Sábado de noche que es madrugada de domingo
Postprostático que soy, me levanto a orinar en medio de la noche. En el patio siento terminar la música fuerte de la "fiesta" en el local de al lado y, qué bueno, antes de que se corte mi chorro a la mata alta de pasto, acaba o entra en pausa la música estruendo de la ¿fiesta? del otro lado. La hora pasa de las dos y, aunque quedan músicas electrizadas, no están -- gracias -- demasiado cerca de este patio y así empezará la verdad de la noche, que tiene silencio y recogimiento. Si es que, con electricidad implacable, no reencienden una otra música cercana fingidamente festiva pero en verdad atormentada. Balbuceantes borrachos hombres, mujeres tropezarán en el polvo de los caminos del ya no del todo campo de este Quillacollo en que vivo. Paz para ellos y paz para todos, también para mí. Gracias, Señor.
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