Luna y cielo. La caída
Detrás de los edificios sale la luna que es llena. Cómo será verla salir en lugar plano, fuera de la ciudad, sin estorbos. Camino hacia ella, los volúmenes de cemento la tapan, y ella puede volver a salir para mí. La luna llena es grande, es muy redonda, es hermosa. Verla fue sorpresa, y ahí pensé en Dios. Aprenderé a separar al Señor de sus creaturas. Buen rato antes de verla a la blanca, el color del cielo al poniente es celeste pálido metálico, zas, vuelco a mirar al lado opuesto, y el color del cielo es azul casi profundo lucido. Ah.
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Las gentes caminan, van rápido por las calles, casi corren. ¿Adónde van? Será la hora de cenar. Ellos, ellas tropiezan en las calles, se rozan, se frotan, sin conocerse, sin verse, sin sentirse. Se creen libres... pero nada más están sueltos, perdidos y cayendo (en el desconocimiento de sí mismos, en la abolición de la sola puerta para empezar a verse a sí), solos, tropezando y cayendo -- aunque solo parezcan caminar por la calle.
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