sábado, 17 de agosto de 2019

Mi segunda Urcupiña en Quillacollo

Es la segunda Urcupiña que paso en Quillacollo. De la Urcupiña del año pasado, no recuerdo por dónde evité el embotellamiento vehicular, la congestión peatonal, la feria comercial de la Blanco Galindo. Este año, al bajar hoy a la ciudad, me entrampé en la avenida, tardando media hora en recorrer las cinco o seis cuadras de feria. Me dolió ver la ínfima calidad de las cosas que se vendían, cosas plásticas, cosas basura. Al volver, hace un rato a casa, me asombró las enormes cantidades de plástico que los muchos empleados de la alcaldía recogían en triciclos a piernas y en triciclos a motor. Le pregunté a un empleado que barría y que parecía jefe, que me dijo que eran más de cien los que a esta hora, cerca de media noche, trabajaban para limpiar a Quillacollo de la basura dejada por los festejantes. La gente comerciante que hace una semana vi armar sus carpas sobre la jardinera central de la avenida, las desarmaba hoy para irse con sus bártulos a otra parte. Supongo que tendrán lugar donde vender sus mercancías; son gente que recorre los rincones comerciables del país.

Un día después. Aunque disminuye, la feria sigue en el paseo central de la avenida, en la plaza Bolívar y en la calle Beni, y sigue, abunda la basura plástica al pasar yo tarde en la noche.

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