martes, 25 de octubre de 2016

Destrucción, cuándo, cómo

No tengo problema con la destrucción, si está donde y cuando, según el mejor sentido de los involucrados, debe estar. Fuera de tiempo y de lugar está la destrucción en la calle, en forma de carros acelerados que no me dejan caminar tranquilo. Mal está la destrucción en los lotes donde los obreros levantan los edificios que me impiden ver mi valle, estar en aquí, los edificios donde sé, por experiencia, morarán gente cuyas maneras le harán mal a este lugar. Destruye su oportunidad de hablarse y de estar y de ser gente tanta gente en las calles agarrados de sus teléfonos móviles, desatentos al mundo y los hombres y mujeres y el resto de las cosas del mundo aquí ahora.

058 EBR placa del micro J manejado por tipo de menos de 40 años que, pese a mi indicarle con el brazo que me dé espacio suficiente al adelantarme, no lo hace (martes 25 octubre, 8 y media de la mañana, avenida América oeste, a pocas cuadras de su inicio).

miércoles, 19 de octubre de 2016

Motoristas que pretenden educarnos vialmente a los ciclistas

4233 GGG es la placa del carro que manejaba el tipo que insistió en pasar, acercándose a mí desde atrás, tocando bocina, en la calle E.Arze, llegando a la plaza 14, hoy miércoles 19 de octubre, hace una hora, a eso de las 8 y media de la noche. La movilidad era blanca, nueva, como de trufi, pero particular. El tipo era moreno, bajo, grueso, de unos 35 años. En la esquina con calle Sucre, lo dejé pasar. A la media cuadra, trancado él, me le acerqué, y le dije que no estaba bien, no era seguro lo que hizo. Replicó que yo iba por el medio de la calle. Le dije que el ancho de la carga que llevo en la bicicleta me obliga, para cuidar mi seguridad, a darme espacio suficiente lejos de los carros estacionados y de los carros en movimiento. Entonces, me habló de lo que hice unas cuadras antes, pasar en rojo un semáforo. Se me ocurre, entonces, que el hombre estaba como desquitándose, en nombre de los motoristas, contra un ciclista no convencional.

Mi paso en rojo del semáforo por la calle E.Arze esquina con L.Cabrera me fue castigado por el motorista que iba perpendicular a mi trayectoria con una bocina que no se detuvo (permitiéndome percibir el efecto Doppler). Además, ese motorista no bajó su velocidad y, hasta diría, desde mi ego ciclista levemente afectado, que subió de velocidad. Ellos nos quieren castigar, asustar, buscan educarnos, insisten en que ocupemos nuestro lugar, que no nos extralimitemos.

Pondré en esta entrada las otras placas que, por unas horas, retuvo mi memoria, hasta anotarlas en un papel, junto con datos que me permitirán ¿ o no ? recordar las situaciones.

Pero media hora después del incidente cerca de la plaza 14, ya por acá, en la esquina Juan de la Rosa con Beijing... ¡ un auto patas pa arriba ! Oí a los dos tipos de chamarra negra, de entre treinta y cuarenta años, locales, salidos ilesos de la cabina del carro, explicar al policía, que sacaba fotos del aparato volcado, cómo fue que, primero, chocaron con un otro que salía de la Beijing, se supone que ellos iban por la Juan, y luego con otro que apareció, supongo que en sentido contrario, desde la Beijing. Entre 50 y 100 espectadores. Vidrio picado en el suelo. Me fui rápido.

viernes, 14 de octubre de 2016

Causas

Salvar a los últimos tigres de Bengala contra la explotación de carbón por grandes bancos
Impedir la subida del racista reaccionario Trump a la presidencia de Estados Unidos
Conservar la velocidad uniforme de la red Internet, contra la necesidad de rapidez en ella para los ricos, con lentitud para los pobres
Evitar el colapso de los mares del mundo, limitando la pesca industrial en ellos
Prohibir la contaminante minería debajo del mar
Salvar a los últimos elefantes africanos, prohibiendo el tráfico de marfil
Prohibir el herbicida que mata todo menos los cultivos modificados por la empresa que fabrica ese herbicida

Estas y otras causas piden por la red Internet las firmas de quienes se conmuevan. Alguna vez, firmé.

Me asusta la situación del mundo. Las cosas buenas en el mundo se están acabando, tragadas por el agujero negro de la ambición capitalista industrial, de la estupidez humana final.

lunes, 10 de octubre de 2016

Me canso

Hoy al cruzar la costanera exterior (avenida que sigue por afuera el curso del río Rocha) llevando la bicicleta de la mano, o sea, sin montarla, a pie, tuve que gritarle a un motorista que amenazó con golpearme con su auto, acercándose mucho a mí. Esto, que los que manejan me faltan el respeto a mí, ciclista, acercándose demasiado a mí con sus carros, ocurre hoy más que en los años pasados. Imagino que, habiendo hoy más vías rodables, habiendo hoy más carros en las vías, habiéndose hoy sumado más años de impunidad motorista (ellos no pagan, nadie los castiga por los diarios, permanentes incidentes de amenaza, colisión, lesión, muerte que causan a peatones, ciclistas y a otros motoristas), ellos se sienten motivados a seguir abusando, sin disimulo, a seguir amenazando, a seguir usando sus carros como armas de acoso y ataque contra la gente de a pie o en bicicleta o en otros autos. Imagino que la conducta abusiva, agresiva de unos refuerza el paso al abuso y la agresión en la conducta de otros, es decir, que se estimulan mutuamente para elevar el nivel de su irrespeto.

Es difícil estar en las calles en bicicleta hoy. A veces voy muy despacio -- es también que voy envejeciendo --, son más y más los días en que elijo vías secundarias, eludiendo las avenidas. A veces quisiera no manejar bicicleta en esta ciudad. Me canso del peligro, de la falta de respeto de los motoristas, del humo, del ruido, de la insoportable visión de la sola velocidad en las calles, me canso de las calles vacías de gente, entregadas a los motores calientes, feos, malos.

Pero es que sin bicicleta yo no soy yo. Además ¿en qué iría? No subiría yo a un auto, excepto en caso de extrema necesidad. Y no me gusta caminar mucho, soy flojo.

La semana pasada, yendo por la Cancha, me acerco a la ventanilla de la mujer que manejaba un auto y le digo que no creo que esté siendo suficientemente atenta al moverse. "¿Lo dice porque pasé cerca de usted?", pregunta, y se responde: "Pero lo estaba viendo. No se preocupe". Yo lo decía por eso, sí, no me había gustado su cercanía. Pero esperé, sin decirle nada. Ella siguió: "¿O por la bolsa de basura que pisé?" Eso yo no lo había visto. Con este informe muestro que esa persona, consciente de lo que había cerca de su carro o debajo de él, se sentía en control de la situación, pero, según yo, no lo estaba. Me parece un ejemplo de hasta qué punto están fuera de lugar, fuera de sí los motoristas aquí en Cochabamba, en estos días.