lunes, 3 de abril de 2017

Domingo

En el domingo sin autos que fue el día de ayer aquí en Cochabamba, paseamos con un amigo por el lado sur del valle urbano.

Una mandarina en el suelo, para después. Higos que las ramas de un árbol confinado ofrecen hacia la calle, dos higos, ya. Remoto racimo de vid muestra la misma casa, y no apetecidos hoy pacayes en vaina, y dejadas guayabas, tanta guayaba. Choclo de grano tiznado, dos mazorcas tiernas, delgadas, van a la bolsa trasera de la bici, fue un robo. Abajo, en el canal lodoso, tunas pequeñas de carne de color violeta, y una niña arriba, frente al hombre cuya mano arranca las tunitas, una niña muy pequeña que dice cosas. Un coco desecado, de delgada piel pegada a la pared de adentro de su globo ocluso, piel a raspar con cuchara. Ya en la Pampa, junto a la jardinera central de una avenida, un trozo suficiente de papaya jugosa, un pedazo basta de piña que la mano de una khatera alcanza a un ciclista, y una raja de rosada sandía que una mano rescata de un gran fruto allí dejado. ¿Qué más?

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