lunes, 15 de diciembre de 2025

Sionistas, monstruos espeluznantes; jutis héroes; palestinos de luz

¿Por qué iba nadie que no sea Israel a pagar la reconstrucción de las casas y las ciudades de Gaza que los israelíes, freaking monsters, destruyeron en estos dos años y más de genocidio?, pregunta el comentarista estadounidense gordo y gritón al que muy pocas veces oigo en internet, porque no sabe decir nada nuevo. Pero ahora necesito ánimo, tensión, flexionar los músculos y ponerme en movimiento. La convicción con que tantos opinadores condenan el holocausto israelí de los palestimos de Gaza me reconforta. Anoche escuché largamente por internet a Finkelstein que decía que Gaza dejó de haber, que los árabes, esclavos, se la entregaron al Trun criminal (al apoyar la resolución 2803 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de 17 de noviembre pasado), que Israel se salió con la suya, y que a los palestinos no les queda más que, o quedarse y perecer, o irse de Gaza.

Es mucha mi necesidad de que no sea como Finkelstein dice, mi urgencia de que Palestina sea libre, pronto. Pero para la liberación palestina será necesaria la caída, el desmoronamiento del enemigo de la humanidad que es el imperio guerrista, masacrador de pueblos que es Estados Unidos, que está enredado, confundido en una sola masa de horror histórico con el genocida Israel. Y esta tarea de destrucción del mal y de sanación vamos a tener que hacerla, hoy y en los años que vienen, guiados por los fuertes y claros palestinos, todos los humanos de esta Tierra.

Hablando de los Jutis (Houthis o Ansarallah) de Yemen, Norman Finkelstein dijo -- luego de ponerlos en el lugar de su respeto mayor por la solidaridad que tuvieron hacia los palestinos al bloquear, durante dos años, en contra de los genocidas yanqui-sionistas, el Mar Rojo, sufriendo muchos muertos y heridos, porque ellos saben lo que es estar sitiados como los gazagüis por Israel, pues los yemeníes fueron sitiados por tres años por los saudíes, con cien mil niños yemeníes muertos por el hambre -- que cada quién no es responsable por el resultado de las cosas que emprende en un contexto de subordinación, sino sólo por su propio actuar o hacer hacia el propósito de librarse de la opresión. En cambio, los opresores y quienes los socapan sí son culpables de sus acciones dañinas.

Laura:

La luna, una luna delgada en forma de cuerno doble, señala al nacer detrás de las hojas de los árboles -- que, con la luz de las estrellas en este cielo despejado de mitad de la noche, a las tres de la madrugada, una hora antes del piar de los primeros pájaros, son una cortina menos que oscura -- indica la luna naciente el lugar donde, allá lejos, en la ciudad, está la laguna Alalay. Camino de costado dos pasos para eludir la copa del molle que tengo al frente y verla sin tapas. Pero allí, donde antes estaba la luna, ¡una luciérnaga, delante del follaje! Una sola, de color azul-verde, a unos treinta metros de mí. Por el trayecto que seguía en el primer brillo que le vi, calculo dónde la veré ahora, y me equivoco un tanto: cambia de dirección. Brilla muy fuerte en este aire limpio. Y ahora, bajando, tuerce harto y durante dos brillares, tres, ¡viene hacia mí! Está, no lejos de donde yo, parado sobre el pasto húmedo, olvidando la luna, recuerdo la última vez que vi, no una, sino muchas lucecitas vivas volantes, una nube de ellas, a la que nos acercamos, tuvimos aquí, delante nuestro, ahora al costado, contra la pared de ramas y hojas en el reborde del lecho no tan hondo del río Ch'utakagua, y que fuimos dejando atrás, al final de una tarde de verano, contigo, Laura, sentada en la parrilla de mi bicicleta, subiendo desde Santiaguilla a Sauceesquina, hacen veinticuatro años. Esa noche te gustaron los curucusís o ninaninas, mientras yo pedaleaba, sudaba, yendo a Tiquipaya, a dejarte con tu madre. Esta luz de hoy noche titila, sube volando ahora detrás de la copa del palto frutado debajo del cual estoy. Con la cara hacia su camino aéreo, sé que la voy a ver por entre el follaje, porque su luz es clara y cercana. Hace rato que los animales que aquí en el patio hacen ruido de noche, caminando, chillan, se persiguen, no se hacen sentir. Dónde andará ya, volará la luciérnaga que se me apareció hoy noche.

martes, 9 de diciembre de 2025

¡Israelíes, fuera de Bolivia!

El gobierno de Bolivia reestablecerá relaciones con Israel, y quita el requisito de visa de entrada al país para viajeros israelíes, informa hoy martes 9 de diciembre el diario israelí Haaretz en inglés.

Todos los israelíes, con la excepción de los jaredi o religiosos, hacen 3 años de servicio militar, los varones, y 2 años, las mujeres.

Desde 1947 hasta hoy, 2025, los soldados israelíes se han ocupado de expulsar de sus casas, ciudades y tierras a varios millones de palestinos desarmados, convirtiéndolos en refugiados de guerra, e, ilegalmente, les han impedido a la fuerza, volver a sus casas.

En los últimos 58 años, los soldados israelíes han sido usados para vigilar, controlar, acosar, avasallar, secuestrar, torturar y matar a los civiles palestinos desarmados cuyo territorio ocupan ilegalmente desde entonces.

En los últimos 2 años y 2 meses, los soldados israelíes, bajo la protección de EEUU, se han puesto a matar a muchas decenas de miles de civiles palestinos desarmados en Gaza; 70 mil palestinos asesinados y 170 mil heridos, según las autoridades palestinas; más de 100 mil muertos, según estimación del instituto alemán de demografía Max Planck; hasta unos 600 mil muertos, según otros cálculos.

Soldados israelíes han asesorado las labores de matanza de civiles por parte de militares y policías en la Sudáfrica del apartheid, la Argelia francesa, la Uganda de Idi Amín, El Salvador de los escuadrones de la muerte, la Guatemala de los cien mil indígenas masacrados en los años 80. Soldados israelíes asesoran hoy a los policías y paramilitares estadounidenses que el gobierno de ese país ha soltado para aterrorizar, detener en campos de concentración y deportar a nuestros hermanos inmigrantes latinos (los están limpiando étnicamente de Gringolandia). Soldados israelíes asesoran y entrenan hoy la represión, persecución y matanza de poblaciones enteras en decenas de países del mundo.

La sociedad israelí en su conjunto = casi todos o gran mayoría de los israelíes aprueban, incitan y festejan la matanza por sus militares de todos los civiles palestinos de Gaza, la expulsión de los palestinos de sus casas, ciudades y tierras en Cisjordania y Jerusalén, e incluso su expulsión de Israel 48, y defienden la tortura y violación sexual por parte de guardias israelíes de los palestinos secuestrados, incluso los niños.

En los dos años pasados Israel ha atacado sin ser antes provocado, o sea, ha cometido el crimen de guerra de agresión (el crimen cometido por la Alemania nazi, el imperio de EEUU, la Sudáfrica del apartheid) contra: Palestina, Líbano, Siria, Irak, Yemen, Irán, Qatar y Túnez, matando en esos países (excepto Túnez) a miles de civiles e hiriendo a muchos miles más.

Israel, junto a EEUU, es aliado estrecho, es fomentador y socapador de los crímenes que las dictaduras árabes del golfo y de otras regiones cometen en masa contra sus pueblos, incluso contra sus minorías cristianas.

¿Queremos los bolivianos tener cerca de nosotros a uno solo de esos criminales de guerra israelíes, asesinos en masa de mujeres y niños?

