domingo, 20 de junio de 2021

El evangelio de hoy

Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: "Crucemos a la otra orilla del lago". Despidieron a la gente y lo llevaron en la barca en que estaba. También lo acompañaban otras barcas. De pronto se levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín.

Lo despertaron diciendo: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Él entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: "Cállate, cálmate". El viento se apaciguó y siguió una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?"

Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: "¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?"

Marcos, capítulo 4, versículos 35 a 41.

miércoles, 16 de junio de 2021

[Que descanses en paz, Víctor Zegarra, mecánico de bicicletas]

Murió (me dicen que de covid) hace dos semanas, Víctor Zegarra, el maestro mecánico de bicicletas al que recurrí durante los ocho años pasados. Tenía unos pocos años más que yo, pasaba de los sesenta.

Doña Adela, panadera a media cuadra del taller ahora cerrado, me dice que Víctor le ponía piezas usadas a su bicicleta. Lo mismo hacía con la mía. Hace mes y medio, él, que había cambiado el perno largo inferior de mi freno trasero, me dijo, sin que yo se lo pidiera, que vuelva para recambiar esa pieza, que él creía no me duraría, por otra, igual usada, pero más resistente, que hallaría para mí. Pero desde entonces, pasando por ahí, ya no lo hallé. Y temí que pasara lo que pasó.

Varias entradas de este cuaderno ciclista son sobre Víctor, incluyendo una reciente donde no me muestro del todo contento con su trabajo.

Víctor me fiaba, cosa que ningún bicicletero anterior hizo. Me prestaba herramientas, sin una palabra. Cada vez, hacía allí un alto para poner unas gotas de aceite suyo a mi cadena y pedales. El taller, en la calle General Pando, a dos cuadras al poniente de la plaza Bolívar, era lugar de reunión y comentario, sobre todo político, de quillacolleños de mi edad y hasta diez o más años mayores.

(Doña Adela dice que son varias las personas conocidas suyas, entre ellas un primo de cuarenta años, que hace poco murieron de la enfermedad mundial. Habrá que cuidarse más.)

La doña no sabe adónde llevará a que le hagan mantenimiento a su máquina. Tampoco yo.

martes, 1 de junio de 2021

El ayer

Ayer cumplí once meses sin fumar tabaco. En cuarenta años de ese vicio, mi fuerza apenas me dio para, unos pocos días, postergar u obviar uno o pocos más cigarrillos. Vino a mí el Señor Jesús y me dio la suya y en meses me libré del hábito de intoxicarme con ese veneno rápido.

Hace un año y nueve meses, el Señor Jesús, sin que yo lo advirtiera, me quitó con suavidad treintaicinco años de vicio de intoxicarme mascando hoja de coca junto con bicarbonato de sodio.

Combinados, el tabaco y la coca me perjudicaron mucho, de maneras que aquí hoy no diré.

Gracias, Dios, por salvarme del mal, por apartarme de mi estupidez. Ahora vivo mejor: día a día mi sobriedad crece, por tu gracia.

Con "intoxicación" apunto a mi modo al por mayor de usar ambas drogas que lo fueron para mí porque me volvían estúpido, contribuían a quitarme reacción ante el mundo y aun en las situaciones erradas salidas de mi perseverar en el vicio, que lo fue pues fue tormento.