lunes, 6 de junio de 2016

El sol en mis ojos

Mira el sol, solo un rato. Ya. Sientes que te quema los ojos. Ahora cierra los ojos. Ves la huella del sol, que se mueve en lo oscuro de tu mirada interior, traza un surco él. Con los ojos cerrados, pon tu mano entera sobre los párpados, cúbrelos. En la mayor oscuridad, la huella del sol es más clara aun. Ay. Hay sol dentro de ti. Lo ves y lo sigues viendo. No repitas esto más de una vez cada cierto número de años, si quieres conservar sanos tus ojos.

El sol en el aro del ciclo. Está pulido el aro trasero de mi bici, de tanto usar el freno. En él puedo mirar el sol, su reflejo. (Estoy echado en un parque. Es pasto es ralo, gentil. Hay molles cerca, son jóvenes. Empieza la tarde.) Este reflejo es menos agudo que la visión del propio sol, pero, cerrando los ojos, hay todavía la huella de la luz, apreciable. (Huella que, en el caso de la luna, aun luna llena, es tan suave que casi que no hay.)

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