Coñacoña
A media tarde de sábado, de vuelta de Coñacoña. Allí, llegando a la laguna con J., el espacio se nos abrió, pudimos ver el valle todo alrededor : la cordillera, sus elevaciones al norte, los cerros menores al lado opuesto, cómo se estrecha el valle hacia el oeste, la ciudad al este. Es que es un espacio grande, sin construcciones. Hace el mismo efecto de espacio despejado, abierto, que acercarse desde el mercado de la Pampa al mercado Calatayud por la San Martín, mirando a cada paso cómo la cordillera se ve más, se va abriendo la visión de parte de los cerros que hacen a este valle. Son necesarios estos espacios libres de tanta ciudad.
El área del parque donde está la laguna de Coñacoña debe tener entre 25 y 30 hectáreas, calculo -- recordando el tiempo en que, viviendo allí, al borde del agua, yo trotaba vuelteando el parque, y decía, entonces, que debían de ser unas siete cuadras de largo, de sur a norte, por unas tres y media de ancho, de oeste a este. Recuerdo la luna, a media tarde (trotaba en cualquier rato libre, a veces de noche, otras veces... pues, a cualquier hora). Calculo que el área del estanque que es la laguna no pasa de la cuarta parte del área del parque, o sea, unas 6 hectáreas.
Vimos pájaros : patos, unos patos grandes, muy grandes, que parece se llaman gallaretas, garzas, unas como gallinas salvajes, otros pájaros como martines pescadores pero más grandes. Oímos las voces de los pájaros.
Vimos basura, mucha, islas de basura, plástico acumulado en varios lugares, como el desagüe al lado suroeste. El agua que entra a la laguna desde Taquiña es sucia, trae los plásticos y otros desechos que los vecinos van botando en todo el trayecto en la torrentera.
Pero a la laguna de Coñacoña la veo mejor que en varios años : es que tiene agua, no está seca.
J. me cuenta que el año pasado 2013 los vecinos lograron revertir una intención de construir allí una planta de tratamiento de aguas servidas, intención que se había concretado ya en movimiento de tierras, excavaciones, de lo que vimos huellas.
J. y yo nos comprometimos a plantar árboles allí, aprovechando los huecos presentes de una forestación truncada. Ella tiene semillas de palmeras datileras, que recoge de esos árboles en el Prado. ¿Será buena elección de especie? Preguntar a quienes saben.
Existen planes, parece, para construir allí un estadio. Deberemos oponernos a eso, juntando a los vecinos que sienten que necesitan ese campo despejado para respirar, para ser.
Habrá que tramitar la apertura del parque, su recuperación pública : que deje de cobrarse el un boliviano que se cobra para ingresar.
J. visitará al Museo de Historia Natural Alcide d'Orbigny ( http://museodorbigny.org.bo/home.htm ), que organiza paseos de observación de aves, para averiguar qué estudios hay sobre la fauna de la laguna.
Hablamos con ella también de las bajas, heridos y muertos, que ha producido en estos nueve años de construida la próxima avenida Juan Pablo Segundo, antes ingreso al Seminario. Hay que documentar esto.
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