El ciclista (17)
Sentado sobre la barra de mi bicicleta en movimiento, mi hijo de tres años, cabeceaba. Nos faltaba un cuarto de hora para llegar a casa. Mis brazos rodeaban su espalda delgada. El suelo del camino tenía poco desnivel. Vencido al fin por el sueño, sus dedos siguieron aferrados al manubrio y cuando el paso por un bateón nos impulsó hacia abajo, su agarre prensil a los tubos de la dirección de la bicicleta dejó a mi hijo niño, pese a haber resbalado su nalga de la barra, colgado de ella, a un costado del cuadro, todavía durmiendo. Sin parar la marcha, reacomodé con suavidad su asentarse sobre el fierro.
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