jueves, 31 de diciembre de 2015

Pinchazo

Psst, sale el aire de la cámara de goma caucho. Es descorazonador. La rueda que con aire era dura, la rueda que te hacía saltar sobre el ¿más duro aun? asfalto, pavimento, de pronto es como una tela suelta, chusu, caída, blanda. No tiene aire la rueda, está fofa, y no te dejará caminar con la bicicleta. Tendrás que tapar el hueco por el que escapó el aire allí contenido, para volver a usar la máquina, y rodar.

Sobre la dureza del aire comprimido dentro de la rueda de la bicicleta...

Sobre gente que andó en bicicletas sin aire en sus ruedas, Corrie Ten Boom, en Haarlem, Holanda, durante la ocupación alemana. Ruedas de caucho sólido en bicicletas de regimiento del ejército italiano, en misma época...

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Mis defensores

Al paseo llamado "masa crítica" convocado por los ciclistas jailas en mayo me acompañaron dos de mis hijos, menores de veinte años ambos. Terminada la cosa a las seis de la tarde, en el parque Lincoln (qué lugar lindo, ya lo usé, una de esas tardes, hace no mucho, para acabar de leer un librazo, con tranquilidad), despidiéndonos entre padre y wawas, me contaron qué hicieron ellos en la concentración previa al paseo, en la plazuela Constitución, a las tres de la tarde, mientras yo hablaba al conjunto de ciclistas, unos cientos de ellos, un tercio de ellos jailas, calculo, diciéndoles que me opongo como ciclista a la ley municipal de la bicicleta por, dije, dos razones (son más que dos, pero quise abreviar), que esa ley impulsa la construcción de ciclovías urbanas, cosa equivocada, contra la cual lucharon numerosos movimientos de ciclistas urbanos, en diversos lugares del mundo, en los últimos ochenta años, pues las ciclovías marginan a los ciclistas, primera razón; y la segunda razón, que esa ley castiga a los ciclistas por su desprotección, su inermidad, imponiéndoles a ellos la obligación legal de protegerse, gastando dinero, en vez de apuntar a los causantes de las situaciones de peligro, acoso y de las colisiones, en vez de apuntar a los motoristas, o sea, esa ley funciona al revés, castiga a las víctimas.

Bien, ¿qué hicieron mis hijos, cuando su padre trataba de hablar? (Al principio, los dirigentes jailas de ese grupo de ciclistas, hasta me prestaron megáfono, me subí a una banca de la plazuela, empecé a hablar, se dieron cuenta los dirigentes que lo que decía era contra ellos, que apoyan y hasta participaron en la redacción de esa ley, y buscaron interrumpirme, luché, pataleé, pero la gente más próxima, leal a sus dirigentes, hizo gestos y ruidos de dejar de oírme, entonces, envalentonados aquellos, lograron interrumpirme, no fue en total más de cinco minutos.) Mis wawas, cada uno por su cuenta, pues no estaban juntos, combatieron las reacciones de la gente que, a su alrededor, desacordaba conmigo. Ambas wawas cuestionaron a sus interlocutores con el mismo argumento: Tú, en los días de semana, días normales ¿usas bicicleta? No. ¿No es cierto que te subes a tu carro?

martes, 29 de diciembre de 2015

En este año

En este año:

Un día en la mañana, yendo a trabajar, entró a la avenida, antes que yo, un carro que iba bastante más rápido que los otros carros. Sentí el halo del peligro, retrasé mi marcha para no estar cerca de esa persona en auto. Pensé: ¿esto es setenta por hora?

Pasé un día y medio en julio sin frenos traseros, con apenas unos débiles frenos delanteros. Pude, atreviéndome, en algunos trechos, acercarme a mi paso habitual; en otros lugares, debí dejar de acercarme al centro de la vía, en varios lugares tuve que ir lento, en otro punto debí hacer cola detrás de unos carros parados, esperar que se deshiciera un atascamiento de tráfico. Fue diferente estar casi sin frenos.

Andé algunas veces acompañado de mis hijos, montados uno o la otra de ellos en otra bicicleta, y anduve, otras veces acompañado de otra gente.

Masas críticas de jailas
propaganda visual, sus temas
número
gente que va a pasear
gente que casi no sabe manejar

Vi, una noche de la tercera semana de octubre, recogerse por la calle principal de Tiquipaya al grupo o los grupos de paseantes nocturnos en bici, de aspecto jaila los más de ellos y de aspecto caro, costoso, sus máquinas. Interesante. Muchos ellos, y algunas ellas; no los conté, pero fueron todos entre cincuenta y cien ciclistas. Da, junto con las masas críticas de jailas, para pensar: ¿qué pasa aquí, qué están haciendo estos, adónde apunta esto?

sábado, 26 de diciembre de 2015

Sueño con serpientes, por Silvio Rodríguez

Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.

Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

No quepo en su boca. Me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca. Le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.

Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.

1974

viernes, 25 de diciembre de 2015

Cada vez más carros

Voy por la Blanco Galindo, de noche. Paso un semáforo activo hacia el kilómetro diez. No hay tráfico transversal. Pero ya lo habrá. De eso se trata la motorización, de crear las condiciones, una de las últimas de las cuales son las señales de tráfico, como los semáforos, para alojar cada vez a más motores. Pero no, ahora, dando la vuelta la cabeza, veo que hacia la vía cruce asoma un carro... es un camión, lleva acoplado... caray, el acoplado carga autos, dos pisos de autos, por cinco, son diez carros. Ahí está. De esto se trata la motorización: cada vez más motores.

Es de noche que cada vez veo circular a los camiones con acoplado cargando carros. Los veo y imagino la carretera a Santa Cruz (pues normalmente se trata de mercardería que llega desde occidente y parte hacia oriente, pasando por acá), y me dan unas ganas de estar en ella, sobre la bicicleta, yendo para allá, yo también...

-- arreglar, cambiar, continuar --

Sobre esto, ver http://cuadernociclista.blogspot.com/2019/12/mas-y-mas-carros.html , https://cuadernociclista.blogspot.com/2020/02/mas-y-mas-carros-2.html , y por último, http://cuadernociclista.blogspot.com/2019/08/la-destruccion-motorista-del-valle-de.html .

jueves, 24 de diciembre de 2015

Culto al carro

El muchacho de trece años se acerca abriendo los brazos al auto amarillo que estaciona poco más allá del puesto de venta de comida que su madre atiende en la calle de un mercado del centro de la ciudad de Cochabamba. Su hermano mayor de veinte años le explica cosas del auto, que es deportivo, famoso y deseado, que vale tanto, que este específicamente es una variedad equis del modelo. Este muchacho de veinte usa bicicleta montañera en combinación con moto de doscientos centímetros cúbicos, y estudia en la universidad. Su madre educa a otro hijo, mujer, que estudia para militar. El muchacho de trece cada día ve, me cuenta, de dos a tres programas deportivos de media hora.

Mi vecino compra, refacciona y vende carros de colección. Lo oigo hacer sus tratos, negociar, rogar, negar, ofrecer, explicar los detalles de las reparaciones, contratar la grúa, comprar repuestos, pues hace todo esto en la calle, gran parte de las veces usando teléfono móvil. La otra noche lo ayudé, junto a su esposa y hija, a empujar tres autos viejos, que no se mueven por sí solos, y que ocuparon todo el espacio de amplio patio delantero, hasta el último rincón.

Hijos de familias que en años van juntando más plata, gastando, mostrando más, y por esto, subiendo en la estima de sus vecinos, ganando compadrazgos, consiguen que sus padres les compren autos deportivos, que algunos de ellos manejan como para hacer huir a la gente, como amenazando con chocarnos.

Motoristas comunes y cualquieras : ¡ cómo empuñan el volante, cómo apoyan sobre la ventana abierta el brazo a la altura del codo, esos gestos, caray, qué hombre importante, qué mujer lejana, hay que ver cómo acercan la mamadera a la pequeña niña amarrada al asiento de la derecha, y cómo bajan del carro por la puerta izquierda, dueños de la calle, y esa forma de acelerar, son campeones, y la manera de sostener el celular, y cómo tocan la bocina, cuidado ! Un motorista se te acerca, ¡ cuidado !

Lugares intensamente motorizados en la ciudad Cochabamba. La feria de compraventa de carros usados, al oestesur del cruce de las avenidas Melchor Pérez y Víctor Ustáriz, cuyas actividades variadas merecen descripción aparte. Las tiendas de autos nuevos, sobre todo en la avenida América, pero expandiéndose cada vez más por el resto de la ciudad. La venta de repuestos para carros, en el cuadrante limitado por la Heroínas, la costanera oeste, la Calama y la Hamiraya. La venta de aros y llantas y de otros repuestos usados, en la avenida Siles, lugar de movimiento también intenso. Venta de llantas nuevas para camiones y tractores en la Barrientos, ocupando ahora gran parte del espacio comercial de las cuatro a seis cuadras finales de esa avenida. Casetas de venta de llantas usadas en la Barrientos, antes de la 6 de agosto (donde se ve personas sentadas sobre taburetes que tallan a cuchillo la trilla sobre la piel de goma de las llantas). La venta de adhesivos en la calle Uruguay entre 16 de julio y Oquendo. La zona al norte del aeropuerto, con depósitos de flotas de transporte y carga. La avenida 6 de agosto, con talleres de reparación de motores. Las primeras cuadras al oeste de la Víctor Ustáriz, hasta la Beijing, con esparcidos talleres de parche y inflado de gomas; algo parecido en la avenida Simón López, desde el cruce Taquiña hacia el este. Y en la villa Belén-Tokio hay un taller, dentro y alrededor del que hay muchos autos ya desechados, es un deshuesadero, lugar impresionante de ver.

Supongo que esta lista crecerá.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Lecturas ciclistas

Acabo de conseguir el artículo de S.S.Wilson 1973 sobre la tecnología de la bicicleta, el libro de F.Rowland y D.G.Wilson 1982 sobre la ciencia de la bicicleta, el de M.Glaskin 2012 sobre la ciencia del ciclismo, la edición 1994 de John Forester sobre la ingeniería del "transporte en bicicleta", la edición del año 2000 del libro de la bi de R.Ballantine y un álbum de T.Hadland y H.E.Lessing 2014 sobre los diseños de diferentes bicicletas. Además, están la historia de la bicicleta de D.V.Herlihy 2004, la tesis 1999 de Zack Furness sobre la política y contra cultura de la bicicleta, y la técnica mirada de Jobst Brandt a la rueda de la bicicleta. Haré reseñas.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Tu chamarra negra

La chamarra que me regalaste, hijo, la negra, ordinariinga, me gusta. Tanto, que hoy, al ver que no la llevaba sobre la parrilla, donde la había puesto, rehice el camino. Estaba en la América, por cruzar la Libertador; bajé contraflecha por la Tarija, crucé el puente de Calacala, llegué al centro. Desde allí, fui mirando el suelo en busca de la prenda. Pero a las pocas cuadras, recordé que en la Recoleta, a la entrada al bulevar, viendo unas minifaldas, deliberadamente me la había sacado. Entonces, la cosa era buscar solo desde allá. Oquendo, plaza Quintanilla, puente de la Recoleta, Pando, América... y hallé la cosa a unas seis cuadras antes del lugar donde, en la primera vuelta, me di cuenta de haberla perdido. Me encanta la bicicleta, Tito. Recién ahora, luego de estas líneas, empiezo a dejar de sudar, y el sudor viejo se está ya secando sobre la piel. El ciclo está sin freno trasero (ayer se rompió el arquito del freno, luego de soportar mucho traqueteo por la rueda trasera que baila por haber sido colisionada por tres perros en fuga, hace una semana) y el freno delantero apenas agarra. Así que es rico, hay que ir con cuidado, debo mirar desde más lejos qué pasa adelante, prever lo que irá a pasar. Desenfrenado, lo rico es tratar de ir a la misma velocidad que con frenos.

A ratos es una irresponsabilidad. Vas llegando a la esquina de una avenida rápida, falta media cuadra, el semáforo allá en verde, no hay muchos carros a tu izquierda, aceleras, queriendo que te alcance el tiempo para pasar en verde, pero ¿y si la luz cambia digamos diez metros antes de la esquina? Solo tienes el freno delantero y este apenas... ¿Qué harías? Si estuviera bien, usarlo, a esta velocidad, te catapultaría sobre el manubrio. A no ser que, al frenar, echaras el tronco hacia atrás. Qué rico debe de ser eso. Pero no, casi que no tienes frenos. Vamos. Cruzaste la avenida a la velocidad de los carros. Ah.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Roces con carros

Uno de los ciclovallunos tuvo en la semana pasada tres roces suaves con diferentes carros en el curso de muy pocas cuadras. Abstraído en sus temas familiares, económicos, que tampoco son de demasiado cuidado, pero, igual, preocupado, en cada caso reaccionó suave, casi no reaccionó. La calle es benévola para el dicho ciclista.

jueves, 10 de diciembre de 2015

El andariego

Rubén, un hombre que hace gran distancia en bicicleta, que pasa meses, años en la carretera, que atraviesa fronteras, vive sobre la bicicleta, está en la ciudad. Es extranjero. Habla, rodeado de gente que, veo, entiende poco de lo que dice. Su bicicleta lleva muchas cosas amarradas (me asombra un colador para servirse té, hecho de plástico, que baila agarrado del asa, al costado derecho de la bi, al lado de una batería). Lo vi, hablé con él, hace cuatro días, en el centro de la ciudad.

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Copio sobre el paso de Rubén por Ecuador

"El señor tenga misericordia de ti"
CRÓNICA
6: 00 pm. El ocaso
foto: diario la hora
Un pulso de gente transita por la calle Chile rumbo a la Plaza de independencia. En las paredes de los edificios históricos se enciendan unas lámparas redondas que emiten una luz tenue. Poco a poco, la tarde inminente recorta el color de las banderas rojiazules y la sombra de las personas. Casi al llegar a la avda. Venezuela, el tráfico humano se detiene en una pequeña multitud que rodea a Rubén Darío Rúa como un gran animal curioso.
-Sabía que hoy se celebran 578 años de fundación de Quito-le dice una viejecita arropada con una chalina deshilada.
Rúa arquea las cejas y sigue recortando sus papelitos. Al cabo de unos segundos, indiferentemente, le entrega uno.
“El Señor tenga misericordia de ti. Gracias por tu colaboración. El andariego del mundo”- lee la mujer dejando escapar el aire entre sus boca sin dientes, de encías planas como la palma de la mano. La mujer saca de la chauchera cinco centavos y los deposita en la gorra de la recolecta. Ruben Darío, con el águila de la mirada aun posada sobre el manubrio de la bicicleta, dice sin poner atención a sus palabras:
-Yo vine de Santo domingo, me iba a ir para el norte, para Bolivia, pero me enteré que aquí había fiestas y así pues, aquí me tiene, señora. 578 años dice que tiene Quito, que verraco, cuanto tiempo, no.
Una muchacha indígena aprovecha el momento y pregunta:
-Oiga señor y qué países no más conuce, pes.
Rubén Darío ya más animado responde como si su voz fuese una madeja de hilo lanzada al precipicio.
-Pues Panamá, Guatemala, Honduras, Costa Rica, México, Ecuador, Brasil, Chile, Argentina, Martinica.
-¿ Y disculpe usted la curiosidad, pero por qué tan pata caliente?
Rubén Darío sonríe y señala el chasis de su bicicleta donde se encuentran pegados varios recortes de prensa.
La muchacha indígena acompañada de otros curiosos revisa los recortes de prensa.
En tanto Rua permanece entretenido en cortar las tiritas de papel que entrega a los transeúntes para financiar su viaje.
La indígena se desamina de tantas letras y contempla a Rúa con extrañeza. Mira su camiseta de Colombia, se detiene un rato para ver sus zapatillas nike de suelas gastadas y sin despedirse se marcha.
9:30 pm. Anochecer
En la plaza de la independencia hay baile y oscuridad, pero no trago.
Por tal, el grupo de policías metropolitanos ( habían requisado previamente la mercadería de los vendedores ambulantes, vinos de caja sobretodo), está tranquilo, sin relajo.
No obstante, sin que los agentes se den cuenta, la gente estalla en risa y gritos: dos borrachos se torean en media plaza. Los dos son menuditos, con chaquetas de casimir brilloso de tanto uso, con pantalón que parece prestado. Chullitas podría decirse. El uno, el menos chiquito, con la chaqueta a manera de capa, imita a la perfección los gestos afeminados de los toreros, el otro, medio rengo, solo bufa y trata de embestir con la cabeza. Los chistes no se hacen esperar. Los comentarios se dividen a favor y en contra
-Que baje pues el Correa maricón a evitar la tradición dice alguno.
-Cójanle a ese borracho cachudo dice otro más divertido.
- La culpa de los gringos ha de ser dice uno que está de lado de dos extranjeros que se alocan tomando fotos.
- Que goce, que cague de risa piensan muchos.
La situación se extralimita cuando el borrachito que hace de toro embiste a algún aburrido.
-No le pegues, abusivo.
-Que abusivo, no se meta, que no ve que me está pegando en las…
-De ganita, de plaza de toros a plaza de pueblo.
Los metropolitanos, que al principio se reían bien disimulados, intervienen y se llevan a los dos hombrecitos
Rubén Darío Rúa se ríe largamente con el espectáculo. Le explico que hace poco se prohibieron las corridas de toros en Quito. En serio, dice Rubén, ¡Qué rechimba!, es la segunda vez que veo borrachos tan de risa. Yo aprovecho su buen humor para inquirir en su pasado. Los 48 años de Ruben han sido duros. El perdió a toda su familia en la erupción del Volcán Nevado del Ruiz, en Tolima Colombia. Pero a diferencia de la mayoría de victimas no se encerró a su sufrir sino que cogió su bici y se fue a recorrer el mundo. A Rambo, como le conocen varios amigos y amantes que ha dejado en toda Latinoamérica, no le gusta que le pregunten lo mismo y lo mismo cuando esta de recolecta.
Qué de donde es: Colombia papá
Qué de donde partió: Venezuela
Qué porque viaja: por viajar
Que qué siente: pues libertad. Etc.
Este día, la gente fue generosa, me dice. En consecuencia, hoy no habrá estrellas sino techo sobre su cabeza. Mientras bajamos hacia la Marín le pregunto, si se acuerda de Omaira Sánchez.
-¿Qué eso también lo va poner en su crónica?
-Mas o menos le digo-. El rambo no contesta. Como no sé qué decir repregunto.
-¿Cuantos años tenía cuando explotó el nevado del Ruiz?
-Era jovencito un poco menos que usted.
Al Rambo no le gusta hablar de ese tema. Sin embargo, en 1985 él era aprendiz de zapatero. El dia de la avalancha de lodo producida por el nevado del Ruiz( cobro más de 20.000 muertos) Rambo se fue a buscar unos zapatos para a un pueblo vecino. Cuando regreso, lo único que vio fue que el piso había crecido tres metros y había enterrado a su madre y sus tres hermanos.
-¿Rambo que opina del gobierno colombiano? L e digo con valor
Lo mismo que en el desastre, nada. Yo soy mi gobierno, porque solo yo me preocupo por mí.
-Chuta- contesto medio apenado. (el desastre de Tolima fue previamente advertido por vulcanólogos al gobierno colombiano, sin embargo, no se tomaron las medidas preventivas)
- Tu me preguntabas sobre Omaira- dice de Rambo dirigiendo su cabeza colorada hacia mi-. Ella es el ejemplo de lo bueno que es el gobierno colombiano. Cuando yo comencé a viajar, años después del accidente, ni siquiera la conocía. Sin embargo, la gente curiosa que la había visto agonizar por televisión me preguntaba si acaso no era su vecino. Hueputas, no. Pobre nena, hundida casi por completo en lodo y lo único que se les ocurre es grabarla.
Ya en la Marín, el Rambo hace honor a su apodo. Dice que al nunca le han robado, a pesar de que su hogar (su bicicleta) está provista de 114 kilos de cosas diversas: cuenta con dos llantas de repuesto, dos gavetas de ropa, Dvd, batería eléctrica, bocinas, radio, linternas banderas, pero, sobre todo , con su propio perro guardián, un machete .
El Rambo entra por un recodo y se despide de mí. Le digo adiós y él me dice que si publican alguna vez lo escribo le haga llegar un ejemplar para pegarlo en la parte posterior de su bicicleta.

