viernes, 11 de septiembre de 2020

Dos extremos a los que vale la pena frenar el coche en Illataco



a esta hora, antes de media noche, un camión cisterna de la planta Pil llega al centro de acopio y recoge (succionando) la leche del acopio de una cuadra abajo de la plaza, teniendo, mientras lo hace, cinco a diez minutos, encendido su motor, con un ruido exagerado. Cuarto de hora después, en el acopio de Puente Gamboa, tres cuadras abajo, el mismo camión, otra vez... Bien podría la gente de la Pil hallar la forma de aligerar ese ronquido de sus carros

el vibrar traqueteante de los motores de refrigeración de esos dos acopios de leche para los que viven cerca tiene que ser atontador; para mi suerte, donde vivo queda a dos cuadras arriba y abajo de cada cual

a las seis de la madrugada pasa por aquí, a toda velocidad y bocineando como para inflamar los tímpanos, el carro recogebasuras de la alcaldía. Quillacollo puede educar a sus choferes para que no hinchen así las pelotas de los vecinos.

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