martes, 24 de febrero de 2015

Envejezco

Soy un ciclista de cincuenta años. ( Cuando los hombres vivían como lo que aun son y nunca dejarán de ser, como animales, uno y todo con ríos lluvias mares, vientos soplos quedos, sol estrellas luna, piedras blancas y negras y de color verde clarito, cuando nacían de la luz de unos ojos y renacían por la caricia de unas manos, cuando ellos eran arcilla arenas el barro, y, como los insectos, las arañas y los ratones y leones habían sido emanados por las plantas, cuando los hombres fieras eran carne hueso sudor hedor aliento y sangre, ellos eran bestias... cuando éramos nada más que lo que debemos ser, calculo que los sobrevivientes, los que no moríamos de wawas, no pasábamos de los cuarenta años.) Me vuelvo viejo : huesos de los pies se me deforman, encimándose un dedo sobre el contiguo; la piel se me arruga; la vista empeora; oigo no muy bien que digamos; rindo menos (casi no corro), me canso (en bicicleta voy lento, tan lento por días, que hasta le hallo un gusto a esta lentura); mis pulmones están limitados; no huelo bien (es que no dejo de fumar), no siento el gusto cabal de las comidas que me gustan.

El día que vaya de paseo largo en el ciclo, de vuelta de esa salida... cómo la añoro... les cuento más de mi vejez reciente. Ese día, a la vuelta de ese paseo, chorreando sudor, gruesas las venas bajo el cuero, aireados mis pulmones, endorfinado mi cuerpo, aspirando aire, husmearé el aire, y empezaré a volver a ser la fiera que soy.

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