Tintín
Subiendo de noche a Illataco, por la calle de los álamos, unas cuadras antes de la fila larga de esos árboles que hay a un costado del camino, oigo el tintín de un fierro, pienso que no me compete, que pudo ser un pedazo de lata maciza, pero recapacito y digo que debe ser la plancha que ataja el pasador que agarra la parrilla a la horquilla trasera de la bicicleta. Paro, parqueo la bi contra el borde de cemento de la acequia revestida. Vuelvo caminando -- hay luz, es amarilla, suficiente -- y a los pocos pasos hallo no solo la plancha sino también la tuerca. Agradezco a arriba. Recoloco las piezas, apretándolas con los dedos.
Llegado que hube a casa, metí dos volandas, una ancha y otra de presión entre plancha y tuerca, que apreté con una llave de once milímetros.
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