viernes, 28 de febrero de 2020

Baches en Quillacollo

Muchas son las cuadras de las calles asfaltadas de Quillacollo donde, en este tiempo de lluvia seguida persistente, hay baches, pozos hondos, peligrosos para la gente que camina, para los ciclistas y también para los motoristas. Ya pondré ejemplos de lugares y casos.

En la calle paralela a la av. BG, una cuadra al norte, de unas cuadras al oeste de la altura de la plaza Bolívar a unas cuadras al este (es en ese sentido que va la calle), hay unos huecos de diámetro capaz de tragarse una rueda entera de bici y de hondura como para romper el aro de la rueda. Feo. Tienen que arreglar eso.

Dato sobre ciclista atropellado ayer en la BG

Omar ciclista jovero oyó, ayer entre las 4 y media y las 5 de la tarde, por radio Centro, luego de no sé qué comentarios de actualidad, que el locutor contaba haber visto un atropello de ciclista en el kilómetro 8 de la avenida Blanco Galindo, se supone que a alguna hora de ese mismo día. Decía el relator que creía que el ciclista había muerto, porque le salía sangre de su cabeza destrozada. Luego -- cuenta Omar --, el locutor abundó en que la culpa en ese caso había sido del ciclista porque, según él, este estaba en el tercer carril (el carril interno rápido : pero pudo haber estado allí porque pasaba la avenida a pie, o por otra razón), y que los ciclistas hacen lo que quieren, para luego decir que los que manejan autos también deben ser más cuidadosos... En fin, el discurso cobarde de siempre, el de dar palo a la víctima y luego tratar de balancear un poco la cosa, sin lograrlo.

Habrá que averiguar sobre este atropello de ciclista.

El ciclista (10)

"Ale, estás manejando", desde la BMX le dice el Negro a Ale, y Ale, que perseguía al Negro (que había aprendido el día anterior), se da cuenta que está manejando la roja, que, sin saber cómo, se subió a la bici y se equilibra pedaleando, que, no sabe cómo pasó, pero ya sabe manejar bici. Ambos ven también de que ya no hay el enojo por el que la roja perseguía a la BMX. Ambos se ven yendo, cada uno sobre su bicicleta.

Creo que Ale y el Negro tardaron una semana en aprender a pedalear sus bicicletas, hacen quince años, en la calle Antofagasta, al borde de la laguna Alalay, cuando yo, padre, dejé de intentar enseñarles... Agarraba sus monturas, me ponía a caballo de sus bicis, desde atrás, los hacía desequilibrarse, les estorbaba el aprender solos. Cuánto puede llegar uno a equivocarse...

Al final de http://cuadernociclista.blogspot.com/2020/02/rolando-armador-de-bicicletas.html , la mejor forma de aprender a andar en bicicleta.

jueves, 27 de febrero de 2020

Caminar comparado con ir en carro

El camino de tierra y piedra menuda, sentido por el culo del ciclista, si ese camino está suave, después de unos días de lluvia, rellenos los huecos con barro, o el camino de tierra y piedra mediana (camionadas de piedra pagadas por la OTB, volcadas sobre los caminos rurales), sentido por el mismo ciclista en su trasero, después de unas lluvias, con los huecos acentuados por el tráfago de los carros.

Intentaré mostrar la diferencia, hacer ver qué hay a un lado y qué al otro.

caminar / ser llevado en carro

autonomía / dependencia

callarse / gritar sin sentido

pensar / enloquecer

pasear / ver televisión

comer lento una comida hervida / comer en la calle a lo desesperado, sin sentir el sabor, algo frito

caminar con los ojos cerrados, solo unos pasos, sintiendo la textura del suelo en las plantas de los pies / cerrar los ojos al paso de uno en el mundo

el valle de Cochabamba sobrevive / el valle es destruido.

