Rubén, un hombre que hace gran distancia en bicicleta, que pasa meses, años en la carretera, que atraviesa fronteras, vive sobre la bicicleta, está en la ciudad. Es extranjero. Habla, rodeado de gente que, veo, entiende poco de lo que dice. Su bicicleta lleva muchas cosas amarradas (me asombra un colador para servirse té, hecho de plástico, que baila agarrado del asa, al costado derecho de la bi, al lado de una batería). Lo vi, hablé con él, hace cuatro días, en el centro de la ciudad.
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Copio sobre el paso de Rubén por Ecuador
"El señor tenga misericordia de ti"
CRÓNICA
6: 00 pm. El ocaso
foto: diario la hora
Un pulso de gente transita por la calle Chile rumbo a la Plaza de independencia. En las paredes de los edificios históricos se enciendan unas lámparas redondas que emiten una luz tenue. Poco a poco, la tarde inminente recorta el color de las banderas rojiazules y la sombra de las personas. Casi al llegar a la avda. Venezuela, el tráfico humano se detiene en una pequeña multitud que rodea a Rubén Darío Rúa como un gran animal curioso.
-Sabía que hoy se celebran 578 años de fundación de Quito-le dice una viejecita arropada con una chalina deshilada.
Rúa arquea las cejas y sigue recortando sus papelitos. Al cabo de unos segundos, indiferentemente, le entrega uno.
“El Señor tenga misericordia de ti. Gracias por tu colaboración. El andariego del mundo”- lee la mujer dejando escapar el aire entre sus boca sin dientes, de encías planas como la palma de la mano. La mujer saca de la chauchera cinco centavos y los deposita en la gorra de la recolecta. Ruben Darío, con el águila de la mirada aun posada sobre el manubrio de la bicicleta, dice sin poner atención a sus palabras:
-Yo vine de Santo domingo, me iba a ir para el norte, para Bolivia, pero me enteré que aquí había fiestas y así pues, aquí me tiene, señora. 578 años dice que tiene Quito, que verraco, cuanto tiempo, no.
Una muchacha indígena aprovecha el momento y pregunta:
-Oiga señor y qué países no más conuce, pes.
Rubén Darío ya más animado responde como si su voz fuese una madeja de hilo lanzada al precipicio.
-Pues Panamá, Guatemala, Honduras, Costa Rica, México, Ecuador, Brasil, Chile, Argentina, Martinica.
-¿ Y disculpe usted la curiosidad, pero por qué tan pata caliente?
Rubén Darío sonríe y señala el chasis de su bicicleta donde se encuentran pegados varios recortes de prensa.
La muchacha indígena acompañada de otros curiosos revisa los recortes de prensa.
En tanto Rua permanece entretenido en cortar las tiritas de papel que entrega a los transeúntes para financiar su viaje.
La indígena se desamina de tantas letras y contempla a Rúa con extrañeza. Mira su camiseta de Colombia, se detiene un rato para ver sus zapatillas nike de suelas gastadas y sin despedirse se marcha.
9:30 pm. Anochecer
En la plaza de la independencia hay baile y oscuridad, pero no trago.
Por tal, el grupo de policías metropolitanos ( habían requisado previamente la mercadería de los vendedores ambulantes, vinos de caja sobretodo), está tranquilo, sin relajo.
No obstante, sin que los agentes se den cuenta, la gente estalla en risa y gritos: dos borrachos se torean en media plaza. Los dos son menuditos, con chaquetas de casimir brilloso de tanto uso, con pantalón que parece prestado. Chullitas podría decirse. El uno, el menos chiquito, con la chaqueta a manera de capa, imita a la perfección los gestos afeminados de los toreros, el otro, medio rengo, solo bufa y trata de embestir con la cabeza. Los chistes no se hacen esperar. Los comentarios se dividen a favor y en contra
-Que baje pues el Correa maricón a evitar la tradición dice alguno.
-Cójanle a ese borracho cachudo dice otro más divertido.
- La culpa de los gringos ha de ser dice uno que está de lado de dos extranjeros que se alocan tomando fotos.
- Que goce, que cague de risa piensan muchos.
La situación se extralimita cuando el borrachito que hace de toro embiste a algún aburrido.
-No le pegues, abusivo.
-Que abusivo, no se meta, que no ve que me está pegando en las…
-De ganita, de plaza de toros a plaza de pueblo.
