domingo, 24 de julio de 2016

Paseo

Paseo tan lento como se puede pasear. Me preparo para seguir envejeciendo. Me detengo en Colcapirwa para oír música y escribir estas líneas. Estoy contento. Quizá entonces, llegando a mayor edad, tenga momentos contentos, dependiendo de las cosas que pasen por aquí cerca.

Oía a Lou, con su Rock n roll en vivo : https://www.youtube.com/watch?v=RGTvfm96NZg .

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De la plaza de Colcapirwa baja una sola calle, por ella entro a la avenida-carretera, donde hallo el tacón de un molle recién arrancado. Se me ocurre pedirle a alguien que le saque una foto, pues parece un monumento... a la tala de árboles. Recojo algo de la savia blanca, blanda, que rezuma de los bordes del corte expuesto del árbol; meto esa masa coagulante al bolsillo de mi pantalón.

Voy. En la esquina, pasándola, siento a un carro que acciona su acelerador sin moverse, queriendo, casi pidiendo, hasta amenazando hacerlo. Las intersecciones de esta avenida, que hace unos años eran prácticamente desiertas, tienen ahora más tráfico: se van poblando los barrios adyacentes, la gente de esos barrios va comprando carros.

Me pasa un ciclsta más rápido que yo. En el siguiente semáforo rojo, lo paso yo. Entonces me vuelve a pasar él, a velocidad ahora inalcanzable para mí. Unos kilómetros más allá (voy pasando por el hospital de la Caja de Salud del estado) decido ver hasta dónde puedo acelerar sin agitarme. Veo que no puedo subir mucho más el ritmo lento que llevo. Vuelvo a mi lentitud.

Hace un rato, en Colcapirwa usé la red internet mucho más tiempo del previsto. Es un vicio que debo combatir. En la sala de máquinas computadoras conectadas al mundo, entró un muchacho a pedir ocho máquinas... para un grupo de jugadores de juegos de computadora. Eso me deprimió; debí salir pronto de allí.

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