La música
Siendo fiel a una música, escuchando otras en referencia a ella, comparándolas con ella, y dejándola quieta, callada durante meses y hasta años, pero reteniéndola en la cabeza, reproduciéndola por dentro, apartándola de ella, elaborándola a punta de silbidos y de golpeteo de yemas de dedos en las rodillas, cambiándole partes, mejorándola, simplificándola, ella te responderá así : te dará su música, lo que ella es.
Silencio respetuoso, un espacio, un momento vacíos de ruidos, sin música, para después oír lo que la música decía, oírla en sus propias palabras, sentirle el ritmo, captarle la melodía, y que, después, el sonido suene, con sentido, o mínimo, como ruido inteligible, promesa de verdad. Silencio creativo, para, después, ponerse a elaborar sobre la música apropiada por uno, la que uno lleva dentro. Silencio final, cuando ya pues basta, terminó la necesidad de esa música, quedó tan grabada que se la oye a placer, o que no hay que oírla más (empecé a botar los cassettes de la música mejor, hace veinte años).
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