jueves, 19 de mayo de 2016

Pesadilla

El otro día, durmiendo de día, soñaba a placer con el reconocimiento caluroso de unos muchachos por haberlos, dizqué, llevado, yendo en bicicletas nosotros, se supone, a lugares que ellos conocieron tras mi guiarlos allí. Feliz yo dormido soñando. Pero ahí la escena cambia : es una subida empinada, cargada va mi bicicleta, subo, empujando los pedales con las puntas de los pies; de pronto, un chico de unos doce a trece años, moreno, con polera blanca, recuerdo, toma un lado del manubrio, me quita el control de la bicicleta -- lo que no debe de ser fácil pero es que era un sueño -- le da la vuelta a la máquina, lo que me deja ¿dónde? no sé, pero ya no tengo yo mi máquina, que aquel se lleva de carrera abajo, mientras, ahora sí, aparezco yo en la película, me estiro, no desde el piso, no estoy caído, pero me voy cansando, sé que no podré más que intentar algo, y, estirándome, jalo el borde de la manga corta de su polera, cerca de su hombro, rompo la tela, pero el chico ya se va, llevándose lo mío, llego cerca de la esquina, y lo veo irse, ahora un camión lo tapa.

Lo que sentí, saliendo del sueño, despertado por él, fue un desvanecerme, un encogerme, una emoción física, un vuelco con caída interna, muy claro derrumbe ; por dentro yo caía ; fue como cuando, muchacho, debí arrodillarme adentro ante el poder de la vergüenza propia, al estar siendo rechazado por la niña mujer a la que me le declaraba. Despierto ya, y viendo a la bicicleta, ahí amarrada a mi lado, me fui aliviando poco a poco, me costó volver al estado normal. Pero desperté del todo, cortado, ansioso, y me dije que haría lo necesario para que eso no pasara.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio