Qué partes engrasar, cuáles otras aceitear
"Cómo pues ponerle aceite al eje. Eso ha hecho pues que se muelan los perdigones (rodamientos). ¿Quién ha sido el estúpido que ha aceiteado tu eje, a cuál taller has llevado esta bicicleta? Yo siempre sé, me doy cuenta qué cosa le hacen a una bicicleta que yo atiendo, y hasta puedo saber quién lo ha hecho y por qué", protesta Fredi, el maestro de las Cuadras.
Respondo, trato de responder que fue un maestro de Quillacollo, a quien considero un experto, que lo hizo cuando le pedí que aceitee mi cadena, luego de centrear la trasera.
"Pero", insiste, "si es tan buen bicicletero, cómo va a aceitear para que luego se trituren los perdigones. Debe ser un chambón. O sino has sido tú el que ha aceiteado a esta bici, y por no decir la verdad, le estás echando la culpa a otro".
Le digo que no fui yo. Le pregunto cuáles partes se aceitean y cuáles otras se engrasan. Me explica que lo único que lleva aceite es la cadena, nada más unas gotas. En otra, le preguntaré si sirve aceitear los puntos de fricción del sistema de frenos. Ya sin hablar -- por suerte -- vi que limpió no recuerdo cuál tornillo, también aceitoso, mascullando que si no lo hacía, se desenroscaría. (Sé por experiencia que para ajustar a fondo un tornillo en su alojamiento hembra, vale el echarle un poco de aceite. Pero, claro, mi experiencia no es completa, no abarca, el después, solo llega al antes y al durante de la función, operación hechas.)
Son diferentes las opiniones de los maestros mecánicos de bicicletas. Gutiérrez Orlando (el que lleva ya casi diez años en España) le echaba aceite hasta el último rincón. De su mantenimiento, mi Fénix salía lustrosa, tanto que en los días siguientes mi ropa chupaba aceite, no solo los pantalones, hasta la camisa. Lo que Orlando desaconsejaba era lavar con gasolina la cadena ; el hacerlo soltaba los eslabones, les quitaba ajuste a las coyunturas, reduciendo la vida de la cadena.
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