Bloqueos en Cochabamba (5)
Evo Morales renunció a la presidencia el domingo 10 de noviembre, por miedo a ser asesinado. Desde tres días antes, funcionarios de su gobierno habían ido renunciado, por ese miedo.
Entre los domingos 20 de octubre y 10 de noviembre, la clase media urbana boliviana se convirtió en una masa de victimarios en busca de víctimas.
Si la policía no intentó siquiera reprimir a la clase media que, en masa, bloqueaba las calles y avenidas de las ciudades bolivianas, ni al gobierno se le ocurrió ordenárselo, fue porque, siendo los policías de orígenes sociales inferiores a ella, y contando con las costumbres y modos jerárquicos bolivianos en vigencia, esa represión era impensable.
Para el golpe de estado de 20 de octubre a 10 de noviembre de 2019, los de la clase media urbana fueron los peones. Sus digitadores son los dirigentes de la derecha masacradora histórica boliviana.
Esta coyuntura se parece a la coyuntura vivida entre los días del golpe de Bánzer, 19 a 21 de agosto de 1971, y 1974, cuando disminuyó el peso de la represión (con asesinatos) a la izquierda y los sindicatos. Se parece a la coyuntura entre el día del golpe de García Meza, 17 de julio de 1980, y su salida del gobierno, en agosto del siguiente año. También se parece al 4 de noviembre de 1964 y meses siguientes, cuando los militares liquidaron a la revolución nacionalista. Y se parece al 21 de julio de 1946 y los días siguientes, la caída de Gualberto Villarroel. Son coyunturas en que la extrema derecha, obsesivamente proimperialista, enemiga física de los indígenas bolivianos y de los sectores populares, tiene vía libre para su acción violenta de destrucción social intensa.
En los diez a quince años últimos, el conjunto de la población boliviana, con un grado ya bajo de debate ideológico-político, fue perdiendo lo que le restaba de esa capacidad y práctica asambleísta y decisora. El gobierno del MAS y sus prácticas divisivas, de hacer enfrentar a unos grupos sociales organizados contra otros grupos sociales también organizados, su táctica de comprar dirigentes con prebendas, y de cooptarlos, es actor principal de esta desideologización y pérdida de democracia organizacional.
El MAS gobernó al menos doce de los 14 años pasados para los intereses de los bancos, las empresas petroleras y mineras extranjeras y los los agroindustriales cruceños. Si estos mismos capitalistas le quitaron hoy su apoyo, no fue por falta de obsecuencia masista, sino porque decidieron ahora gobernar ellos mismos, sin intermediarios. Sin embargo, su asociación con las transnacionales petroleras y mineras en términos algo menos desfavorables para Bolivia que los términos de los gobiernos anteriores, le han redituado unos ingresos muy aumentados, parte de los cuales el gobierno usa en redistribución económica a amplios sectores de los pobres bolivianos. Por esto, se ha ganado el apoyo de esos pobres. Se puede decir que el gobierno representó políticamente a la mitad más pobre de la población boliviana.
Los pasados catorce años de gobierno significaron ataques del estado y el capital, mucho más vigorosos que los de los años anteriores para destruir a las sociedades y las culturas bolivianas, para desperdigar a los bolivianos, deshaciendo a sus familias, haciéndolos dependientes del mercado, aislándolos. El gobierno masista ha podido hacer esto con eficacia porque, siendo "popular" e "indígena", tenía cercanía a las dirigencias de los sectores sociales y étnicos contra cuyos intereses conspiró (desde dentro y con know how sindical), en favor del capital mundial. Así, pudo desorganizar a los pueblos indígenas bolivianos, comprar a sus dirigentes, y derrotarlos.
Pero el proceso social-cultural grande de las dos o tres décadas últimas en el país es la exacerbación de la mímesis o copionería de todos los sectores subordinados y pobres que toman como modelos a la clase media mestizante. ¡ Y estos mestizos tienen como modelos a cualquier cosa extranjera o no boliviana y sueñan con huir de Bolivia ! Reproducen así una tendencia boliviana que tiene ya al menos tres siglos y medio, desde la caída, a mediados del siglo XVII, de la minería en Potosí, cuando los extranjeros entonces habitantes en estos territorios, después de depredar a Potosí, empezaron a migrar a las colonias españolas vecinas y aun a México y a Europa (sobre esto, ver H.S.Klein, Historia general de Bolivia). Hoy, aun algunos de los novísimos exindígenas se van pronto a la Argentina, a Estados Unidos, a España, para, esclavizados allí, volver con unos dineros que, de vuelta aquí, les servirán para dañar a sus semejantes, subordinándolos. Es gente que sufre esta mímesis (que elimina mucha memoria étnica, política, histórica) la que sirve como peones para cualquier patrón que le sirva precisamente de eso, de modelo para extrañarse aun más.
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