Los metropolitanos, que al principio se reían bien disimulados, intervienen y se llevan a los dos hombrecitos
Rubén Darío Rúa se ríe largamente con el espectáculo. Le explico que hace poco se prohibieron las corridas de toros en Quito. En serio, dice Rubén, ¡Qué rechimba!, es la segunda vez que veo borrachos tan de risa. Yo aprovecho su buen humor para inquirir en su pasado. Los 48 años de Ruben han sido duros. El perdió a toda su familia en la erupción del Volcán Nevado del Ruiz, en Tolima Colombia. Pero a diferencia de la mayoría de victimas no se encerró a su sufrir sino que cogió su bici y se fue a recorrer el mundo. A Rambo, como le conocen varios amigos y amantes que ha dejado en toda Latinoamérica, no le gusta que le pregunten lo mismo y lo mismo cuando esta de recolecta.
Qué de donde es: Colombia papá
Qué de donde partió: Venezuela
Qué porque viaja: por viajar
Que qué siente: pues libertad. Etc.
Este día, la gente fue generosa, me dice. En consecuencia, hoy no habrá estrellas sino techo sobre su cabeza. Mientras bajamos hacia la Marín le pregunto, si se acuerda de Omaira Sánchez.
-¿Qué eso también lo va poner en su crónica?
-Mas o menos le digo-. El rambo no contesta. Como no sé qué decir repregunto.
-¿Cuantos años tenía cuando explotó el nevado del Ruiz?
-Era jovencito un poco menos que usted.
Al Rambo no le gusta hablar de ese tema. Sin embargo, en 1985 él era aprendiz de zapatero. El dia de la avalancha de lodo producida por el nevado del Ruiz( cobro más de 20.000 muertos) Rambo se fue a buscar unos zapatos para a un pueblo vecino. Cuando regreso, lo único que vio fue que el piso había crecido tres metros y había enterrado a su madre y sus tres hermanos.
-¿Rambo que opina del gobierno colombiano? L e digo con valor
Lo mismo que en el desastre, nada. Yo soy mi gobierno, porque solo yo me preocupo por mí.
-Chuta- contesto medio apenado. (el desastre de Tolima fue previamente advertido por vulcanólogos al gobierno colombiano, sin embargo, no se tomaron las medidas preventivas)
- Tu me preguntabas sobre Omaira- dice de Rambo dirigiendo su cabeza colorada hacia mi-. Ella es el ejemplo de lo bueno que es el gobierno colombiano. Cuando yo comencé a viajar, años después del accidente, ni siquiera la conocía. Sin embargo, la gente curiosa que la había visto agonizar por televisión me preguntaba si acaso no era su vecino. Hueputas, no. Pobre nena, hundida casi por completo en lodo y lo único que se les ocurre es grabarla.
Ya en la Marín, el Rambo hace honor a su apodo. Dice que al nunca le han robado, a pesar de que su hogar (su bicicleta) está provista de 114 kilos de cosas diversas: cuenta con dos llantas de repuesto, dos gavetas de ropa, Dvd, batería eléctrica, bocinas, radio, linternas banderas, pero, sobre todo , con su propio perro guardián, un machete .
El Rambo entra por un recodo y se despide de mí. Le digo adiós y él me dice que si publican alguna vez lo escribo le haga llegar un ejemplar para pegarlo en la parte posterior de su bicicleta.
23 enero 2015
Fuente: http://suntasig.blogspot.com/2015/01/el-senor-tenga-misericordia-de-ti.html
Video con entrevista a Rubén, en Montero, Santa Cruz, en julio de este año, https://www.youtube.com/watch?v=fT4uq7ixKf8
Rubén estaba en Ecuador en septiembre de 2012, http://lahora.com.ec/noticias/show/1101392475/-1/Recorre_el_mundo_en_bicicleta.html#.Vm8tCdLhC-8
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Quería escribir, como en una crónica larga de hace doce años que publiqué en un diario local, que el viajero de larga distancia en bicicleta es persona triste. Aquella vez, 2003, sobre un brasileño, era cierto: el tipo había solidificado su tristeza, estaba cómodo con ella, no la soltaba. Mucho se le podía sacar en poco tiempo, pero yo no pude soportar su mirada quieta y sin calor, y sin intención : mientras hablaba, su cara no decía nada, él estaba recitando sin alma. Debí retirarme, apartarme de aquella humana porosa piedra. El hombre era negro. Después, el 2010 pasé unas horas con otro viajero, un polaco algo menor que yo, que me pareció serio, y que, la verdad, al menos una cosa importante me enseñó: algo de serenidad en el juicio. El viajero de esta vez, el colombiano Rubén, pues, no sé qué decir... digo, en cuanto hace a una supuesta tristeza suya, visible en su cara. ¿Y por qué los ciclistas viajeros iban a ser o debían de ser tristes? ¿Qué sé yo sobre ellos? Lo que sí, es que yo no pienso viajar lejos en bicicleta...