurich, del Museo Nacional, presentó un texto mordaz en la sala sexta de la Fiscalía General de la República, en Brasilia: "Lo que Norte Energia hizo durante el Plan de Emergencia fue proporcionar un flujo constante de mercancías en dirección a las aldeas. Norte Energia asumió la postura de gran donante, universal e infinita, y tuvo como intermediarios entre ella y los indígenas tan solo las listas".

Al principio, la FUNAI todavía vetaba pedidos como, por ejemplo, camas convencionales. Después, los caciques pasaron a negociar las listas directamente. Era un mostrador donde se reeditaba la clásica alegoría de 1500, cuando los europeos invasores cambiaron la vida de las poblaciones nativas por espejitos. Quinientos años más tarde, eran lanchas, combustible, televisores, galletas, cheetos, refrescos. Indígenas que no tomaban azúcar pasaron a consumirlo a diario. ¿Cómo eso podría proteger a los pueblos indígenas del impacto de Belo Monte? La violación es explícita. Pero, más de un año después, el Poder Judicial ni siquiera ha decidido si tiene la competencia para juzgar la acción de etnocidio. Para la Justicia brasileña, la muerte cultural de los pueblos indígenas no es un tema urgente.

Para los Araweté, las mercancías de Norte Energía eran la contrapartida de su muerte futura

En una conversación con un araweté, el antropólogo Guilherme Heurich descubrió cómo aquel pueblo entendía el flujo de mercancías hacia la aldea. Las mercancías eran el pepikã,la contrapartida de la futura muerte de todos. ¿Y qué van a matar?, preguntó él. "El agua". ¿El agua? "Sí, el agua de la presa". El análisis de los araweté acerca del porqué del flujo de mercancías hacia la aldea, según el antropólogo, no podría ser más claro y preciso: "Todo aquello que el plan de emergencia distribuyó es el pago anticipado de la muerte que se producirá cuando la aldea sea inundada por las aguas de Belo Monte". Otro araweté propuso una salida para el día en que la presa acabase con la vida en el pueblo: "Vamos a construir una canoa muy grande..., para vivir todo el mundo en medio del río".

Así, el viejo araweté que ahora está ahí, en el centro de convenciones de Altamira, agarrado a su arco y a sus flechas, vivió junto a todos la certeza de que el fin del mundo había llegado. ¿Cómo dimensionar y responder a un impacto de esa magnitud en la vida psíquica? Y ahora allá está él. Sentado en la silla de plástico roja. Inmóvil. Casi 12 horas sin comer, sin doblarse.

El río Xingú y sus afluentes ya no son los mismos. Su pueblo, a orillas del Ipixuna, siente eso día tras día. Otros pueblos, estos de Volta Grande do Xingú, toman el micrófono para contar que Belo Monte cambió radicalmente el río, amenazando su presente e impidiendo su futuro. Y avisan que, si se autoriza el proyecto de minería de Belo Sun, acabará con todo. Belo Sun está lejos de los araweté, pero está muy cerca de las aldeas de otros pueblos, como los juruna y los arara. Lejos y cerca son categorías relativas en un ambiente en que un acontecimiento desencadena numerosos otros en cadena. "Si le dan la licencia a Belo Sun, será el caos. Y quienes sufriremos somos nosotros", dice el cacique Gilliard Juruna, de la aldea Muratu, que a finales del año pasado perdió a un hermano, ahogado en el río en el que había nacido, pero ya no se reconocía.

((pie de foto)) Belo Monte Lilo Clareto

El proyecto de la canadiense Belo Sun, llamado Volta Grande, en el municipio de Senador José Porfirio, fue autorizado pocos días después de la reunión en la que el presidente de la FUNAI reiteró: "La FUNAI ya se ha manifestado. Estamos en contra de Belo Sun". La noticia llegó por primera vez en inglés. La reunión de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Pará (SEMAS), que formalizaría la licencia de instalación de Belo Sun, todavía no había terminado y oficialmente aún no se había concedido ese permiso, pero la empresa canadiense ya había lanzado un comunicado en inglés en el que anunciaba la autorización. En 12 años, la minera canadiense prevé la extracción de 600 toneladas de oro de la región de Volta Grande do Xingú. Serra Pelada, la mayor fiebre del oro vivida en el siglo XX en Brasil, arrancó oficialmente poco más de 40 toneladas de la selva amazónica.

Uno de los ingenieros que firma el informe encargado por Belo Sun, atestando que el proyecto es viable y seguro, es el mismo que firmó el laudo que garantizaba la estabilidad de la presa de Fundão, en Mariana. De acuerdo con un reportaje del Fantástico, programa de la TV Globo, fue acusado de homicidio después de la ruptura que causó uno de los mayores desastres ambientales de la historia de Brasil. Según el Instituto Socioambiental, el proyecto de Belo Sun prevé montañas de basura con aproximadamente el doble del volumen del Pan de Azúcar de Río de Janeiro y la construcción de un depósito de residuos tóxicos. Todo eso en una región que ya sufre un fuerte impacto de Belo Monte. en plena selva amazónica, en el momento en que la humanidad afronta el cambio climático.

((pie de foto)) Belo Monte Los guerreros indígenas fueron a la reunión con sus arcos y flechas. Lilo Clareto

La Defensoría de la Unión y la Defensoría Pública de Pará ya han presentado demandas contra la licencia a Belo Sun. El Ministerio Público Federal (MPF) ya ha interpuesto una demanda en la que afirma que el proceso de concesión de licencias debe ser realizado por el IBAMA —y no por el órgano del Estado de Pará—, ya que hay territorios indígenas en el área de impacto. Otra acción del MPF ya ha anulado en primera instancia la licencia previa del proyecto y hoy libra una batalla de recursos en los tribunales superiores. Pero, incluso con la licencia previa sub iudice, aun así se concedió la licencia posterior, la de instalación. Y ahora Belo Sun, que ya está en Volta Grande desde hace bastante tiempo, tiene permiso oficial para operar. Una vez más, los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales no fueron escuchados, como deter mina la legislación. Pero la connivencia del Poder Judicial con los excesos y omisiones de los Gobiernos ha vuelto la ley menos real que las leyendas de la región del Xingú. Las violaciones son denunciadas y no pasa nada. La violencia es anunciada y no se impide. La ley, así como el río, está represada en el Xingú.

¿Cómo va a entender el viejo araweté ese mundo de los blancos que destruye su mundo y el mundo de los otros pueblos indígenas? ¿Cómo va a entender una ley que existe para no existir? Pero está allí, sentado recto, desde hace casi 12 horas, sin comer, sin doblarse. Sentado en la silla de plástico roja. La reunión, necesaria para que no sea aún peor, fundamental para que Norte Energia sea presionada a respetar los acuerdos que ya debería haber cumplido durante años y la FUNAI a proteger a los indígenas a quienes nunca debería haber desprotegido, es en sí misma una violencia. Es otra lengua, es otra organización social y política. El viejo araweté está allí, sentado entre representantes de otros pueblos indígenas que son sus enemigos históricos, oyendo palabras que no descifra. ¿Cómo es posible tanto imposible, esa realidad absurda?

Les llamamos araweté, pero incluso el nombre no tiene ningún sentido en su idioma, que proviene del tronco tupí-guaraní. Fue dado por un explorador de la FUNAI, pero no hay referencia en la lengua de los araweté, que no saben por qué se les llama araweté. Se autodenominan bïde, que significa "nosotros", "los seres humanos". Los blancos son kamarã. Y son awi,"enemigos", "extranjeros". Y allí está el viejo, sentado con su arco y con sus flechas, y ni el nombre por el cual su pueblo es llamado al micrófono tiene ningún sentido.

La tensión es permanente, y el tiempo parece un tejido siempre en la inminencia de ser desgarrado. Líderes de otros pueblos, que hablan bien el portugués, la dominan. Los indígenas sacuden arcos y flechas, las frases son rotundas porque la vida se va convirtiendo en muerte. "Lo que hacéis es crear conflicto, ponéis a naciones contra naciones a pelearse. Eso es un crimen", dice un líder. "Si Norte Energia es Gobierno, si es dueña de todo, di pronto qué no va a hacer", dice otro. "Para quienes no nos conocen somos muertos de hambre, ignorantes, corruptos, pero la demanda por etnocidio está allí, en la mesa del tribunal", grita un cacique. "Hay mineros y madereros que saquean nuestras tierras y no hacéis nada", sigue otro. "Tenéis que respetar a nosotros, respetar a nuestros mayores, respetar nuestro idioma. El río está seco, el río está sucio, nosotros estamos sufriendo. ¡Tenéis que escuchar! "

((pie de foto)) Belo Monte Además de los arcos y flechas, los guerreros indígenas llevaron una nueva arma, el celular, que les permite capturar el sonido y las imágenes de acuerdos y promesas. Lilo Clareto

El presidente de la FUNAI pide un "voto de confianza", recuerda que acaba de asumir el cargo, promete que todo será diferente. Cuando un indígena interrumpe su intervención, dice: "Os he escuchado, ahora pido que, por favor, me dejéis hablar. Esta es la democracia". Si el viejo araweté pudiese entender el portugués, ¿qué pensaría sobre la "democracia"? Expresiones tales como "generación de ingresos", "actividades productivas", "logística de movilización" son frecuentes a lo largo de la reunión. ¿Cómo entender esa violación a los oídos? Sentado allí, ¿qué ve?

