La luna y unas fábricas en Quillacollo
La luna amarillenta, grande, descendente, que hace poco era traslucida por el follaje de un molle, es ahora tapada por la mole de la fábrica cuya chimenea echa al aire de la noche un humo de color gris claro. La luna está de la mitad de su tamaño lleno. La fábrica es de azulejos y mosaicos; dentro de sus galpones de techos combados, de calamina brillosa, han de trabajar obreros que se desvelan en esta noche. El año pasado, una mujer del barrio (entre el kilómetro 11 y el 11 y 1/2 de la avenida Víctor Ustáriz) me contó de la queja-protesta de los vecinos contra otra fábrica, de muebles hechos con algún sustituto de la madera, que echaba polvo tóxico, espeso, al aire del lugar; lo hacía de día; la queja logró que ahora lo hagan de noche. Ambas fábricas, la de pisos y la de muebles, dan al lado sur de la avenida; al lado norte hay una fábrica de cosas metálicas, donde también se trabaja de noche, emitiendo el lugar, además de los ruidos del trabajo, música. Muchos de los obreros bolivianos prefieren trabajar con música convencional, a todo volumen.
(Me acuerdo de la tapa del disco de Pink Floyd, Ánimals, una foto trucada con chimeneas anchas y un chancho volando.)
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