Talvez siga con esto, otro día.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Riada en el municipio de Tiquipaya

Cuenta el ciclista Pescau, que vive en Chiquicollo, Tiquipaya :

El viernes a la noche me despertaron los vecinos y la dueña de casa con el ruido que hacían en la calle para cambiarle el curso al agua que estaba bajando, pero no fue grave. El sábado salí de casa a eso de las 8 de la mañana, y pude hacerlo sin mayores problemas, sólo embarrándome un poco. Después volví a casa y decidí quedarme ya ahí. Cerca de las 9:30 el agua había subido muchísimo; la calle adelante de mi casa era un río de cordón a cordón, y si no hubiera sido por las bolsas de arena que habían quedado de hace dos años atrás, casi seguramente habría entrado agua al cuarto. Así estuvo todo el día y toda la noche. El domingo había aminorado un poco, pero todavía seguía pasando agua. Como todos los domingos, me quedé adentro todo el día. El lunes (feriado de Carnaval) tampoco salí. Ayer martes (también feriado) salí un rato para ir a saludarlo a Lucho (un mecánico bicicletero cercano), y me tuve que embarrar, porque de otra forma no podía salir de mi casa. Y esta mañana estaba peor, porque llovió durante la noche y ablandó todo el barro acumulado. En resumen, un desastre que podría haber sido peor.

El mismo miércoles, más tarde. Ojalá no baje más agua peligrosa. Yo estoy aterrorizado de encontrarme un desastre ahora cuando vuelva. Parece que volvió a subir el agua hoy.

El viernes. Angustia inútil fue la de ayer. Cuando llegué a casa no pasaba nada. Igual, ayer cuando salí, y vi que estaba nublado en los cerros, tomé precauciones para que no se mojaran las cosas en casa, y así estar relajado en la oficina. Hoy ya no lo hice porque parecería que hubiera terminado ya el riesgo.

viernes, 21 de febrero de 2020

El ciclista (9)

"Me equivoqué", me cuenta el ciclista. Cuenta que, llegando a una esquina, un carro se le adelantó y, deteniéndose, le quitó movilidad. Se acercó el ciclista al que manejaba. La ventana con el vidrio alzado. Tocó la lata del carro para recibir la atención del motorista, que se quejó por el toque a su carro. Arrancando ambos, la pasajera del lado derecho -- adonde se trasladó el ciclista -- hizo el ademán de tocar el brazo del ciclista. "Fue un intercambio innecesario", me dice, "pude evitarlo".

domingo, 16 de febrero de 2020

El maestro mecánico de bicicletas

Víctor entró a los diez años como ayudante a un taller de arreglo de bicicletas. A los doce años ya armaba y desarmaba bicicletas con comodidad. Desde entonces pasan casi cincuenta años.

A esa edad también, Víctor corrió en bicicleta. Entre los trece y los dieciocho años corrió la vuelta a Quillacollo, unas tres horas sobre una bici como la mía ("entonces, solo los corredores tenían bicis de carrera", dice), pasando por, al oeste, Sipesipe, arriba, Marquina, al este, Tiquipaya, y al sur, Cota. La última vuelta que dio, tuvo un calambre que lo tumbó y lo hizo abandonar.

jueves, 13 de febrero de 2020

La palta de hoy

Suficientemente blanda. Tiene el largo de mi dedo meñique (hay paltas más grandes, hasta del largo de mi dedo medio). La piel negra, que masco y como, es muy delgada y añade un sabor apenas picante. La pulpa, pasando, de afuera hacia adentro, del verde al verde claro, es demasiado rica. Echo pizca de sal a uno o dos de los mordiscos. La piel de la pepa, esa piel reseca y quebradiza, se apega a la pepa, no tendré que despegarla de la pulpa. Quería acompañar la palta con pan, pero me olvidé del pan, que me entrará solo, ahora.

Alzo cinco o seis paltas por semana, de debajo de los árboles. Caen duras las paltas, y últimamente casi ninguna picoteada por pájaro. Son las lluvias, a veces es el viento, los que las tumban. Como la hierba está crecida, la buscada es más morosa, y alguna vez, es con los pies, al tanteo.

El papel periódico en que las envuelvo para que maduren se pedacea. Tardan de uno a tres días en madurar.

