Molle negro
El color negro del tronco de ese molle que está en la jardinera central de la costanera interna en la boca de la calle Junín talvez sea por el hollín de los escapes de los carros que en ese lugar, por uno de los carriles, aceleran de salida del puente cavado que viene de la Recoleta o, por el otro carril, aceleran desde el puente Cobija para entrar a ese puente que va hacia el este. Es la cara noreste del tronco, la que da a los autos que se vienen cerca, la negra.
(Habrá que preguntar a gente que sabe si, por ejemplo, los troncos de las palmeras de la avenida Libertador Bolívar, con mucho tráfico rápido, muestran diferencias en la cantidad de carboncillo que se les queda en sus superficies respecto a, ejemplo, los de las palmas de la avenida Heroínas, con menos tráfico más lento. También podría yo, mejor si acompañado, ir a esos lugares con un trapo húmedo, pasarlo por los troncos, muy despacio, atento, mirando, y, pues, ver cómo la tela ennegrece... experiencia a hacer en cualquier lugar de la ciudad, en cualquier parte de las casas: sobre los muebles más encerrados, hay cúmulos de carbón automotriz.)
Hay allí un puente peatonal que lleva a la parte trasera del estadio. A la gente a pata y a nosotros los ciclistas nos cuesta hacernos respetar con los desesperados al motor para pasar, a pie, esa vía ancha y rápida. La jardinera es ancha. El molle tiene el tronco negro. Es un molle grande, de más de treinta años.
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