Los cuatro días
Soy un hombre de bici. Lo entiendo hoy, cuando subo al ciclo luego de cuatro días a pie. No es que no me guste caminar; es que prefiero pedalear: se va más lejos, es más rico, el aire te toca y fluye a tus costados, puedes jugar, la bicicleta es buena, es una buena cosa. Ahora, caminando en esos cuatro días, felizmente pasados, pasaron cosas interesantes: vi mejor los caminos, los trayectos hechos en bici, los vi a pie, y eran diferentes; sobre todo, caminando ahora, vi los trayectos hechos también a pie hace muchos años, y fue bien... la memoria del cuerpo.
Pablo -- quien para ir a la esquina va al pedal -- dice que cuando va a pie, siente : ¿qué pasa, todo lento, cómo es que casas, árboles, gentes están casi quietos, qué los retiene, por qué no fluyen?
El ciclo recién reparado tiende a la izquierda, algo lo jala a ese lado. ¿Qué? La horquilla delantera estará torcida. El maestro mecánico cíclico (quiero decir, al que, cada vez, llevo las bicicletas) tendrá tiempo recién el martes para destorcerla.
Sobre mi trauma, luego del choque del domingo pasado. En bici, casi que no existe, lo que es un alivio... que ya les digo. Deberé, como ayer me dijo César, ser más prudente. Pero, a pie, el miedo exagerado a los carros, sigue. Deberé combatirlo, pues no me dejaré educar en / por el temor, y en esto sigo a Omar.
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