lunes, 18 de diciembre de 2017

Tala urbana continua. Y no remite el road kill

Decepcionado por la cantidad de árboles conocidos, queridos algunos dellos, en diferentes, distantes lugares del valle, que no están más, que en los últimos días, meses fueron retirados. No me da el ánimo para listarlos. ¿Lo haré? Decepcionado por mi pasividad, falta de respuesta. Antes, al menos pintaba mis quejas en las paredes...

Sigo alzando pájaros, no solo palomas, del asfalto, pájaros muertos por los que manejan carros, no tan frecuentemente como hace unos meses, pero, por semanas, es a diario, algunos días más de un animal matado, en diferentes zonas de la ciudad. Alguna vez siento la mirada de extrañeza de algún circunstante, alguien que camina, un ama de casa que barre su acera, un viejo apoyado a la pared. Lo que hago no es común. ¡Lo común es dejar los restos de los animales aplastados por los carros a que los carros los sigan pisando! Derrepente, para la cabeza del común de la gente, hasta sea normal pisar animales con las ruedas de los carros...

Al día siguiente. Hoy en la mañana alcé un pájaro de tamaño mayor que hornero, cerca de mi habitación. Las plumas me parecieron de color verde pálido -- pero no lo distinguí bien: el cuerpo estaba entierrado, embarrado, pues en la madrugada, unas horas llovieron muy ligeras -- no le vi el pico, pudo ser un loro.

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