domingo, 2 de julio de 2017

Una luz, un dinero

Al costado de la puerta de este negocio de locutorio y máquinas computadoras conectadas a la red Internet, una mujer sentada sobre el suelo ofrece a la venta las cosas puestas en dos canastas, dulces y cigarrillos en una canasta y juguetes de plástico en la otra. La puerta del negocio -- donde, usando una máquina, escribo esto -- tiene letreros iluminados, de colores entre sobrios y brillantes, con letras de diseño, digamos, de diseño, diré... Aj. Las cosas que vende la mujer de pollera con las piernas elegantemente desparramadas sobre el suelo -- piernas cubiertas por la rica falda, no piernas expuestas... La cara de la mujer, ambos lados de su cara están cubiertos por un discreto manto, que alargan su cara, su cabeza. Ella es morena, y es linda su cara. Tiene no más de treinta años. Las letras puestas en los envoltorios de las cosas que ella vende, de tamaño mucho menor que las letras del portal del negocio de computadoras y teléfonos, y de colores muy diversos y llamativos, como mixtura multi, tienen un parecido al tema de las letras de réclame del negocio este donde estoy -- donde ya cansado de estar estoy, y con ganas de salir rápido, pues me esperan aquí cerca, al medio de la plaza Catorce -- las letras de las cositas que vende, las cosas que venderá ella... Pero esas cosas son las de la canasta con dulces y tabacos; voy a la otra canasta, la que oferta plásticos para jugar, cosas de entre veinte y cinco pesos... Allí, entre cosas y cosas para wawas, de plásticos de colores no sólidos, colores pastel, entre ellas, hay una como vara de plástico que simula o semeja una mariposa, es una cosa de unos cuarenta centímetros, y echa una luz lechosa, salida de una pila eléctrica, supongo, es una luz fea, es una luz que dice de este tiempo de este lugar de próxima muerte universal. Pulula la luz esa. Pulsa de modo espasmódico. Es luz de mal.

La mujer que vende llevará el dinero producto de su espera, de su aguante, a su casa. Sus hijos, pequeños, y hermosos, sonreirán, reirán, se embadurnarán al comer las cosas que ella, con ese dinero de bien, comprará.

--- o ---

Dos años y medio después. -- Pero cuánto me hubiera gustado jugar con esas luces, cuando era niño.

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