lunes, 15 de mayo de 2017

La atención a la realidad

Nos dan a captar lo que no nos compete, cosas sueltas, desamarradas, cosas inasibles que vuelan por éteres inexistentes, fantasía culpable, inventos de "comunicadores sociales" y guionistas. Por otro lado, los lugares mismos por donde caminamos abundan en peligros fácilmente suprimibles, si hubiera la voluntad para suprimirlos, pero que están ahí para mantenernos ocupados, para que nosotros mismos pendamos de evadirlos.

A lo que importa, a la realidad, que está aquí, a mi lado y un poco más allá, a ella, no le despellejamos ni una brizna de su piel, nos la perdemos. Estamos en medio de ella, hasta cierto punto se diría que nosotros también pertenecemos a la realidad, pero nos resbala. Es triste.

La realidad está compuesta de puro azar organizado en sucesiones o cursos pesados, digo, sólidos. (Entendamos que en este lenguaje que uso, el aire es sólido. Y, en este lenguaje, las mismas personas son azares.) Los cursos que sigue la realidad son como hilos que, juntos, conforman un tejido o una corriente, que es una historia. Esta historia la hace y nos la cuenta un creador. A nosotros nos toca cumplir los papeles que él nos asigna. Podemos decidir no cumplirlos. Hay libertad. El mismo azar es libertad.

Coartan nuestra atención. Nos controlan en medio de unos tipos de situaciones, que vivimos, que se pueden resumir en dominación (mostrándonos a la muerte, nos amenazan con ella, y entonces, nos obligan a hacer lo que no queremos), desperdigamiento o separación (a la fuerza, nos alejan de aquellos con quienes queremos estar, de aquellos con quienes estamos habituados a estar, y nos hacen olvidarlos), desmemoria (nos roban el cultivo y la actuación de las memorias de grupos -- ver abajo nota sobre esto), vigilancia, escasez creada (nos ponen condiciones para usar las cosas del mundo, las alejan de nuestras manos, nos obligan a usarlas de ciertas maneras), desposesión o expropiación (sobre todo, nos quitan la libertad, y los saberes), exclusión (ellos cierran los lugares adonde ayer nomás entrábamos, le ponen puertas al mundo), represión, amenaza de muerte, heridas, asesinato.

Nosotros mismos colaboramos en el daño : estúpidos, somos cómplices de nuestra humillación, y participamos de la destrucción de este mundo de Dios, del incumplimiento de la promesa de salvación por Dios.

-- Nota sobre la desmemoria. Las memorias se cultivan entre gente cercana, usando palabras para nombrar los caminos usados por nosotros, por nuestros padres, por nuestros abuelos mientras buscábamos, buscaban ellos la salvación. Únicamente los que se benefician con que el mal campee a capricho sobre el mundo, los operadores de la economía, la política y la guerra pueden quedar felices con la situación actual en que tantas personas, pareciera que por voluntad propia, se tapan las orejas y cierran los ojos ante la iniquidad. Vivimos un tiempo en que ni siquiera se nombra el mal, los males que destruyen nuestra inmediación, que nos destruyen a nosotros. ¿Y los ricos, sus políticos y sus coroneles? Ellos, felices, pues se salen con la suya más fácilmente que nunca.

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