23 enero 2015

Fuente: http://suntasig.blogspot.com/2015/01/el-senor-tenga-misericordia-de-ti.html

Video con entrevista a Rubén, en Montero, Santa Cruz, en julio de este año, https://www.youtube.com/watch?v=fT4uq7ixKf8

Rubén estaba en Ecuador en septiembre de 2012, http://lahora.com.ec/noticias/show/1101392475/-1/Recorre_el_mundo_en_bicicleta.html#.Vm8tCdLhC-8

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Quería escribir, como en una crónica larga de hace doce años que publiqué en un diario local, que el viajero de larga distancia en bicicleta es persona triste. Aquella vez, 2003, sobre un brasileño, era cierto: el tipo había solidificado su tristeza, estaba cómodo con ella, no la soltaba. Mucho se le podía sacar en poco tiempo, pero yo no pude soportar su mirada quieta y sin calor, y sin intención : mientras hablaba, su cara no decía nada, él estaba recitando sin alma. Debí retirarme, apartarme de aquella humana porosa piedra. El hombre era negro. Después, el 2010 pasé unas horas con otro viajero, un polaco algo menor que yo, que me pareció serio, y que, la verdad, al menos una cosa importante me enseñó: algo de serenidad en el juicio. El viajero de esta vez, el colombiano Rubén, pues, no sé qué decir... digo, en cuanto hace a una supuesta tristeza suya, visible en su cara. ¿Y por qué los ciclistas viajeros iban a ser o debían de ser tristes? ¿Qué sé yo sobre ellos? Lo que sí, es que yo no pienso viajar lejos en bicicleta...