Por qué los pobres envidian los carros de los ricos
Traduzco parte de “Back to the jungle”, por Anthony M. Ludovici, una reseña contemporánea de Murder most foul. The road deaths problem, de J. S. Dean.
. . . el señor Dean . . . se sorprende ante la actitud supina del Partido Laborista y los Sindicatos ingleses hacia la carnicería motorista. Porque, dice, “la gran mayoría de las víctimas de ella, especialmente los peatones, son miembros de la clase trabajadora”. Yo no comparto su sorpresa. Si él hubiera tenido mis veinticinco años de experiencia tratando de despertar indignación en la clase obrera por las bajas en las vías, se sentiría como yo. Hace ocho años escribí: “He tratado de estimular en algunos de ellos [los obreros] una actitud de protesta indignada. Pero he visto que es sumamente difícil”. Sugerí tres rezones importantes. La primera era que los trabajadores, como sus superiores pecuniarios, sufren de la enfermedad de juzgar la mayoría de las cosas según un estándar dinerario: y, como el auto privado representa superioridad pecuniaria, hasta el indigente lo mira de reojo con envidia en el propio acto de oír tus diatribas contra el carro. La segunda era que la mayoría de los y las obreras se han infectado con la manía de la velocidad, y o ellos esperan tener una moto o un carro, o sino tienen parientes cercanos que acarician esta esperanza o que la han realizado, y por tanto simpatizan secretamente con el motorista. Y, en tercer lugar, dije que todo el país, incluyendo a los trabajadores, sienten tal admiración servil por lo que popularmente se afirma que es el “Progreso” o la “Civilización”, que la sola idea de protestar contra un gran sacrificio anual, aun de niños sanos, por la Causa, resulta inconcebible.
Publicado en The New English Weekly 32, 1947–48, pp. 144–145; texto inserto publicado en New Pioneer, agosto 1939.
Fuente: http://www.thebikezone.org.uk/motorcarnage/JSDean.html .
Este texto lo publiqué hacen diez años. Los lugares de la red internet donde estaban el libro mencionado por la reseña, no están más. Tengo el libro de Dean, lo releeré y comentaré en este cuaderno.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio