jueves, 17 de julio de 2014

Ivan Illich

Leo en las últimas semanas parte de lo que Ivan Illich escribió en los años anteriores a morir, y leo también cosas escritas sobre él. Illich criticó su propia obra, cambiando de lenguaje; recibió, abierto, las críticas ajenas, algunas de ellas, críticas de fondo, abarcadoras de parte importante de la obra, del lenguaje, de los supuestos de base del criticado.

Me sobrecoje, hasta enternece este hombre muerto hace doce años, cuyo nombre fue la segunda cosa que busqué en la red internet (la primera fue "bicicleta"). Me llama lo profundo, agudo de sus conclusiones sobre qué estaba, qué está pasando con la gente, con el mundo, con el crecimiento de las sociedades industriales. Ya reportaré sobre Illich.

miércoles, 16 de julio de 2014

Asiento nuevo

La Fénix 2 tiene hoy asiento nuevo, puesto más alto que lo que antes usé ; me costará acostumbrarme en medio del tráfico de la ciudad : al bajar las piernas y pararme, tocaré el suelo apenas con las puntas de los dedos de los pies. Si esto funciona, subiré el manillar, lo que exigirá al ciclista diferentes posturas, en movimiento, así como al subir y bajar de la biqui.

Al otro día. El asiento más alto de la biqui funciona : pedaleando, al extender la pierna hacia abajo, la rodilla queda apenas flexionada, queda casi recta, y así mi rendimiento es mayor. Además, el conjunto ciclista-bicicleta es mayor, yo quedo algo más arriba, más alto. Más, y interesante : siento una aun mayor estabilidad en el manejo. (Lo que, según la teoría, me quitará algo de maniobrabilidad, puesto que estas dos características, estabilidad y maniobrabilidad serían los opuestos de un continuo. Una bicicleta más maniobrable = la que responde más rápida y específicamente a las órdenes del ciclista. Una bi más estable es la que permite conservar más fácilmente el equilibrio. Un factor que hace más maniobrable a una bicicleta es una menor distancia entre los ejes de las ruedas, como ocurre en algunas montañeras y más aun en las ruteras. En cambio, las bicicletas híbridas y de paseo, con una mayor distancia entre los ejes de sus ruedas, son más estables y menos maniobrables. Las bicis más estables son más fáciles de manejar ; las bicis más maniobrables pueden resultar de manejo bastante incómodo, exigiendo al ciclista posturas forzadas. -- Ahora haré curvas más abiertas, necesitaré algo más espacio para manejar la bicicleta.)

También, bajar de la bici es más natural, pues es más fácil pasar una de las piernas, extensa, por sobre el manubrio, partiendo de mi estar sentado a una mayor altura, y ya con el pie de la otra pierna tocando, con las puntas de sus dedos, el suelo ; sin tener que, como antes, elevar la cadera, pues la tengo ya elevada.

Y no hace falta subir el manillar : la distancia entre mis hombros y las empuñaduras del manillar creció, lo que hace más cómoda la postura erguido, cortando el aire.

El resultado de la mayor estabilidad de mi bicicleta, fruto de elevarle el asiento es que me es más fácil seguir una línea recta en el avance. Cultivé desde el principio de mi uso de bi la (estúpida pero vistosa) recta, que, ahora, me saldrá natural. Creo que, visto por otros, peatones y motoristas cercanos, el ciclista que va sin bambolear, digamos, atravesando espacio abierto, despejado, es respetable, por suponérselo hábil y por ser previsible su trayectoria, que aquellos, peatones, motoristas pueden facilitar, apartándose de ella -- si el ciclista, además de rectamente, va a cierta velocidad. Lo que, dadas algunas condiciones, puede ser intimidante para algunos peatones.

(Instructores de ciclistas de carrera enseñan a conservar con máquinas menos estables que la mía, la rectilínea, por ejemplo, no dejando de pisar el trazo de pintura blanca que separa el carril motorista externo de la berma, en una carretera. Esto obliga al deportista a concentrarse en lo que hace, concentración necesaria para varios asuntos, por ejemplo, para la autoobservación de las curvas de los rendimientos de piernas y pulmones, y para el consiguiente autoestímulo para revertir el descenso de estas curvas.

Vuelvo sobre la oposición estabilidad / maniobrabilidad. Una bicicleta más maniobrable da un giro entero, traza un círculo menor que una bici más estable. Una bicicleta más estable pide menos atención en el agarre del manubrio, pide menos aquellas continuas correcciones mínimas para conservar el equilibrio del avance, correcciones que el ciclista hace acomodando apenas la dirección u orientación del manubrio, y balanceando el peso de su cuerpo con un juego constante de caderas, hombros y nalgas.

Esta oposición, entonces, tiene extremos complementarios : las máquinas con distancia corta entre los ejes de sus ruedas, como las ruteras o ciertas montañeras, compensan su menor facilidad para ser equilibradas, siendo más dóciles, prontas en responder a las órdenes del ciclista. Al revés, las máquinas con mayor distancia entre los ejes de sus ruedas, como las híbridas y de paseo compensan su, digamos, solidez, su ser poco dúctiles, con el hecho de que piden al ciclista menor dedicación en su manejo, pues, diríamos, casi que se paran solas.)

miércoles, 9 de julio de 2014

Hoy (13)

Hoy hice travesuras con la bicicleta, y estaba acompañado, por lo que me siento bien. También hablé con el mach'eño, lo que, no sé cómo, me recrea. Entré, ahora, por segunda vez a la red internet, lo que... Sentí el sol hoy en la piel. Pero si recuerdo lo que Rudi me dijo... A Rudi hoy lo maltrataron los de uniforme que acostumbran abusar de la gente. Y yo no hago nada.

martes, 8 de julio de 2014

Qué mal me va, por Isaac Bashevis Singer

Perdí todo deseo de escribir. Sentía pereza en los dedos. Las plumas estilográficas me traicionaban, ya derramando tinta, ya reteniéndola. Era incapaz de leer mi propia letra. Escribía palabras saltándome letras, frases en las que faltaban palabras, cometía ridículos errores y escribía largas y repulidas frases. A menudo decía exactamente lo opuesto de lo que pretendía decir, como si un maligno diablillo literario hubiera tomado posesión de mi espíritu. Mis notas e incluso originales completos desaparecían. Pasaba las noches insomne. Dejé de recibir cartas. Nadie me llamaba por teléfono. A los pocos instantes de ponerme una camisa limpia ya la llevaba empapada de sudor. Los zapatos me dolían. Al afeitarme me cortaba. Manchaba de comida las corbatas. Tenía la nariz obstruida y apenas podía respirar. Me dolía la espalda y me salieron almorranas.

En el cuento "Schloimele", parte del libro de cuentos Un amigo de Kafka, Barcelona 1973