En el valle en urbanización de Cochabamba, en los últimos cinco o pocos más años, hay muchas más calles y avenidas pavimentadas y asfaltadas, y por ellas van muchos más carros; y los motoristas disminuyeron la distancia mínima de seguridad que guardan entre ellos; este cambio aumenta el riesgo de peatones y ciclistas.
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Repito aumentando
En el valle en urbanización de Cochabamba, en los últimos cinco o pocos más años :
-- Acelera la motorización + vialización. Hay muchas más calles y avenidas pavimentadas y asfaltadas, y por ellas van muchos más carros. Hay calles del todo copadas por los motoristas, donde, sin exagerar, los ciclistas no podemos pasar en algunos momentos, las columnas de carros lado a lado no dejan ni el medio metro o tres cuartos de metro que necesitamos, por ejemplo, la Ladislao Cabrera entre avenidas Oquendo y San Martín, a eso de las 6 de la tarde, o las cuadras de la calle 25 de mayo anteriores a San Antonio.
-- Los motoristas disminuyeron la distancia mínima de seguridad que guardan entre ellos. Hoy hay más vías con números grandes de carros a motor durante tiempos mayores, en las que los motoristas van rápido y se acercan entre sí (y se acercan a nosotros peatones y ciclistas) más que antes, es decir, se atreven más, confían más en su atención-habilidad y en sus frenos; el tráfico en las avenidas empieza a parecerse al de las avenidas en Santa Cruz, con vías semicongestionadas de carros veloces. Hay que sentir la semillenura de carros veloces en la calle Ladislao Cabrera entre las avenidas Oquendo y Ayacucho, de 7 a 7 y media de la mañana, a la misma hora en la avenida Ayacucho entre la Terminal de buses y el Correo; hay que sufrirla en la avenida Blanco Galindo a eso de las 7 menos cuarto de la mañana; estos son lugares y momentos más peligrosos para nosotros, que podrían desanimar a ciclistas viejos y experimentados. Uno de los modos en que ocurre esta disminución de la distancia mínima de seguridad de los motoristas entre sí y entre motoristas y transeúntes sucede como un juego de pretensiones de paso, en el que los distintos actores pueden o no ensayar, dadas ciertas condiciones -- sobre todo de comparación unos con otros -- y con mayor atrevimiento que antes, su pretensión de prioridad de paso. (Me salió generalizada la formulación; hay que poner ejemplo.)
-- Más que antes, los motoristas no esperan ver ciclistas en la calle, cerca de ellos; esto, sumado a una menor distancia mínima de seguridad entre ellos y nosotros, provoca una efectiva invisibilidad ciclista (sino un real desdén, negligencia de los motoristas hacia los ciclistas), que en ciertos momentos y lugares es peligrosa para nosotros.
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Dos yapas
Los motoristas se copian unos de otros, hacen seguidismo; y esta mímesis implica también reforzamiento mutuo de conductas y actitudes de acoso, amenaza a otros motoristas y a los transeúntes peatones y ciclistas. Esto puede verse, en ciertos momentos, a tono con lo que pasa en otros ámbitos sociales, como un festejo de la peligrosidad: el más dañino es el mono mayor. Voy a abundar sobre estos festejos motoristas en otra entrada sobre los lugares intensos de la motorización como cultura y sus estilos. . . (jóvenes en autos deportivos, tuning, estíquers, los escapes libres de los motoqueros, automatismos veloces de motoristas en barrios residenciales, la carrera Dákar, etc., etc.)
Una práctica riesgosa y, supongo yo, productora de colisiones, el adelantamiento por la derecha en las avenidas, se convirtió en habitual, hasta esperable; muchos carros más lentos van por la izquierda, y los que los adelantan por la derecha, ni se molestan en tocarles bocina. Así, los motoristas barren, por momentos y lugares, el ancho entero de las vías, haciendo difícil el uso ciclista y peatón de ellas.