domingo, 22 de diciembre de 2019

En la plaza catorce, ahora mismo

Mucha lucesita eléctrica, de colores, en la plaza catorce, mucha wawa, agarrada de su mamá-papá en la plaza, mucha música de navidad, tanta risa y alegría navideña en la plaza. Son las diez menos cuarto de la noche. Cables con infinidad de foquitos. Cada año son más los cables que amarran a los troncos de los árboles. Debe ser el año quince o más que les hacen esto a los árboles de la plaza.

En la esquina sureste -- a pocos metros de donde, dentro de una sala de internet-locutorio, escribo esto -- hace cinco minutos : Pablo, Pamela, y otros tres cuyos nombres no sé, pero a los que conozco, ellos, que beben, sí, ellos que duermen al aire libre en la plaza, y que tienen un aparato de música a volumen bajo, fueron abordados por dos guardias mujeres, de uniforme pardo, no sé si de la policía o de la alcaldía : "Ya, ya, ya les hemos dicho que desalojen. Bajen su volumen. Vamos a dar una vueltita, y..." (y si los encontramos, los echaremos de aquí).

Ahora, desde allá y para mí, suena : "Pero mira como beben los peces en río", y después, espero que suene : "Recogido tu rebaño, a dónde vas pastorcito", que es parte de "Belén, campanas de Belén". Dios, Jesús que eres Dios, la injusticia que se hace a tu lado, con tu nombre cerca. Pero es que lo que cuenta no es tu nombre, como palabra hueca, ¿no?; es tu justicia la que esperamos, la que, con tu ayuda, haremos, aquí, ahora.

Del año pasado, con tema parecido: http://cuadernociclista.blogspot.com/2018/12/luces-de-navidad-en-la-plaza-catorce.html

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Son incontables las plazas y parques en las muchas partes de este valle urbanizado que se copian y para fin de año amarran sus árboles con cables de lucesitas eléctricas. Monerío.

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No me consta, pero, habiendo paseado últimamente por ahí, de día, me parece que en Santa Cruz, de la plaza principal, desalojan a la gente de la calle, no la dejan estar ahí.

viernes, 20 de diciembre de 2019

La ciclovía como corredor biológico urbano, por Carlos Crespo Flores

El origen de la ciclovía en la zona norte de la ciudad de Cochabamba es ambientalmente deplorable. Para su construcción, un alcalde de triste memoria hizo tapar uno de los canales de riego de la Angostura. En una época de desertificación, donde la ciudad requiere recuperar la humedad, fue una pérdida irreparable.

A pesar del desastre, con los años, a lo largo de la ciclovía se ha estructurado una masa arbórea y arbustiva que acoge a una importante biodiversidad valluna de flora y fauna, así como especies de aves migrantes de otros ecosistemas / pisos ecológicos. Este rasgo es alimentado por numerosas plazas, parques, casa particulares con espacios verdes en el entorno a la ciclovía, donde la vida se reproduce con pasión. De ahí que sea loable la defensa de los vecinos del parque Fidel Anze para conservar el área como espacio público arbolado.

Al mismo tiempo, la ciclovía opera como un corredor biológico dentro de un espacio urbano, pues no solo es hábitat de biodiversidad, incluyendo cuerpos de agua que emergen o son parte del paisaje, sino que conecta habitats: el parque nacional Tunari con el cerro San Pedro y la laguna Alalay, para mencionar un ejemplo.

Para los seres humanos también es un corredor, pues permite desplazamientos de un hábitat (domicilio) a otro (trabajo). Una fauna de empleados, albañiles, jardineros, fabriles, deportistas, estudiantes, niños, mujeres, con o sin bicicleta, circulan con fruición cotidianamente. La conectividad de la ciclovía es muy visible. Asimismo, hace posible satisfacer necesidades de ocio, entretenimiento o subsistencia. Más aun, la ciclovía es un espacio no segregado, de acceso universal, por tanto diverso. Opera por tanto como un espacio abierto que conecta (Richard Sennett).

Como todos los espacios verdes de la ciudad, en el último tiempo la ciclovía muestra signos de abandono y olvido. En determinados lugares, la cobertura vegetal ha sido vandalizada, a pesar del esfuerzo de los trabajadores municipales por mantener limpio el lugar, la basura está a lo largo de la ruta y el entorno inmediato, los túneles son letrinas clandestinas y tienden a inundarse, no existen señalizaciones, las motocicletas lo utilizan como vía de escape al tráfico.

En la ciudad de Cochabamba existen otros espacios que ya funcionan como corredores biológicos: parques y plazuelas del municipio, las torrenteras que han sobrevivido al cemento, avenidas con arbolado como el Prado o la Beijing. Hay otros, que pueden convertirse en corredores, como ser las demás ciclovías, el canal de riego de La Angostura, los canales hoy tapados y / o cubiertos con cemento. Estudiarlos, implementarlos, protegerlos, constituye un hermoso desafío ecológico para académicos, vecinos, gobierno municipal.

