Me caí de la bici
Mojé zapatos y pies al pasar un charco cuya agua rozó mis pedales. Unas cuadras después, pisé lodo (lo tapaban unas ramas, era una trampa) al hacer pie ya que me desequilibraba en un camino del ancho de un pie, con hierba crecida. Más allá, donde ese camino estrecho tiene acequia (mínimamente ancha pero de bordes recién limpiados, y así, con menor lugar para un pie que vacila) a un costado y alambrado al otro, vacilé y me caí, bici y todo, contra el alambre de púa: una sola rasgadura, pequeña y no profunda en el muslo, y no rasgué el pantalón. Caí de bruces; tardé cinco minutos en desch'ipar las púas del pantalón; agradecí que no me hubiera pasado casi nada.
Al llegar, tuve que lavar zapatos y calcetines.
Al otro día (que es hoy). El mismo charco hondo, con fondo de piedra mediana suelta, que hay abajo de la calle Florida, entre ella y el exiguo mercado de Paukarpata sur, volvió a mojarme los pies, esta vez enchinelados. Y de vuelta del mercadito, pasando el curso de agua de la cañada que corre junto a la calle Valerio Vía, abajo de la normal de Paukarpata norte, mojé mis pies en el agua, y al subir el pequeño barranco barroso a pie (no veo qué bici pueda subirlo, y tampoco bajarlo: son unos seis metros torcidos, con ancho de menos de un metro y diferencia de altura de hasta dos), tumbé el repollo, apio y acelga comprados; se me hizo difícil caminar con chinelas embarradas por la chaganchada entre hileras de pinos y eucaliptos (que lleva al camino a Falsuri, arriba de la plaza de Illataco), y me descalcé.
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