viernes, 5 de diciembre de 2025

La luz palestina, el abismo sionista

Es mucho el sufrir palestino, cómo no los han aplastado del todo ya, en estos más de cien años de opresión, pregunta mi hija. Le había hablado de que una porción de las familias palestinas, por miedo, vergüenza, por conveniencia, por el terror, colaboran con el enemigo, hasta le nombré a un traidor que lleva nuestro apellido, contra varios otros parientes nuestros, allá, por contrario, dignos. Le dije que ningún pueblo hay en el mundo más libre que el palestino de Gaza, ensordecidos por los drones espías que zumban 24/7, aplastados bajo los escombros amontonados por las bombas sionistas, torturados en las cárceles, inundados por las lluvias de este tercer invierno del genocidio, rebalsados de basura, sedientos y hambreados... pero siempre soberanos, bajo la mira asesina yanqui-sionista, siempre dignos y maestros de todo el resto de los humanos. Pasé a hablarle de Sayed Jasán y Qasem, de Iseldín, Yasín, Abu Obaida, Yajya, Abdul Malik, Marwan, de Raquel, Aarón, Tomás y Eisenur, Greta, Juda y Richard, Ilán y Norman, Francesca, Dovid y Orly, de Leila, Yejad, Jada y Tareq, Refaat, Ajmed, Ajed y Sámaj, Chirín, Anas, Jusam, Bisán y Nora, de Susan y Diana, de Majmud y Fátima, Jusein, Shaimaa, Yena, Jalil, Misk y Sujaila, de Gaith-lluvia que vive y de su mamá Mariam-periodista a la que mataron, y de Isa vivo siempre y de su madre, la muchacha Mariam, también viva, le dije que el solo asomar de sus nombres lo hace sonreír alegre a uno, los labios desbordados: Palestina fuente de esperanza eterna.

Le conté del ataque sionista de los bípers y walkie-talkies de septiembre del año pasado, que mató a decenas y dejó mutilados, tuertos, ciegos, mancos a cientos de niños y de mayores, médicos, enfermeros, empleados municipales. Le conté de los miles de dianas logradas por los francotiradores sionistas contra la pacífica, festiva marcha del retorno de hace siete años: disparos a las rodillas, a los muslos, las canillas de niños, fotógrafos, rescatistas, enfermeras, disparos al pecho de cuántos palestinos en sillas de ruedas, ya antes tullidos por Sión. Me faltó contarle del casi millón de olivos descuajados por Israel en Gaza en estos dos años pasados y del número parecido de también olivos matados por Israel en Cisjordania en las décadas pasadas. Me dijo mi hija que, a un lado y abajo del sufrimiento palestino, por ratos, para ella, más dolorosa, estaba la degradación sionista, la crueldad de ese pueblo entero, dedicado, por dos años ya, a aniquilar a sus vecinos a los que, generaciones atrás, ya vencieron, a los que, desde hace décadas ya oprimen. Y todo ¿para qué? Para, socapados, fomentados por el yanqui enemigo de la humanidad, acabar de robarles sus casas, sus tierras, su memoria, su vida.

Digestión inciclista

Los días que no pedaleo bici mi digestión no es buena, si no saco a pasear mis tripas, evacúo no rápido ni bien.

Esta cercanía

Guardo la bici cerca de mí en la noche, la meto al cuarto donde duermo, no me gusta dejarla afuera, en el corredor, al alcance de unos ladrones que, espero, igual no querrían entrar por tan poca cosa..., pero no me arriesgo, la cuido.

Manzanar en pie

Catorce manzanos que, si no me equivoco, tienen entre 50 y 70 años, de la variedad que, para carnavales, da fruta panzona y aplanada, pesada (con mucho líquido, poco harinosa, jugosa pero dura para mascar, y bastante ácida, rendidora para hacer compota o dulce, mermelada, variedad que creo es pariente del membrillo), árboles de troncos gruesos, un metro a metro y medio más altos que otros manzanos que veo por aquí, en Quillacollo-Vinto. Sus troncos y ramas están muy cargados de líquenes y muy recubiertos de hongos en esta temporada húmeda. Con poca fruta, bastante verde aún, los tres o cuatro a los que me acerqué. Pastaban ovejas a su sombra. El prado manzanado debe de ser de hasta una hectárea. Está a una cuadra, más o menos, al norte de la avenida o carretera Albina R. de Patiño, a la altura del kilómetro 15 y 1/2, más o menos, sobre la calle que va sur-norte llamada, según los letreros-señales, Aurora Norte; la calle este-oeste más cercana se llama Oruro. La calzada, bajando de la carretera, es asfaltada, una cuadra más allá es pavimentada rígida, unas cuadras más allá, empedrada; a las cinco o seis cuadras, es cruzada por la serpenteante calle Beni, que comunica la calle Álamos, barrio Esmeralda, con la M. E. Matenda.

