martes, 16 de abril de 2019

Horquilla soldada

Hice soldar la horquilla delantera. Al tomar la bi para volver a casa, anoche tarde, la hallé rota; no supe cuándo se rompió; solo apareció rota. O sea que no me hizo daño ni me alarmó. Pero mi camino empezaba con unas muchas cuadras a pie, conversando con un amigo, así que fue problema postergado. Hoy esperé a que Víctor mi mecánico bicicletero abriera en la mañana, pero no abrió su taller. Busqué torneros, talleres de escapes o de radiadores en Quillacollo : cerrados, muchos, y en uno, no quisieron soldar a bronce mi horquilla. Al final, hallé un tornero que lo hizo bien. Pero ahora la bi no se equilibra al manejarla sin manos. Será hasta domesticarla de nuevo. Mi horquilla delantera tiene ahora ambos brazos con un anillo sobresalido de color amarillo.

Fíjense en esto. La bi fue anoche (lento, lento) los diecisiete quilómetros hasta donde vivo, cuatro de ellos de tierra con piedras, con un brazo de la horquilla delantera rota, y hoy bajó (lento, con cuidado, lento) esos últimos cuatro quilómetros con esa discapacidad. Dura, ¿no?, resistente, ah, confiable, sí, mi bi. (El que una horquilla rota aguante depende de la forma de la rotura, de que la pieza de abajo soporte a la de arriba. Así que no hay porqué tanta alharaca.)

Una semana antes, hice cambiar la chicharra (flywheel). Ahora falta cambiar cadena y estrella (llamada también catalina). Y quizás también el eje delantero (creo que suena a rodamientos secos que se raspan).

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