Los primeros días del año
Desperté para descubrir que la delantera estaba baja. Como algún aire le quedaba, yo flojo, como tenía que ir cerca nomás, usé el ciclo así, con una llanta flaca, no gorda a reventar como debe ser. Pero pronto, saliendo de aquel primer destino del año, parché, y, como siempre, me gustó hacerlo, me relajó, me reanimó. Era uno de los casi treinta remiendos de la cámara que, incitado por la inmisericorde inflación del día anterior, dejaba salir, puesto bajo el agua de mi portátil contenedor, unas burbujas. A esa curación la pisé con otro parche en el lado de la fuga. Al día siguiente rehice el arreglo, lijando con calma toda la superficie y tapando completamente el parche ingrato con otro parche, de material delgado. Es rico parchar. Hasta sería bicicletero yo (pero es tanto lo que me falta aprender).
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