Un amigo mayor que yo (tengo sesenta años), criado en este lugar, me dijo que el parecido manzanar, tumbado hace cuatro a cinco años, de Paucarpata Sur, que estaba casi frente a la entrada a la facultad de veterinaria, con seis árboles (seis que sobrevivían cuando lo conocí, hace 6 años), de altura normal (de tres a 4 metros, máximo, dando, así, muchas de sus frutas al alcance de las manos de la gente), que daba mucho fruto, y bajo el cual había harto pasto, también aprovechado por ovejas, fue plantado, no recuerdo si por privados, por la universidad fiscal, o por quién, como parte de un proyecto o experimento de combinación de uso agropecuario del suelo. Al lado norte de aquel manzanar, tirado por los vecinos para hacer ahí en esos cincuenta por cien metros, canchas de fútbol y para darles campo libre para evolucionar con sus carros, queda una fila de eucaliptos viejos.

La conservación de este manzanar entre Quilla y Chulla es por hoy mucho mejor que la del situado casi sobre el camino viejo = calle Cochabamba, una cuadra al oeste del puente sobre el río Huayculi; muy atacado por el descuido, el tráfico de autos y el vecino descampado donde se vende arena y grava.

Puedo fantasear, hasta puedo ver en la imaginación, como un cuadro al óleo, pintado al estilo casi impresionista valluno de hace medio siglo, entre medio de algunos de los manzanos de uno u otro de aquellos prados-manzanares, jóvenes entonces, en partes muy asoleadas, en claros, y acotados por seto vivo, bastante bajo pero tupido, infranqueable para ovejas y cabras, unos retazos de trigo, aquí, de cebada, más allí. Los verdes, tan variados, de las tan distintas hojas, el amarillo, ya oro, ya pajizo, descolorido, según la estación, del trigo y la cebada, el rosa delicado, hasta traslúcido, de unas flores de manzano, el plomo o gris brillante de unas hileras de piedras chatas, apegadas a los espinudos setos, el blanco sucio, embarrado, según la humedad, de la lana de los borregos, el blanco purísimo de un cordero recién nacido, que apenas se para, el negro de los cuernos cortitos de algunas de las bestias, el café, marrón oscuro de los troncos, según les dé o no, de soslayo, el sol, ĺos celestes del cielo, rayado por unas esponjosas nubes que estira el viento.

De hace seis años: https://cuadernociclista.blogspot.com/2019/10/tres-manzanales.html?m=1 .

martes, 11 de noviembre de 2025

Un cactu

Hay un cacto de hasta dos metros y medio de alto que, naciendo de varios troncos apiñados, a los pocos centímetros del suelo se abre y sube, muchos tallos apretados en haz compacto, y sigue abriéndose pero no mucho, cosa que ya arriba, ancho pero no demasiado, es un sólido surtidor verde, es un chorro grueso, quieto, de agua vegetal que sube y vuelve y, contenida, está. El cactu que digo está en la acera de la cuadra larga de la calle Ladislao Cabrera, por terminar ésta hacia el poniente en una placita cuyo nombre no sé. En esa cuadra, no lejos del cactu, sacaron un árbol de la acera, hace no más de un año. Esa cuadra era hace no mucho más quieta que ahora. Llegando en bici de noche desde la plaza San Sebastián, pasando las cárceles de hombres y de mujeres, y un cuartel militar, quiero empezar a ver el cacto desde bien antes para, yendo, ir viendo cómo crece a mi acercarme hasta ser el gran estirón verde que muchos días quiero mirar, pero no puedo anticiparlo porque, desde mi izquierda, y acelerados por el suelo que se inclina hacia abajo, muchas veces vienen carros que piden mi atención a su peligro y me quitan el mundo, digo, el cacto.

-- En el ochocientos aniversario del Cántico de las creaturas del hermano Francisco.