La alegría salvaje que siento desde hace días tiene poco, muy poco que ver con comer palta a diario. La alegría que tengo, que es "the stab, the pang, the inconsolable longing" (C.S.Lewis, Surprised by joy, hacia el principio del capítulo V, titulado "Renaissanse") me llega de otro lado, y quien me lea sabe de qué hablo ahora.

Esto de arriba es para mi querido Omar, ciclista hovero. Omar no leerá esto, a no ser que alguno de ustedes lectores se lo señale. Él, dirigente sindical de una de las instituciones de salud de la ciudad de Cochabamba, es por años también dirigente de los vecinos del barrio que los trabajadores de salud tienen en Esmeralda, yendo a Sacaba, asiste hace décadas en el estadio a cada partido del equipo Wílsterman, y se ocupa responsablemente de su familia.

Más y más carros (2)

Volviendo a casa anoche, vi llegar desde el oeste a Cochabamba 25 carros nuevos sobre tres camiones con acoplados, 9 en el primer camión con acoplado o tráiler (uno de esos 9 carros era camioneta, el resto, autos de menor longitud), 8 en el segundo (camionetas), más 8 en el tercero (puro camionetas). Eran las 11 y media de la noche ; caminaba yo entre Piñami y el río Waikuli.

Una semana después, volviendo tarde desde la ciudad, volví a ver sobre acoplados de camiones, más carros nuevos que entraban a este valle, para dañarlo aun más.

15 marzo 2020, domingo. Ayer, sentado en un trufi en movimiento entre la ciudad y Quillacollo, vi llegar a cuatro camiones con acoplados que llevaban carros nuevos, cada uno entre ocho y diez carros que pasan por Cochabamba o que se quedan aquí. Total mínimo era 32 carros, total máximo era 40 carros.

Sobre esto, ver http://cuadernociclista.blogspot.com/2019/12/mas-y-mas-carros.html , http://cuadernociclista.blogspot.com/2015/12/cada-vez-mas-carros.html , y por último, http://cuadernociclista.blogspot.com/2019/08/la-destruccion-motorista-del-valle-de.html .

miércoles, 12 de febrero de 2020

Tiempo de frutas. Y cosechador furtivo

Estoy contento con el lugar donde vivo. Ayer se cayó uno de los tres troncos de una higuera grande, por el suelo demasido húmedo. Quise que se quedara así, a la espera de que maduren los frutos que tiene, pero el dueño de casa, usando sierra eléctrica, le cortó todas las ramas frutadas. En el lugar hay limoneros del sutil, de otro mediano y panzudo y de un tercero, el limón rugoso, todos con algo o mucho de fruto (ahora compraré azúcar para la limonada de la noche), hay muchos manzananeros (en plena frutación), son muchas las manzanas por el suelo, cientos, un membrillo (que debo defender contra las vacas del aparcero) y un peral (tiene no más de 20 frutos que van creciendo, son de piel áspera, y al comerlos, como que les faltara algo de dulce), cinco o más cirueleros (fruta que ya acabó, qué rica estuvo; salía temprano en la mañana a alzar del suelo los picoteados por los pájaros, dulces; luego, pude sacar unos cuantos maduros que los pájaros dejaron en los árboles) y un duraznero (saqué un durazno, queda otro que van madurando, picoteado ya por los alados animales), dos parrales (con mucho grano que va creciendo, lo espero para carnaval, en pocas semanas; probé la uva, es medio asalvajajada, y la cáscara de los granos tiene como costras, que creo que es polvo de Illataco más hollín del tráfico ahí pegado con alguna supuración de los granos), y tres o más paltos que dan dos clases de frutos, uno que al madurar tiene la piel de color negro, de tamaño, digamos, mediano, y el otro de piel verde al madurar, de tamaño algo más que mediano (alzo las paltas que caen, casi cada día, las hago madurar envolviéndolas en papel periódico).

