Hoy (18)
Afuera de esta sala de computadoras conectadas a la red internet, venden api. Estoy frente a la plaza central de mi ciudad. Antes de usar la máquina en la que esto escribo, voy y le pido a la apicera que baje el volumen del gran parlante que tiene dirigido hacia la calle, es decir, dirigido al frente, que es hacia aquí. Le digo que voy a trabajar con una computadora. Dice, serena, que sí. Y baja su volumen, tanto, que ahora puedo oír música.
Luego de una hora de pantalla y teclado, salgo a estirar las piernas. Ante el parlante, con volumen moderado, hay una mujer que se inclina a acomodar, agarra del vestido de su pequeña hija. Ambas comen empanadas de queso, y en la esquina de la mesa, unos vasos de plástico traslúcido guardan el morado jarabe caliente de harina de maíz, el api que tomarán para sentir menos frío en sus cuerpos en la noche. ¿Cómo hacen para comer soportando el ruido que sale a unos centímetros de sus orejas?
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