Ante el río Huaiculi
Allá al frente, el suelo sombreado por un molle tiene bosta de las vacas que estuvieron antes. Aquí, sentados en el suelo bajo los molles, alzando a cada rato ramitas que troceamos, conversamos antes de despedirnos. Los silencios, que los hay, los llena el sonido del agua del río Huaiculi que, corriendo cerca nuestro por su lecho bastante hundido, es contraste de la charla que amaina, sobre robots, computadoras, empresas, estados. Suena también, no suficientemente lejos, una máquina cortahierba. Llevadas por pastoras, unas ovejas -- sobre cuyo color de lana mi amigo y yo no concordamos -- pasan el puente rojo hacia Quillacollo. Crece el silencio, suena el río, levantamos nuestras bicicletas, nos decimos chau, y cada uno se va por su lado.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio