martes, 10 de mayo de 2016

Feria Internacional de Cochabamba

Acaba de terminar la feria internacional.

No voy a comentar sobre la feria en sí, porque no estuve, sino sobre un fenómeno paralelo relacionado: parece que es parte de la tradición que durante la duración de la feria el circuito Bolivia, la avenida que rodea la laguna Alalay, se hace de una sola dirección a partir del mediodía. Me dicen que es porque en la feria se consumen cantidades enormes de alcohol, y luego los antisociales al volante, que ya son peligrosos sobrios, se vuelven todavía más peligrosos. Puede ser. También me dicen que desde que utilizan este sistema de dirección única los accidentes disminuyeron. También puede ser. Habría que ver las estadísticas para verificar.

Con el circuito Bolivia en una sola dirección la precariedad de la ciudadanía mansa (peatones y ciclistas) por esa zona aumenta de modo importante. Cruzar la avenida se transforma en una actividad de alto riesgo. Por alguna razón hay un acuerdo tácito entre los energúmenos conductores de esas máquinas asesinas de que en esos días y en esa zona no hace falta respetar los semáforos y de que cualquier velocidad es permitida. Para los que, por cuestiones de geografía, no tenemos más opciones que cruzarla, es una situación muy desagradable.

Es como si estos prepotentes y antisociales (repito 'antisociales' porque es una característica de los vehículos a motor que no se acentúa lo suficiente, en mi opinión) se estuvieran tomando revancha de los tres días anuales sin auto: "Ustedes tres veces al año nos obligan a renunciar a nuestros vehículos violentos por varias horas en contra de nuestra voluntad; ahora nosotros tenemos dos semanas en donde podemos sacar a pasear nuestros más bajos instintos agresivos (y antisociales, dicho sea de paso), así que no se nos pongan adelante porque la van a pasar mal."

No es difícil imaginarse una explicación no sólo plausible sino altamente probable de cómo se ha llegado a esta situación, mezcla rara de triste e indignante. Restringir el consumo indiscriminado de alcohol en la feria habría sido malo para los negocios. Aumentar el control policial para evitar conductores en estado de embriaguez, también. Aunque estas dos posibilidades son las que más beneficiarían a la sociedad, no se adoptaron. En cambio, los organizadores de la feria se las arreglaron para que se utilice un sistema que le pasa el costo a los tontos que vamos a pie o en bicicleta.

¡Qué suerte que se terminó la feria, y con ella esta situación vergonzosa!

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