jueves, 6 de junio de 2019

Camiones cargados en la avenida

Veo muy seguido camiones con acoplados llenos de carros nuevos que entran al mercado del valle y que van hasta el de de Santa Cruz. Y cada vez veo camiones que cargan máquinas de construcción, esas palas excavadoras, los bulldozers, las llevan a donde harán su trabajo de destrucción. También veo muchos camiones volquetas que trasladan arena, cascajo-grava-ripio y piedras desde los ríos del valle, destruyéndolos, hacia las construcciones de casas. En esta semana vi una piedra algo más que pequeña de tamaño que, impulsada por la rueda de un carro, pasó a menos de dos metros de un niño que con su familia estaba a la vera de la avenida, y también sentí pasar otra piedra no demasiado lejos de mí que usaba la avenida en bicicleta, para ir a estrellarse más allá contra algo de lata; son piedras, muchísimas, derramadas por las volquetas. Veo pasar camiones muy cargados de fierros, tubos de construcción. Veo cada día, por los diferentes lugares del valle por donde me muevo, esos camiones con un tanque lleno de cemento y arena y agua, tanque que va dando vueltas mientras el camión avanza, llevando el monstruoso fruto de su vientre a las construcciones de casas. También vi el otro día un camión con un tanque de cemento seco... horrible... de solo pensar en lo que lleva dentro. El cemento abre heridas en la piel de las personas que trabajan con él -- se los digo yo que lo he hecho muchas veces. El cemento coagulado en concreto es cortado hoy, para diversos fines, con máquinas eléctricas, las sierras circulares, muy productoras de accidentes que van desde pequeños cortes en las manos o otros lugares de los cuerpos de los albañiles, pasando por la pérdida de partes de los cuerpos (sobre todo, dedos), hasta la muerte. Veo cada día camiones que van muy cargados de pollos, cada animal en su caja de plástico; los llevan desde las granjas-prisiones-centros de tortura hasta los mataderos. Veo camiones cisterna con leche. Veo camiones que rebalsan con el forraje que llevan. Veo muchos vehículos cerrados y vehículos abiertos que llevan gente de sus casas a sus trabajos, gente que es llevada y traída, estoy seguro, muchas veces, sin saber bien ellos desde dónde los recogen y a donde los llevan... Veo hombres y mujeres que manejan ¿manejan o son manejados por? sus autos o sus motos. ¡ La tensión visible en el codo del motorista hombre, sobre todo, indicadora de autocomplacencia ! Es para llorar. Veo, hay días en que me pongo a ver, los costados de la avenida, llenos de casas en construcción, casas donde se hace comercio, un comercio que destruye los modos de relaciones de la gente de este valle, un comercio que es la muerte social de las gentes de este valle.

Todo esto y mucho más veo a diario. Es que uso la av. BG todos los días. Y uso otras vías motorizadas de este valle, donde la cosa, sin ser tan seria, es fregada.

Una cosa a ponerse a mirar en la Blanco Galindo es la cruz de metal del quilómetro once, hay que ver cada uno de sus pequeños cuadros, qué dicen, qué muestran. Uno de ellos es de una colisión de tráfico.

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