Una noche, llegando a Illataco tarde, pasada la medianoche, y en plena lluvia, de un maizal a un quilómetro de donde vivo, coseché o espigué ese maíz fresco, que comí sin cocerlo, mezclándolo con la ensalada. Rico, dulcísimo. Veo que las zonas por donde paso al llegar no son como para espigar, a las horas en que paso, hay mucha gente cerca, mucho local de borrachería, mucha casa, no sé... no me animo a sacar un poco del maíz que hay a la vera del camino.

La semana pasada, mi hijo Ale descubrió moras maduras cerca de la puerta de calle. Y ayer un colegial trepado a la reja sacaba moras y le invitaba a su chica. Al volver hoy, quitaré unas cuantas para mí.

Hoy corté tres racimos de uva que como de a poco, racimos grandes, con uvas maduras, no muy dulces, y uvas no del todo maduras y uvas verdes.

Descubrí un trecho donde muchas paltas verdes quedan al alcance de mis manos.

sábado, 1 de febrero de 2020

Rolando armador de bicicletas

Hacen unos veinticinco años, Rolando, mi vecino, armó en el curso de unos meses, unos cientos de bicicletas chinas Phoenix como la mía, cobrando de la señora Medrano, dueña de la tienda Carioca de Quillacollo, un dólar y veinte centavos o algo más por cada bicicleta armada. Cuenta que, con la ayuda de su esposa, y desvelándose ambos, armaban unas decenas de bicis por día. También me dice que a la tienda mi bi le costaba 35 dólares. En aquellos años, las tiendas de la avenida San Martín en la ciudad de Cochabamba, las vendían en unos 80 a 90 dólares... Recuerda que armó bicis pintadas de color negro, verde oscuro, rojo oscuro y amarillo. No sé si para la misma tienda, también armó motos chinas.

Hizo a partir de tubos de hierro acerado, una bicicleta. Dice que usando tubos de plástico pvc y envolviéndolos con cinta de fibra de vidrio se puede hacer un cuadro liviano y resistente.

Rolando me contó que a los trece años salía acompañando a su padre, ambos en bicicletas, desde Quillacollo hasta Capinota.

Repasó para mí, una por una, las bicicletas que tuvo, desde wawa, hasta hoy; las que vendió, las que pasó a familiares, las que le robaron. (Una de ellas la recuperó, acechando en las calles de Quillacollo, y al avistarla, persiguió a los ladrones hasta su casa y se la quitó, con algún problema. Otra, al verse robado, yendo de inmediato al lugar donde suponía que la venderían, donde la retiró de manos del vendedor, sin cruzar palabra ni él ni aquél.)

¿Cómo aprendió a manejar bicicleta Rolando? A la pequeña bici roja, su padre le quitó los pedales, quedando así como un caballito de juguete o dandy horse, justo como fue, en 1817, el antecedente de la bicicleta que von Drais inventó. (Ver http://cuadernociclista.blogspot.com/2014/02/von-drais.html ; ver https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_the_bicycle .)

En el mercado de la Pampa, hoy

Estirando el brazo derecho hacia atrás la vendedora logra que la carretilla no le raspe la espalda. Algo le dice al carretillero, como explicación por haberlo tocado y como queja porque él estuvo a punto de tocarla. Ella vende algo que tiene acomodado sobre el suelo, y está sentada en un pequeño asiento sobre la calzada, dando la espalda al tráfico. Es una de los cientos de mujeres que ocupan con sus cuerpos las calles de la zona del mercado intenso de la ciudad de Cochabamba. Es una mujer ya mayor, de alrededor de sesenta años.

¿ Dónde amarrar la bi ?

Primero un paciente del hospital, después el guardia de seguridad y por último el jefe de seguridad me dicen que no puedo dejar amarrada con chapa mi bicicleta a uno de los asientos de la sala de espera. Antes de que -- como, sin malgenio, amenazan -- me corten la delicada cadena que uso para dejar mi bi (durante ratos cortos) cerca de lugares adonde voy a entrar, la desengancho y la vuelvo a enchapar en la reja de entrada del hospital.

Durante la curación, me olvido de ella. No del todo : salgo un rato en que el médico y enfermera -- o la médica y el enfermero, no lo sé -- me lo permiten. Ahí está la bi. Me espera. Ya salgo, bi.