Vecinos de donde vivo queman de a poco, van quemando cada vez que vienen, una parte de su ralo cerco vivo (hecho de pocos árboles y menos arbustos más que medianos) frontero a la calle.
Vecinos de un poco más allá retiraron hace semanas su seto vivo hecho, creo recordar, de arbustos viejos y firmes; ¿o es que había ahí uno o más árboles de los que no quedó huella en el suelo apisonado donde en pocos días, albañiles alzaron un muro de ladrillos? Soy menos que observador...
Hacia otro lado, vecinos no tan cercanos quemaron y luego talaron en el mes pasado hasta diez eucaliptos: segundos o terceros retoños, de entre 10 y 15 años, estimé, de bollos de eucaliptos plantados hace décadas en su linde. Les quedan otros ocho o nueve eucaliptos.
En julio, en el pasado invierno tibio, tres diferentes vecinos inmediatos talaron, uno de ellos, hasta seis eucaliptos parecidos a los que describí arriba; otro vecino, aun más cercano, aquí arriba, al lado, bajó con motosierra y con la ayuda de seis personas (que dirigieron con cuerda atada al tronco, su caída), un solo eucalipto grande y coposo, que puede haber tenido cuarenta años; y un vecino más, en lote también lindero a donde vivo, sacó con fuego rápido y fuerte y con motosierras, varios tocones voluminosos, añosos, de eucaliptos.
Abajo del puente Gamboa, en la calle curveada que lo conecta con la calle Álamos, limpiaron de (unos 5 o 10?) árboles, arbustos y matorral al borde interno, el más cercano a los lotes, de una cuadra de la acequia, que ahora debe tener así abierta, de dos a dos metros y medio de ancho de cresta a cresta. Arrancado, desarraigado, permanece el recordatorio de piedra o cemento de alguien muerto cerca del canal. Acaban de construir una casa tipo fortaleza en un lote ahí, y en otro, enmallaron el frente. Esas parecen familias más activas económicamente que el resto: gastan camiones y otras movilidades. Hay tocones a la vista. Quedan en pie unos diez molles.
El tiempo seco y frío es en este valle de Cochabamba el de las talas de árboles, y de las podas exageradas y hasta inhabilitantes.
En este valle, el eucalipto es una especie plantada y cultivada para su eventual corte y utilización como madera. Y a veces, luego de talados, se espera y se deja retoñar nuevos troncos de los tocones restantes.
Desde hace cuatro y cinco meses, en lotes en diferentes lugares de los distintos caminos que uso por aquí, en un radio de unas cuadras y hasta dos, tres kilómetros de Illataco, varios vecinos construyeron muros hacia las calles, y también alzaron algunas casas grandes de ladrillos y tinglados de fierro y lata. Ocurre la urbanización de más y más rincones del valle en lenta (aquí, al norte-oeste de Quillacollo) desagricolización. La construcción de casas y edificios va muchas veces junto a la erradicación de árboles y de otras plantas menores, y trae más carros a motor.
Añado a fines de noviembre. Las dos y media cuadras norteñas de la calle M. E. Matenda, abajo del puente Gamboa, del ancho de 5 a 6 metros que tenían antes pasaron a tener ocho. Aprovechando que albañiles revisten con cemento la acequia del costado oeste, los vecinos o la alcaldía o ambos despejaron de árboles (no guardé recuerdo de cuántos, ni cuáles!), arbustos y matorral del otro costado, donde desde hace un año hay cien metros de galpón emplasticado para cultivos rápidos de mercado. Qué rápidos fueron para librarse de la materia verde que arrancaron, la desaparecieron en días.
Añado a mediados de diciembre. Media cuadra abajo de donde vivo, a mano derecha según se baja, cortaron a media altura los troncos delgados de 6 o más molles jóvenes y de otros arbustos, empezando así la destrucción de un otro seto vivo.