Sionistas, monstruos espeluznantes; jutis héroes; palestinos de luz
¿Por qué iba nadie que no sea Israel a pagar la reconstrucción de las casas y las ciudades de Gaza que los israelíes, freaking monsters, destruyeron en estos dos años y más de genocidio?, pregunta el comentarista estadounidense gordo y gritón al que muy pocas veces oigo en internet, porque no sabe decir nada nuevo. Pero ahora necesito ánimo, tensión, flexionar los músculos y ponerme en movimiento. La convicción con que tantos opinadores condenan el holocausto israelí de los palestimos de Gaza me reconforta. Anoche escuché largamente por internet a Finkelstein que decía que Gaza dejó de haber, que los árabes, esclavos, se la entregaron al Trun criminal (al apoyar la resolución 2803 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de 17 de noviembre pasado), que Israel se salió con la suya, y que a los palestinos no les queda más que, o quedarse y perecer, o irse de Gaza.
Es mucha mi necesidad de que no sea como Finkelstein dice, mi urgencia de que Palestina sea libre, pronto. Pero para la liberación palestina será necesaria la caída, el desmoronamiento del enemigo de la humanidad que es el imperio guerrista, masacrador de pueblos que es Estados Unidos, que está enredado, confundido en una sola masa de horror histórico con el genocida Israel. Y esta tarea de destrucción del mal y de sanación vamos a tener que hacerla, hoy y en los años que vienen, guiados por los fuertes y claros palestinos, todos los humanos de esta Tierra.
Hablando de los Jutis (Houthis o Ansarallah) de Yemen, Norman Finkelstein dijo -- luego de ponerlos en el lugar de su respeto mayor por la solidaridad que tuvieron hacia los palestinos al bloquear, durante dos años, en contra de los genocidas yanqui-sionistas, el Mar Rojo, sufriendo muchos muertos y heridos, porque ellos saben lo que es estar sitiados como los gazagüis por Israel, pues los yemeníes fueron sitiados por tres años por los saudíes, con cien mil niños yemeníes muertos por el hambre -- que cada quién no es responsable por el resultado de las cosas que emprende en un contexto de subordinación, sino sólo por su propio actuar o hacer hacia el propósito de librarse de la opresión. En cambio, los opresores y quienes los socapan sí son culpables de sus acciones dañinas.