Fuente: http ://anarquiacochabamba.blogspot.com/2019/12/la-ciclovia-como-corredor-biologico.html .

viernes, 13 de diciembre de 2019

Fue hoy a mediodía

Iba yo contra el sentido del tráfico en una cuadra y a una hora casi sin tráfico. Se viene una camioneta roja, de las anchas, viene despacio. Le señalo, levantando el brazo y clavando el dedo índice, una paloma que camina en medio de la calzada. Espero que me haga caso, que respete a la paloma. Cuando nos entrepasamos, miro para atrás : la paloma, alcanzada, aletea. La paloma deja de aletear. El motorista tiene unos 30 años, parece más grande que yo, usa una de esas barbitas sacadas de la televisión. Alguien que está en la calle dice una frase donde distingo la palabra "paloma". Yo digo fuerte : "le había señalado a la paloma ; la pisó a propósito". La gente que, apoyada en carros, discute sobre repuestos para carros (es una cuadra llena de tiendas de repuestos de carros), no me hace caso. Alzo al animal muerto, lo llevo -- gotea de su pico algo que no es sangre -- adonde no lo sigan pisando ; es a la jardinera de la Heroínas, en el redondel despojado de pasto que rodea a un arbusto ficus. Encuentro unas piedras pequeñas y las pongo sobre la paloma pisada.

Fue hoy a las doce y cuarto, en la calle Falsuri, entre Heroínas y General Achá.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Me chocó alguien que caminaba

Por la Heroínas, con los autos detenidos ante semáforo rojo, yo llegaba lento a la esquina del Correo, cuando vi que venía hacia mí una muchacha, corriendo y con la cabeza girada al lado de donde no se le acercaría nada. Esperé que volcara la cabeza para verme. Bajé mi velocidad. A ella nunca se le ocurrió mirar el corredor por donde yo llegué hasta ella, muy lento, ya parando. Pero ella siguió y me golpeó la rueda delantera de la bicicleta, raspándome la canilla. Ella sufrió más : se agarró con las dos manos del suelo. Al levantarse, ante mi decirle "sonsa, al caminar tienes que ver la calle", ella insistió en que yo debía ir por la derecha. Así que yo no me dejé y le repetí lo antes dicho. Ella no se dejó y por tercera vez me dijo que mi lugar es la derecha. Una sonsera de ese tamaño no es para tomarse en cuenta.

Hace trece años me chocó, en el mismo lugar, y igual conmigo y con los autos parados, un muchacho que corría. Esa vez, aunque sea difícil de creer, el golpe duro del tipo -- que escapó, siguió corriendo -- dañó algo de la rueda delantera, y hubo gasto.

martes, 3 de diciembre de 2019

El ciclista (8)

"Se te ha caído tu gorra", me dice el ciclista al adelantarme, y debe repetirlo para que yo atienda a su aviso. Por la avenida Blanco Galindo, desde delante de él, le hacía yo el (no del todo cortés) gesto de que de una vez me adelante, y cuando él me habló tuvo que interrumpir mi decirle a viva voz que de una vez siga, implicando que guarde mayor distancia de mi bicicleta. Aburrido yo, amable él.

Paré, alcé la gorra, gorra que se había caído desde el pilar del manillar, al saltar la bi un leve desnivel, saltarlo sin el debido cuidado, cuidado que faltó por mi ponerme a librarme del ciclista que venía atrás y al que sentía muy cerca de mí.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Dragan la laguna de Coñacoña

Hay bolsas plásticas rotas, deshaciéndose. Una tapa de botella. Cubiertos desechables de plástico blanco. Una plancha de pastillas medicinales, sin las pastillas. Un sachet de quechup, vacío, de esos mínimos, que ponen un contenido de 9 gramos, y que venden con la comida que uno compra y lleva en bolsas a otro lugar para comerla fría y fea. Bolsas vacías, de las de medio litro de agua, pues muchos de los concurrentes aquí hace deporte... Todo esto, a mis pies, sobre el piso de tierra, al lado oeste de la laguna de Coñacoña, hoy temprano en la mañana, parado yo fuera de la laguna, tocando la malla de alambre romboide.

Adentro, en el espacio seco de la laguna, trabajaban cuatro máquinas amarillas, dos de ellas palas cargadoras, las otras dos, también ocupadas en mover tierra. Dos volquetas blancas llegaron muy apuradas, para trasladar tierra. Me acerqué al operador de una de las máquinas. Me dijo que dragan y limpian la laguna. Habría que preguntar a alguien que sepa de estas cosas. A mí siempre me alarma una obra municipal. Y ver la laguna seca y toda revuelta, no me gusta.