Transporte motorizado y segregación urbana en la ciudad de Cochabamba. Intro, por Carlos Crespo Flores
Septiembre de 2008
Mientras las familias de las elites no dispusieron del automóvil particular, no pudieron alejarse mucho de los otros grupos sociales. -- Francisco Sabatini
Cochabamba es una ciudad prácticamente inmovilizada, particularmente el centro histórico y el ingreso a la zona sur, debido al congestionamiento vehicular. El año 2007 circulaban, según reportes oficiales, 120360 vehículos (Perez, 2008)[1]. La tasa de motorización en Cercado es de 6,23 hab/vehículo[2]. Mas grave aún, la contaminación vinculada a los automóviles ha superado límites ecológicos y de salud pública, pues el 80% de la contaminación es causada por vehículos.
El gobierno municipal está anoticiado de la gravedad de la crisis socio ambiental que se ha generado. De acuerdo a un diagnóstico encargado por la Alcaldía, para la formulación de la Agenda 21 del municipio, el transporte es considerado el segundo problema ambiental dentro la categoría de “muy urgente” (el primero es la basura), producido, de acuerdo al informe, por la falta de fiscalización de autoridades, los malos hábitos de las personas y la falta de conocimiento de las consecuencias negativas de los impactos del transporte (Dirección Gestión Ambiental, 2007). Es decir, las autoridades no regulan, la población tiene malos hábitos en relación al transporte, además de desconocer la magnitud de los impactos del sector[3].
La estrategia ambiental municipal, por lo menos para el sector transporte, busca enfrentar los problemas ambientales en términos de educación o de capacidad de gestión, antes que relacionados con la desigualdad y la justicia ambiental; tampoco discute el "estilo" o enfoque de desarrollo urbano dominante y los costos sociales y ambientales que supone; expresión de ello es que para enfrentar estos problemas, la Agenda 21 de la HAM propone, entre otras alternativas y actividades a mejorar, completar o desarrollar, la creación de nuevas líneas y la construcción de nuevas vías (Dirección de Gestión Ambiental, 2007). La ironía es que las alternativas propuestas por la Agenda 21 municipal son justamente las principales fuentes de congestionamiento y contaminación por el transporte: el rápido crecimiento de líneas de transporte público y la ampliación y/o construcción de vías de circulación, en gran parte de los casos destruyendo paisajes naturales e históricos de la ciudad.
El presente texto, por el contrario, parte de la comprensión de la ciudad como un ecosistema y un sistema de poder. La ciudad funciona como un ecosistema complejo, donde existen flujos de energía y materiales, por tanto producción de residuos; al mismo tiempo, en la ciudad opera un sistema de relaciones de poder, donde unos actores, con mayores dispositivos y medios, ejercen relaciones de poder y dominación sobre otros, hecho que se expresa en la organización y estructuración del espacio urbano y su sistema de transporte, pero, al mismo tiempo genera resistencias locales, múltiples y diversas en intensidad y magnitud, tema que el presente texto no contempla en su ámbito de análisis.
En este contexto, el transporte morotizado constituye un dispositivo de poder, que también funciona como sistema, hace posible el transporte de energía y materiales para el funcionamiento de la ciudad, pero también traslada a los habitantes de la ciudad, quienes están sujetos a complejas redes de poder y dominación. Al cumplir estas funciones, el transporte produce impactos ambientales sobre la ciudad y sus habitantes, normalmente no asumidos por el sistema; al mismo tiempo, su acceso, uso y disponibilidad reproduce las relaciones de poder en el ecosistema urbano.
El texto argumenta que en la ciudad de Cochabamba se ha profundizado la segregación espacial urbana, en muchos casos racializada; el sistema de transporte está vinculado con la segregación urbana, en varios aspectos; primero, desde las relaciones de poder, el transporte visibiliza la inclusión socialmente diferenciada, con accesos y usos diferentes a este; segundo, actualmente el coche dicta la forma de la ciudad, las políticas de desarrollo construyen una ciudad para el automóvil, la organizan en forma de inclusión diferenciada, sino que constituyen la base de la red de comunicación vial, fundamental para el funcionamiento de la cultura del automóvil y un sistema de transporte público segregado y precario; asimismo, los costos sociales y ambientales provocados por la crisis del sistema de transporte no son asumidos en la misma escala y magnitud, por todos los estratos y actores, pues las clases medias acomodadas están mejor protegidas debido a los gastos defensivos mayores que realizan.
El documento está dividido en dos partes; en la primera se trata la relación entre transporte y segregación urbana en la ciudad de Cochabamba se analiza en la primera parte; en la segunda la las relaciones de poder y el ecosistema en el transporte de la ciudad de Cochabamba, es examinado.
[1] Otros reportes hablan de 97506 vehículos, un 11,29% más desde el 2003 (Opinión, 2008).
[2] En el departamento la tasa de motorización alcanza a 12,36 hab/vehículo.
[3] El documento señala algunas actividades que deben ser “mejoradas o completadas”, entre ellas la mayor fiscalización, la mejora de vías y caminos, el control en la emanación de gases y la implementación de los estudios a la realidad. Asimismo, propone actividades a desarrollar, desde la concientización a la gente, el plan de reordenamiento vehicular, educación vial, cumplimiento de normas (Dirección Gestión Ambiental, 2007).
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