Para poder ir en bici hoy
Quito la válvula de tripa, con lo que desinflo la trasera ; pongo una válvula de pelota, más abierta, más fácil de inflar. Atornillo con cuidado la boca de la manguera del inflador a la boca de la cámara (está válvula tiene una rosca macho de surco más fino que la rosca hembra de la manguera, así que el enroscado es con cuidado, pues no tiene fin, parece robado, pero no, solo hay que hallar el punto en que queda más ajustado). Atornillo cuidadosamente la boca de la manguera al inflador, no vaya a haber fuga, y no vaya a forzar la rosca, que este inflador debe durar. Inflo. Muchos movimientos hago, retrocediendo el brazo para luego empujarlo hacia adelante, que es adentro, que es meter aire a la vejiga de la rueda. Cuido de que la tripilla del inflador no se desenrosque ; cuido de no doblarla cerca de sus dos bocas, la que da al inflador, la que da a la válvula de la rueda, pues las torsiones van cortando el recubrimiento textil de la tripilla, lo que, pronto, corta la interna manguera de goma... con lo que esta pieza no sirve y yo debo comprar otra. Inflando, canso mi brazo. El tubo metálico del inflador está caliente. La llanta está casi dura. Yo, que he llegado a una cadencia inflando, dejo de hacerlo. Pero el inflador quedará puesto en el tubo delantero transverso del cuadro de la bicicleta, para luego luego, en la primera estación, darle otra soplada a esta llanta, cuyo neumático está pinchado (hueco muy pequeño, se desinfla en día y medio, y me da flojera repararlo ; me costará mucho descubrirlo, lo sé, por mi vista no suficiente) y que ahora además perderá aire por la boca de esta válvula de pelota, tan fácil de inflar, pero siempre defectuosa, que deja fugar el aire.
Ahora, ya en la calle : ¡contrarruta por la San Martín, en un domingo de mañana, siendo veintiuno de septiembre, la Cancha llena de gente! Yo feliz. Ah la bicicleta. Canto en voz alta por la calle.
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