Cerca de Matenda
Me rozó la rama seca de un arbusto, apenas.
Desmonté de la bici. Caminé al lado de dos máquinas grandes que ensanchaban la calle M. E. Matenda (¿es llamada también calle San Isidro?) (entre la avenida Blanco Galindo y el punto o lugar llamado Matenda), en el cruce con Lorocalle, la una niveladora y una volqueta. La máquina pala cargadora, más allá, quieta.
La sonrisa desdentada de una mujer vieja, muy arrugada y quemada su piel por el sol. Ella apoyaba el tronco en el paso (sobre el canal de riego) hacia su casa; y ambos codos sobre el cemento. Miraba la calle donde las máquinas trabajaban.
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