Agua y asfalto, agua y piedra en los caminos
El agua que algunas vendedoras de mercados de esta ciudad echan al suelo asfaltado, más pesada que el aceitoso asfalto, entra, lo agrieta y corroe. También el pavimento, si está previamente agrietado, sufre con el agua. Y en las superficies de tierra de los caminos del valle todavía vestigialmente rural, las organizaciones de vecinos, algunos de los cuales usan motores para moverse y mover sus mercancias, vierten toneladas de piedra de tamaño irregular, para contrarrestar el efecto embarrador que en la tierra de esos caminos tiene el agua de las lluvias que vendrán. El agua es fuerte y dura, es pesada y cortante. Basta ver lo que hace cuando cae, por más que lo haga de gota en gota, sobre la piedra.
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