viernes, 27 de octubre de 2017

Un ciego que nos vende en las calles

Es ciego, camina moviendo un bastón delgado delante de sus pasos, tentando el suelo que luego pisará. No le vi la cara. En la avenida San Martín esquina con calle Uruguay, va diciendo: "Pilas para controles". Él vende esa basura que es combustible de los aparatos-basurales donde se alimenta mi gente. La gente boliviana bebe mierda, por no decir muerte, en los televisores; muchas familias, muchas personas solas ven más de una película-basura-nada por semana; mucha gente se humilla a diario trabajando para juntar plata y comprar pantallas planas, en las que, de noche, solos (por más juntos que parezcan estar), adoran. De ahí sacan los modelos de maldad que se desesperan por imitar, para morir como bolivianos, para hacer desaparecer esto que son, esto que tanto odian, esto que están teniendo éxito en hacer desaparecer, para pasar a ser nada, nadies.

Tanto más que decir sobre esto. Tanto desánimo, que ni puedo decirlo.

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Puestas en el suelo, esparcidas sobre la acera, láminas de plástico muy delgado y transparente, cuadradas, de colores chillones y con letras diversas, que son sobres que contienen discos para, llegando a casa, meter al aparato reproductor, que mostrará películas... películas hechas por especialistas estudiados en mentir, para que la gente, llevada por la crueldad que las películas recomiendan para la vida diaria, para la vida de la gente con la gente que halla aquí, a su lado, las gentes, acatando los dictados de los patrones lejanos, desconocidos, las gentes se peleen unos con otros, se hagan zancadillas, se odien, a placer de los patrones.

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