miércoles, 5 de diciembre de 2012

Declaración de un ciclista diario sobre el proyecto municipal de construcción de ciclovías urbanas en Cochabamba.

El que firma abajo, miembro del grupo de ciclistas Ciclovalle = Ciclapampa –– grupo que atraviesa un receso desde mayo 2012 –– dice esto sobre el proyecto de la alcaldía del Cercado de Cochabamba de construir ciclovías en el centro de la ciudad. Conozco uno de los documentos de ese proyecto, que es iniciativa municipal, no surge de una deliberación autónoma de los ciclistas diarios; entonces, se trata de una intervención desde fuera. (Las recientes, numerosas actividades municipales, con presencia, en ocasiones voluminosa, de ciertos ciclistas, no equivalen a una consulta a las y los ciclistas cochabambinos sobre el proyecto, y menos a nuestra aprobación.) Las ciclovías proyectadas probablemente resten espacio a los vehículos a motor en el centro urbano; no tengo elementos de juicio para anticipar las formas específicas en que esta reducción del espacio vial para los motores afectaría a la movilidad de los ciclistas diarios. Las ciclovías existentes en el valle de Cochabamba, la de la avenida Blanco Galindo y la de Paracaya a Punata, sus usos efectivos por parte de ciclistas, peatones y motoristas no dan elementos para prever qué ocurrirá en las ciclovías a construirse. Ejemplos de usos efectivos de algunos espacios públicos en la región permiten augurar sorpresas en las próximas ciclovías, donde lo planeado y lo normado pueden retroceder, cambiar y hasta desaparecer entre las prácticas reales de apropiación de los espacios por los concurrentes.

En general, las ciclovías alargan las distancias a recorrer por los ciclistas entre origen y destino y dificultan, entorpecen nuestro movimiento; por tanto, en general, las ciclovías no nos convienen.

Los más de ochenta años de experiencias con ciclovías de diseños diferentes en Europa y Estados Unidos permiten estas generalizaciones. Las ciclovías son casi siempre iniciativa de las autoridades, ligadas a los intereses político-económicos de los motoristas y sus organizaciones, autoridades y organizaciones que promueven la motorización urbana, para sacar a los ciclistas de las vías o para arrinconarlos en ellas; las ciclovías son excluyentes, pues implantan, imponen la segregación vial : por el espacio ancho, los motoristas privilegiados, en sus vehículos caros y veloces ; por el pasillo estrecho, los ciclistas lentos, en sus vehículos baratos, invisibilizados, discriminados.

Estudios sobre el funcionamiento de diferentes diseños de ciclovías en Europa y Estados Unidos concluyen que muchos de tales diseños muestran o producen mayores tasas de accidentalidad o colisiones en comparación con el tráfico ciclista-motorista integrado, es decir que dependiendo del tipo de ciclovía diseñada, ésta puede resultar perjudicial para los y las ciclistas, pues allí reducidos, ellos, ellas sufren colisiones con motoristas, que les causan lesiones o la muerte, en mayor proporción que si se mueven junto con los motoristas.

Acabo esta declaración llamando a los y las ciclistas diarios de Cochabamba a defender nuestra práctica y nuestro derecho al tráfico integrado, junto con los motoristas, sin la dañina segregación vial que implican las ciclovías. Me opongo al proyecto de construcción de ciclovías en la ciudad de Cochabamba, que, si se realiza, en el menos malo de los casos, sentará la lógica de la segregación del tráfico, perjudicándonos ; y en el peor caso, podría aumentar nuestra inseguridad en las calles y avenidas. (En 2011, en larga conversación con Carola Ortuño, de la agencia interventora Swiss Contact, que tuvo relación directa con el estudio que proyecta la construcción de ciclovías en Cochabamba, ella me dijo que el técnico suizo que firma el estudio le había dicho, en confianza, que ¡para Cochabamba era preferible no tener ciclovías, que no se las necesitaba! ¿Cuál mejor opinión contraria a este proyecto que la de su propio autor? Desafío a Carola a que deniegue esto que ella me contó.) Exijo que cualquier proyecto de ciclovías urbanas contenga la provisión de que los y las ciclistas podrán circular también fuera de ellas, por las calles, junto con los motoristas.

Cero colisiones, no más heridos, ni un solo muerto más en las vías. Alto a la impunidad motorista.

Las calles son de todos, peatones, ciclistas, motoristas ; recuperémoslas.

La mejor ciclovía es la que no existe.

Diciembre de 2012.

(El nombre y apellido de un ciclista.)

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