miércoles, 30 de diciembre de 2015

Mis defensores

Al paseo llamado "masa crítica" convocado por los ciclistas jailas en mayo me acompañaron dos de mis hijos, menores de veinte años ambos. Terminada la cosa a las seis de la tarde, en el parque Lincoln (qué lugar lindo, ya lo usé, una de esas tardes, hace no mucho, para acabar de leer un librazo, con tranquilidad), despidiéndonos entre padre y wawas, me contaron qué hicieron ellos en la concentración previa al paseo, en la plazuela Constitución, a las tres de la tarde, mientras yo hablaba al conjunto de ciclistas, unos cientos de ellos, un tercio de ellos jailas, calculo, diciéndoles que me opongo como ciclista a la ley municipal de la bicicleta por, dije, dos razones (son más que dos, pero quise abreviar), que esa ley impulsa la construcción de ciclovías urbanas, cosa equivocada, contra la cual lucharon numerosos movimientos de ciclistas urbanos, en diversos lugares del mundo, en los últimos ochenta años, pues las ciclovías marginan a los ciclistas, primera razón; y la segunda razón, que esa ley castiga a los ciclistas por su desprotección, su inermidad, imponiéndoles a ellos la obligación legal de protegerse, gastando dinero, en vez de apuntar a los causantes de las situaciones de peligro, acoso y de las colisiones, en vez de apuntar a los motoristas, o sea, esa ley funciona al revés, castiga a las víctimas.

Bien, ¿qué hicieron mis hijos, cuando su padre trataba de hablar? (Al principio, los dirigentes jailas de ese grupo de ciclistas, hasta me prestaron megáfono, me subí a una banca de la plazuela, empecé a hablar, se dieron cuenta los dirigentes que lo que decía era contra ellos, que apoyan y hasta participaron en la redacción de esa ley, y buscaron interrumpirme, luché, pataleé, pero la gente más próxima, leal a sus dirigentes, hizo gestos y ruidos de dejar de oírme, entonces, envalentonados aquellos, lograron interrumpirme, no fue en total más de cinco minutos.) Mis wawas, cada uno por su cuenta, pues no estaban juntos, combatieron las reacciones de la gente que, a su alrededor, desacordaba conmigo. Ambas wawas cuestionaron a sus interlocutores con el mismo argumento: Tú, en los días de semana, días normales ¿usas bicicleta? No. ¿No es cierto que te subes a tu carro?

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