lunes, 10 de febrero de 2025

La carcoma

Con las lluvias de las últimas semanas, todas suaves, pero constantes — fueron pocos los días secos del todo — pasaron tres cosas. Los trechos de suelo de tierra con piedra suelta se fueron llenando de barro, que fue igualando, nivelando las superficies. Al contrario, en los tramos empedrados o solados, desapareció el relleno de tierra y gravilla, se fue escurriendo más allá de los bordes, fuera de la vía, que quedó desigual; por ella la bicicleta se enlenta al pisar sólo las piedras desnudas sin polvo intersticial. Y en el pueblo de Quillacollo, las calles, producto del agua encharcada que roe el asfalto, tienen huecos nuevos, un montón de huecos, grandes y hondos (el pavimento de cemento resiste más que el asfalto el peso y la horadación del agua). (Es tarea del ciclista recordar dónde queda cada agujero, para eludirlo: memorizar el camino y sus detalles. Andando de noche, las vías están todas iluminadas, pero en algunas avenidas, hay dondes los árboles ensombrecen el camino.) Temo que la crisis económica postergue el arreglo de esas calles.

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