Curar la bi
Recorro con la yema aceiteada de mi dedo índice el largo de las oxidadas varillas o rayos (que no radios pues son tangentes!) de la rueda delantera de mi bicicleta, alargándoles su vida. Curo (en el sentido de atender para preservar el estar, dándole el tratamiento que, por ejemplo, lleva a un trozo de pescado a ser salmón ahumado, o hace de una pierna de chancho, jamón) mi bici. Al salir mañana, el polvo del camino se pegará envolviendo a esos fierritos y así quedarán separados del aire algo oxidante de este valle.
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