La lengua desencarnada es mucho peor que un fantasma porque ni siquiera asusta. Es lo que siento cuando repito la palabra "etnocidio". Cómo explicar que la muerte cultural es la muerte de lo que un pueblo es, la muerte de un ser y de un estar en el mundo totalmente singular, es la muerte que precede a la extinción física, porque la cultura es lo que les da sentido a los latidos de un corazón humano. Y yo y tantos repetimos esa palabra para contar lo que sucede con los pueblos indígenas desde que Belo Monte se materializó en el Xingú, pero ese contar nada mueve. Ni siquiera una acción de la Fiscalía Federal que demandaba al Estado y a Norte Energia por etnocidio hizo que el Poder Judicial considerase el proceso de muerte cultural de los indígenas como algo a ser interrumpido con urgencia.

Incluso para quienes entienden el portugués, si la palabra se desencarna, si el lector no consigue ver allí la sangre y el alma del que allí muere, la letra es una carta que no llega a su destinatario. ¿Y para el araweté, este que se muere lentamente aquí mismo, en esta reunión, víctima de un etnocidio, sin conocer ni siquiera la palabra que nombra su extinción?

((pie de foto)) Belo Monte El presidente de la Funai, Antônio Costa, firmó un acuerdo en el que se comprometía a fortalecer la oficina del órgano en Altamira. Lilo Clareto

Ya es de madrugada cuando termina la reunión, y los líderes se aglomeran para firmar otro documento más en el que Norte Energia y la FUNAI se comprometen a cumplir con lo que ya han incumplido tantas veces. El viejo araweté finalmente se mueve. Tiene movimientos de felino y evoluciona por el salón como si estuviese en un país extranjero, que es donde de hecho está. Muy lentamente, se acerca a un teclado de ordenador y, cauteloso, extiende un dedo cubierto de urucú. Toca muy rápidamente la tecla y ya quita el dedo. Nada sucede. Le dice algunas palabras en su lengua a nadie. Pega el cuerpo a la pared blanca, protegiendo la espalda en un ambiente hostil, y se queda curioseando la escena. Después, vuelve a dar sus pasos de felino. Va hasta la mesa de las autoridades, ahora vacía. Coge el micrófono y le da algunos golpes, con cuidado. Nada. Ya está apagado. Ninguna palabra sale de allí. El presidente de la FUNAI se despide con un adiós general: "Quedaos con Dios".

¿Qué ve el viejo araweté? Me gustaría saberlo. Pero no lo sé. Ignorante, sé tan solo lo que veo yo.

“Hay una cosa suya que muere para siempre tan pronto como los rozamos"

Quería que nunca lo hubiésemos tocado. Quería que ningún pueblo indígena hubiese sabido de nosotros. Como dijo Cláudio Villas Bôas, hace muchas décadas, al intentar "salvar" a los indígenas: "Hay una cosa suya que muere para siempre tan pronto como los rozamos". Me acuerdo también de otra frase, esta título de un libro precioso del antropólogo Jorge Pozzobon: "Vosotros, blancos, no tenéis alma".

Pero los tocamos. Y siempre que los tocamos provocamos exterminio. Como los peores alienígenas, aterrizamos y los matamos de tantas formas. Y aprendemos nada porque seguimos exterminándolos. Y ayer les echamos Belo Monte. Y hoy Belo Sun.

Somos todavía, en gran medida, los mismos que provocamos el genocidio en 1500. Y hoy la Constitución del 88, que aseguró la protección de los pueblos indígenas, es atacada por todos sus lados. Y sufre cotidianamente el peor de los ataques, que es el de no ser cumplida. Los blancos no tienen palabra. Escriben la ley en la letra e, incluso así, no tienen palabra.

No sé lo que ve el viejo araweté. Sé lo que veo. Delante de mí está alguien que es él mismo un mundo. Alguien que no debería necesitar estar allí. Y todo lo que tenemos para ofrecerle son sillas de plástico rojas y palabras desencarnadas.

Él agarra un cigarro. Lo enciende. Baja con dificultad la escalera del centro de convenciones y desaparece en la ciudad con olor a cloaca. Yo salgo de allí como un monstruo.

Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficción Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ninguém vê, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos y de la novela Uma duas. Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum

Traducción de Óscar Curros

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/06/actualidad/1486385972_496318.html

Antecedentes en http://cuadernociclista.blogspot.com/2014/12/belo-monte-la-anatomia-de-un-etnocidio.html